El profesor granadino, Josué González, ha sido despedido por “no sentir la llamada de Cristo”. Impartía clase para la Diplomatura de Magisterio de Educación Física, en la Escuela Universitaria “La Inmaculada”, centro adscrito a la Universidad de Granada. Por lo que parece es otro conflicto más, de los que viene entablando en Granada este monseñor Arzobispo que le llegó de la sede cordobesa. Este Centro exige «personal capaz de evangelizar y de responder a la llamada de Jesucristo».
Tras dos años de ejercicio profesional, con el reconocimiento del estamento, se encuentra con el despido, en julio pasado, porque, según denuncia, su nivel de «compromiso cristiano no es suficiente. Ha interpuesto una demanda contra la Archidiócesis de Granada, regidora del Centro, por despido nulo y discriminatorio», ante el Juzgado de lo Social.
Desde que el centro, quedó en poder de la Archidiócesis, asegura, se están «cometiendo muchas irregularidades». No va contra la Escuela, «ni he abierto tampoco una cruzada contra la iglesia sino contra un movimiento más radical y sobre todo, una forma de actuar injusta». El comité de empresa emitió un comunicado en apoyo del profesor, aunque parece, «algunos tienen miedo». El periódico “Ideal”, puesto en contacto con un miembro del equipo de dirección de la Escuela supo que no iban a hacer declaraciones, el asunto se verá en el juzgado.
En este caso late un trasfondo espinoso. La Archidiócesis no ha querido dar explicaciones, el interesado tampoco. Al ser preguntado por los motivos, responde: “La conversación que tuve se alargó mucho y se dijeron muchas cosas, no puedo recordarlas todas. Pero lo cierto es que hay muchas cosas que no están funcionando bien”. Contesta que “muchas cosas” y mal funcionamiento, pero no dice la causa. Las razones de la destitución palpitan in oculto; ni él ni la Escuela quieren tocarlas. Algo, que no sabemos, se pulsa en las conductas que provoca tal determinación.
No llega a ser del todo cierto el aserto que hace Josué: “Es imposible medir el nivel de cristianismo de alguien” y su vocación y espíritu de evangelizar. Sabemos que la palabra retrata al individuo, así como, sus actos muestran una idiosincrasia y forma de ser y pensar. Ya lo dice el propio Maestro de Nazaret: “Las obras que yo hago, testifican de mí” (Jn 10,25). “Por sus obras los conoceréis”. En verdad, sin la versión de las dos partes, es difícil hacerse una opinión.
No obstante, a falta de más datos, la cuestión es que el Arzobispo no sale de una para entrar en otra. Este prelado está resultando problemático e intransigente. El enfrentamiento y las divergencias consabidas, suscitan pública y desagradable repercusión. Pareciera que gusta lanzar cortes de alfanje y encontrarse entre trifulcas y problemas continuos en los ámbitos judiciales. Ya veremos en qué para esto.
Camilo Valverde Mudarra
Tras dos años de ejercicio profesional, con el reconocimiento del estamento, se encuentra con el despido, en julio pasado, porque, según denuncia, su nivel de «compromiso cristiano no es suficiente. Ha interpuesto una demanda contra la Archidiócesis de Granada, regidora del Centro, por despido nulo y discriminatorio», ante el Juzgado de lo Social.
Desde que el centro, quedó en poder de la Archidiócesis, asegura, se están «cometiendo muchas irregularidades». No va contra la Escuela, «ni he abierto tampoco una cruzada contra la iglesia sino contra un movimiento más radical y sobre todo, una forma de actuar injusta». El comité de empresa emitió un comunicado en apoyo del profesor, aunque parece, «algunos tienen miedo». El periódico “Ideal”, puesto en contacto con un miembro del equipo de dirección de la Escuela supo que no iban a hacer declaraciones, el asunto se verá en el juzgado.
En este caso late un trasfondo espinoso. La Archidiócesis no ha querido dar explicaciones, el interesado tampoco. Al ser preguntado por los motivos, responde: “La conversación que tuve se alargó mucho y se dijeron muchas cosas, no puedo recordarlas todas. Pero lo cierto es que hay muchas cosas que no están funcionando bien”. Contesta que “muchas cosas” y mal funcionamiento, pero no dice la causa. Las razones de la destitución palpitan in oculto; ni él ni la Escuela quieren tocarlas. Algo, que no sabemos, se pulsa en las conductas que provoca tal determinación.
No llega a ser del todo cierto el aserto que hace Josué: “Es imposible medir el nivel de cristianismo de alguien” y su vocación y espíritu de evangelizar. Sabemos que la palabra retrata al individuo, así como, sus actos muestran una idiosincrasia y forma de ser y pensar. Ya lo dice el propio Maestro de Nazaret: “Las obras que yo hago, testifican de mí” (Jn 10,25). “Por sus obras los conoceréis”. En verdad, sin la versión de las dos partes, es difícil hacerse una opinión.
No obstante, a falta de más datos, la cuestión es que el Arzobispo no sale de una para entrar en otra. Este prelado está resultando problemático e intransigente. El enfrentamiento y las divergencias consabidas, suscitan pública y desagradable repercusión. Pareciera que gusta lanzar cortes de alfanje y encontrarse entre trifulcas y problemas continuos en los ámbitos judiciales. Ya veremos en qué para esto.
Camilo Valverde Mudarra