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Para un juez o un investigador sagaz, la pregunta clave ante un delito siempre es "cui prodest?" (¿a quien beneficia?). La pregunta se la han formulado desde Salomón a Hercules Poirot, sin olvidarnos de Sancho Panza y el doctor Watson, entre otros muchos buscadores de la verdad, seguros de que es la mejor manera de interpretar las conductas raras y de desvelar los secretos que se esconden tras el delito.
Si la aplicamos el "cui prodest?" a la masacre terrorista del 11 M, cuyo farragoso y confuso juicio se está celebrando, descubrimos que el primer beneficiario del terrible atentado es el PSOE, que, gracias a la conmoción que produjo, alcanzó el poder, y el segundo beneficiario es la banda terrorista ETA, que gracias a la masacre ha conseguido un trato de favor por parte del gobierno, recuperar gran parte de su vigor, un trato carcelario de favor para muchos de sus presos y hasta regresar a las instituciones democráticas, lo que significa acceder a cuantiosas subvenciones públicas.
Sin embargo, debe quedar claro que la aplicación del "Cui prodest?" no prueba que ETA realizase el atentado ni que existiera una "conspiración" para que el PSOE alcanzare el poder.
Si la aplicamos el "cui prodest?" a la masacre terrorista del 11 M, cuyo farragoso y confuso juicio se está celebrando, descubrimos que el primer beneficiario del terrible atentado es el PSOE, que, gracias a la conmoción que produjo, alcanzó el poder, y el segundo beneficiario es la banda terrorista ETA, que gracias a la masacre ha conseguido un trato de favor por parte del gobierno, recuperar gran parte de su vigor, un trato carcelario de favor para muchos de sus presos y hasta regresar a las instituciones democráticas, lo que significa acceder a cuantiosas subvenciones públicas.
Sin embargo, debe quedar claro que la aplicación del "Cui prodest?" no prueba que ETA realizase el atentado ni que existiera una "conspiración" para que el PSOE alcanzare el poder.