Colaboraciones

D. ALFONSO GUERRA Y 'LOS RANCIOS NACIONALISMOS PERIFÉRICOS '





Muchos recordarán aquel exuberante río de frases y dichos ingeniosos de D. Alfonso Guerra, en la Oposición primero y luego en el Gobierno Socialista de la Transición. Hizo cumplidamente su papel; abrió vías a la innovación y sirvió, con responsabilidad, sus deberes democráticos. No infravaloró jamás a España, no suscitó la ruptura ni toleró el ataque a la unidad nacional.

Hoy, A. Guerra, Presidente de la Comisión Constitucional, denuncia la "genuflexión" de algunos ilusos ante los nacionalismos periféricos, enfermedad viral que corroe el espíritu de la reconciliación y la estabilidad del ordenamiento institucional que con tanto tacto y esfuerzo se consiguió; ha reiterado la inconstitucionalidad del Estatuto Catalán; e, indicando, por ejemplo, que "en el Protocolo, primero está el Rey y luego el Presidente de la Generalidad", ha añadido que no tiene que reprochar nada a Pasqual Maragall, pues él no es "el justiciero de nadie"; pero existe esa "especie de genuflexión al nacionalismo porque si uno lo critica, va derecho al rincón de los niños malos".

Así mismo, ha advertido en TVE, que el debate sobre la reforma del Estatuto Catalán se está centrando en la polémica por la denominación de nación y las propuestas de financiación, "pero el Estatuto es muy extenso", y va más allá, como patentiza esta afirmación: "los poderes de la Generalidad emanan del pueblo catalán". Señaló que "no contar con el principal partido de la oposición" en la aprobación del Estatuto no sería "adecuado" y que "los que apoyan el Estatuto no son antiespañoles, pero los que no lo aprueban no son reaccionarios o iluminados".

En relación a las palabras de M. Rajoy de que miembros del PSOE le habían confesado su oposición al Estatuto, el ex vicepresidente socialista dijo que D. Mariano "podría decir los nombres"; a pesar de ello, reconoció que, entre los socialistas ha cundido la preocupación –"yo también la tengo"–, de ahí, "derivan o se inventan" algunos rumores. Ampliando su pensamiento, argumentó: "El problema no es si Cataluña es una nación, sino que radica en que el año 1978 se llegó a un pacto para que, lo que era una nación cultural, se llamara nacionalidad; por tanto, la Constitución Española ‘no ampara’ esa denominación". Finalmente denunció que se puede hablar del "rancio nacionalista español, pero no del rancio nacionalismo periférico". Y sentenció: "Me parecen rancios todos los nacionalismos".

Esta opinión de una voz significativa dentro del propio partido gobernante, clara y sosegada no puede levantar sospecha alguna. La gran mayoría del pueblo español vive con inquietud este desbarajuste que lo zarandea y, minuciosamente, infecta y corroe las raíces del entramado constitucional que sostiene la filigrana de la democracia española conseguida laboriosamente con la renuncia y dádiva de muchos ánimos de concordia y de abrazo. Y, en esta tensión innecesaria, ahí están los vascos expectantes, mientras callan, a ver qué pasa y qué peras quedan en maduración.

Camilo Valverde Mudarra

Franky  
Lunes, 7 de Noviembre 2005
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