Hace menos de una semana se aprobó en la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados el borrador de Estatuto de la Comunidad Valenciana. Para mi fue muy agradable ver que PSOE y PP, los dos partidos mayoritarios de España, se ponían de acuerdo por primera vez esta Legislatura en el apoyo al texto estatutario valenciano, modificado levemente en la comisión parlamentaria. Ese es el ejemplo que necesita nuestro país de consenso sobre un tema fundamental como el que se aprobó en comisión y que tiene garantizado el trámite parlamentario definitivo.
Como era de esperar, aunque nos continúe causando sorpresa, las reacciones de los partidos nacionalistas e IU que no apoyaron –curiosamente- la propuesta valenciana. Digo que nos causa sorpresa porque la doble moral que impera en la política patria comienza a ser contemplada con normalidad, cuando es algo absolutamente fuera de lo corriente. Resulta que los que se oponen al proyecto de reforma estatutaria catalana son tildados de todo, desde “agoreros del fin de España” hasta “aislacionistas sin capacidad de diálogo”, pero la oposición al proyecto valenciano parece tener toda la lógica del mundo.
Especialmente significativa me pareció la aportación tras el debate y votación en la Comisión Constitucional de la portavoz de IU, la cual manifestó que “no se han respetado a las minorías”. Lo primero que se me vino a la cabeza fue pensar que este grupo político es un partido nacional que, en franco declive, era la tercera fuerza política del país y ahora se siente una “minoría”. A continuación sentí un escalofrío al escuchar la tremenda afirmación de la diputada: “no se han respetado a las minorías”. Las minorías hoy tienen en España capacidades y potestades hasta hora nunca vistas, tantas que cuando pierden una votación patalean y quieren más.
La pregunta que podemos hacernos muchos en este momentos no otra que esta: ¿y qué ocurre cuando no se respeta a las mayorías?. Hemos asistido en el último año a manifestaciones masivas en las cuales se ha pedido al gobierno de Rodríguez que “respete a las minorías”, siendo estas minorías bastante mayoritarias a tenor del volumen de personas que hemos visto en las calles. Pero no sólo eso, sino que existe una “minoría” con más de 10 millones de votantes que es continuamente “irrespetada”, cuando no abucheada o vapuleada, a veces, he de decir, que por méritos propios.
¡Cuánto les preocupa a las minorías políticas de este país su autodefensa!, pero qué poco les importa que un sector importante de la población, expresado en las urnas en cerca de un 40 por ciento sea sistemáticamente aislado, insisto que, en ocasiones, por méritos propios. Hoy en el PP tienen que andar recogiendo firmas –creo que ya se acercan al millón- para poder patalear ante la consumación de la reforma estatutaria catalana, la cual se ha escrito, negociado y se va a aprobar de espaldas y sin “respetar a las minorías”.
Estas minorías mayoritarias están imponiendo su criterio al más puro estilo mayoría absoluto que tanto se criticó a Aznar y que hoy es el mayor baluarte de los que fueron sus detractores.
www.terceravia.com
Como era de esperar, aunque nos continúe causando sorpresa, las reacciones de los partidos nacionalistas e IU que no apoyaron –curiosamente- la propuesta valenciana. Digo que nos causa sorpresa porque la doble moral que impera en la política patria comienza a ser contemplada con normalidad, cuando es algo absolutamente fuera de lo corriente. Resulta que los que se oponen al proyecto de reforma estatutaria catalana son tildados de todo, desde “agoreros del fin de España” hasta “aislacionistas sin capacidad de diálogo”, pero la oposición al proyecto valenciano parece tener toda la lógica del mundo.
Especialmente significativa me pareció la aportación tras el debate y votación en la Comisión Constitucional de la portavoz de IU, la cual manifestó que “no se han respetado a las minorías”. Lo primero que se me vino a la cabeza fue pensar que este grupo político es un partido nacional que, en franco declive, era la tercera fuerza política del país y ahora se siente una “minoría”. A continuación sentí un escalofrío al escuchar la tremenda afirmación de la diputada: “no se han respetado a las minorías”. Las minorías hoy tienen en España capacidades y potestades hasta hora nunca vistas, tantas que cuando pierden una votación patalean y quieren más.
La pregunta que podemos hacernos muchos en este momentos no otra que esta: ¿y qué ocurre cuando no se respeta a las mayorías?. Hemos asistido en el último año a manifestaciones masivas en las cuales se ha pedido al gobierno de Rodríguez que “respete a las minorías”, siendo estas minorías bastante mayoritarias a tenor del volumen de personas que hemos visto en las calles. Pero no sólo eso, sino que existe una “minoría” con más de 10 millones de votantes que es continuamente “irrespetada”, cuando no abucheada o vapuleada, a veces, he de decir, que por méritos propios.
¡Cuánto les preocupa a las minorías políticas de este país su autodefensa!, pero qué poco les importa que un sector importante de la población, expresado en las urnas en cerca de un 40 por ciento sea sistemáticamente aislado, insisto que, en ocasiones, por méritos propios. Hoy en el PP tienen que andar recogiendo firmas –creo que ya se acercan al millón- para poder patalear ante la consumación de la reforma estatutaria catalana, la cual se ha escrito, negociado y se va a aprobar de espaldas y sin “respetar a las minorías”.
Estas minorías mayoritarias están imponiendo su criterio al más puro estilo mayoría absoluto que tanto se criticó a Aznar y que hoy es el mayor baluarte de los que fueron sus detractores.
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