Colaboraciones

DIGNIDAD EN EL MUNDO DE LOS TOROS



El mundo de los toros está envuelto en la polémica. Reproducimos un artículo de gran interés, publicado en ABC de Sevilla, en el que las posiciones de los toreros que han renunciado a su medalla como protesta por haber sido concedida también a Francisco Rivera Ordoñez, quedan aclaradas y dignificadas. Para nosotros, la renuncia de los maestros a sus medallas es ejemplar y edificante.
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Ha sido más que un gesto. Una figura histórica y dos de las máximas figuras en activo. Juntos han pegado un puñetazo sobre la mesa de la altivez política para aclarar que el arte no es la maratón. Que la subjetividad con que la clase dirigente otorga los honores tiene un límite. Y que su compromiso con la tauromaquia está muy por encima de las medallitas que otros quieran ponerse. El Niño Sabio de Camas y los maestros de Galapagar y La Puebla del Río han gestado una comunión impagable en su rechazo a la concesión de la Medalla de las Bellas Artes a Rivera Ordóñez. Han dado ejemplo de su amor por la Fiesta y del respeto que le tienen a su talento, que es el que los ha colocado en la cima en la que cada cual habita. Pero les está faltando tiempo a los políticamente correctos para zaherirlos con epítetos absurdos tras la devolución de sus medallas o las declaraciones en contra. Entienden los buenistas, que en muchos casos son militantes antitaurinos, que le han faltado el respeto al nieto de Ordóñez. Y yo me asombro de que actuar de forma comprometida se castigue con estos puyazos. Paco Camino, José Tomás y Morante no han insultado ni despreciado a nadie. Han decidido que no son dignos de compartir distinciones con un torero que mercadea con el colorín. Ya está. Pero en este país de tragaldabas sin amígdalas, donde lo que dicen los políticos laicos va a misa, hemos sido sometidos al yugo del silencio cómplice. Nos han convencido de que estar en contra es una falta de respeto. Nos han metido en la cabeza que disentir es insultar. Y han logrado que hasta quienes tienen talento suficiente como para no tener miedo a sus ideas, se escondan en el tácito rincón de los callados. Han matado a los seres más vivos quienes han coseguido silenciar sus quejas. Y por eso yo saco aquí mi pañuelo blanco, desde el tendido de la ignorancia taurina, para pedir la gloria a los tres disidentes. Porque yo no sé si Francisco Rivera Ordóñez es mejor o peor torero, pero sí sé que ni él, ni nadie, puede callar a nadie con la excusa de que hay que guardar las formas. El silencio es tan repestable como la protesta. No puede ser punible decir lo que se piensa con respeto y actuar en consecuencia. Ya sea contra la clase política o contra el sursuncorda. Y eso es lo que me arroba de Tomás y de Morante. Que han dado un ejemplo a los sumisos de la Cultura española que andan entregados desde hace años a los señoritos con escaño. Dice una letra flamenca: «Desgraciaíto el que come / el pan de manita ajena, / siempre mirando a la cara / si la pone mala o güena». Eso es lo que me apabulla de Camino. Que sigue marcando el camino para quienes se ganan el pan con el sudor de su frente.

Alberto García Reyes

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Miércoles, 11 de Marzo 2009
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