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Cuba: el castrismo puede sobrevivir a Fidel





Viví más de dos años en Cuba como corresponsal de la agencia EFE, entre 1975 y 1977, y después he vuelto a la isla. Conservo allí algunos amigos y conocidos y me considero un buen conocedor de la realidad cubana. Desde esas experiencias y conocimientos, creo poder decir que el Castrismo puede sobrevivir sin Fidel porque el régimen cubano, a pesar de sus defectos y carencias democráticas, está fuertemente establecido en la sociedad cubana.

Comparar a la Cuba actual con la España que dejó Franco al morir es una barbaridad. El Franquismo agonizaba con Franco, mientras que el Castrismo, en estos momentos, cuando Fidel está gravemente enfermo, goza de una salud de hierro.

La gran diferencia entre una situación y otra es que el Castrismo tiene una casta profesional de privilegiados, enormemente extensa, dispuesta a defenderlo, mientras que el régimen de Franco estaba agotado y abandonado cuando se extinguió el dictador.

En mis años de Cuba pude ver como las calles y hasta los bloques de pisos estaban perfectamente estructurados e infiltrados por miles de espias. La red capilar del poder era impresionante y se basaba en los llamados Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Todo el mundo vigilaba a todo el mundo porque los espias eran premiados por la labor que realizaban. En Cuba existe una casta de privilegiados, que son los adictos al régimen, que viven en la abundancia y a los que no les conviene un cambio. Esa casta, perfectamente estructurada por sectores y niveles de privilegio, está integrada por los dirigentes del partido y del gobbierno, los comandantes de la revolución y los militares de alta graduación, los cuadros intermedios, los militantes y empleados del partido, del ejército y de las fuerzas policiales, además de los que forman parte de la gigantesca burocracia del Estado. Todos esos están dispuestos a sostener, a toda costa, un Castrismo sin Fidel, para seguir gozando de los privilegios del poder.

Las masas marginadas, las únicas que podrían estar interesadas en un cambio democrático, están aisladas, desarmadas, desestructuradas y vigiladas por el poder abrumador del sistema.

Es casi imposible que consigan imponer, desde dentro, la democracia.


Franky  
Jueves, 3 de Agosto 2006
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