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Cuba: la revolución en agonía porque el castrismo sin Fidel es imposible





Fidel y Francisco Rubiales
La Habana se llena de periodistas para conocer al sucesor de Fidel, el líder carismático que, después de medio siglo, ha tenido que renunciar al poder vencido sólo por la enfermedad. La gran pregunta que flota en el aire no es quien será el sucesor, sino si cambiará el régimen. La respuesta, o al menos algunas pistas reveladoras del futuro, el próximo domingo, cuando la Asamblea Nacional del Poder Popular designe a los integrantes del nuevo Consejo de Estado y de Ministros y al próximo presidente.

Aparentemente, todas las cartas las tiene Raúl Castro, hermano del fundador del régimen y jefe operativo del Ejercito, pero todos sospechan que podría haber sorpresas, entre otras razones porque nadie cree en Cuba que pueda existir el castrismo sin Fidel.

Fidel Castro comunicó su inesperada decisión en un mensaje publicado por el diario oficial 'Granma' este pasado martes, cuando aún era madrugada en Cuba. "Les comunico que no aspiraré ni aceptaré --repito-- no aspiraré ni aceptaré, el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe".

La poderosa personalidad de Fidel ha marcado a hierro una revolución cubana que, sin duda, es la revolución de Fidel. En el poder ininterrumpidamente desde que el 8 de enero de 1959 las tropas rebeldes entraron en la Habana, tras derrocar al dictador Batista, el comandante ha conseguido mantener su isla aislada y adicta a un comunismo que ya es una reliquia derrotada en todo el mundo. Sólo él es capaz de mantener viva la llama del comunismo en Cuba, una país que cada día se parece más a un museo del pasado, con sus coches antiguos circulando por las calles, con las ideas antiguas debatiéndose, con una dictadura trasnochada en el poder.

Conocí a Fidel entre 1975 y 1977, los dos años que permanecí en Cuba como director de la oficina de la Agencia EFE, Tuve la oportunidad de conocerlo bien, de conversar sobre muchos temas políticos y de ser testigo de como gobernaba en la noche. Por entonces dormía poco, apenas tres horas al día, algo que inquietaba a sus aliados soviéticos, que le enviaron médicos para analizar su insomnio. No entendían lo que le pasaba al comandante, pero él les explicó que algunos “genios” padecían ese "mal", entre ellos Napoleón.

Su personalidad era tan fuerte y su magnetismo personal tan potente que modeló a Cuba como quiso. Su crueldad con los adversarios era tan temible como su poder de persuasión. No conozco a nadie que fuera capaz de resistirle un debate abierto. Lúcido, simpático, imaginativo, brillante, incansable e implacable, terminaba doblegando a cualquier oponente. La pobreza ideológica de su comunismo era compensada con su fuerza vital y las debilidades y crueldades propias de todo tirano quedaban ocultas tras su enorme protagonismo histórico. Ante Fidel, uno siempre se siente pequeño y, aunque era un demonio capaz de asesinar a sus enemigos sin que le temblara el pulso, uno se sentía en su presencia como si estuviera ante un discípulo aventajado de la Divinidad.

Castro es insustituible y sus sucesores tendrán que inventar otro régimen porque el de la “Revolución” pertenece a Fidel. Dicen los expertos que la Cuba del futuro será parecida a China y a Vietnam, implacable en lo político, pero abierta en lo económico. No me cabe duda de que Raúl y los jóvenes cachorros del castrismo querrán imponer un "comunismo capitalista" que erradique el hambre y permita a los pobres esclavos de Cuba consumir un poco más.

Aunque el castrismo tenga a la sociedad maniatada e infiltrada por miles de chivatos "del partido" y por las fuerzas de seguridad más densas del planeta, todo dependerá de lo que quiera el pueblo, un pueblo valiente y bravo que si bien es cierto que nunca se atrevió a plantarle cara al comandante, sí puede rebelarse, para respirar libertad en la perla del Caribe, cuando el caimán esté ausente .

   
Miércoles, 20 de Febrero 2008
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