El triunfo logrado el domingo por Cristina Fernández en los comicios presidenciales de Argentina representa un retroceso en democracia. Las constituciones deberían prohibir que la esposa de un mandatario suceda a su marido porque esa sucesión se presta a manipulaciones desde el poder y porque suele esconder ventajas y alteraciones en la libertad de elección y en la alternancia, don cuestiones claves para una democracia avanzada.
Cada día son más los expertos en pensamiento político que se sorprenden de las grandes y numerosas imperfecciones que oculta la democracia real. Una de las más graves es la posibilidad de perpetuarse en el poder aprovechando los enormes recursos de poder del Estado.
En España, por ejemplo, el partido socialista gobierna la región de Andalucía desde la muerte del general Franco (1975), gracias al clientelismo y al control férreo de la opinión pública que ejerce desde el poder, un control que impide que la oposición pueda ganar las elecciones y que elimina la alternancia en el poder, un factor clave para la salud democrática.
Los ciudadanos están siendo cada día más exigentes con la democracia en todo el mundo. Ya no soportan la ineficiencia de los políticos, ni sus privilegios y lujos injustificados, ni la marginación del pueblo soberano que imponen unas castas políticas profesionales afincadas en el poder y culpables de haber transformado la democracia en una vergonzante oligocracia de partidos políticos.
La elección de Cristina Kirchner, al significar una continuidad encubierta del poder gubernamental, resta calidad a la democracia argentina.
El hecho de que estas hayan sido las elecciones más turbias desde el retorno a la democracia, en 1983, y las numerosas denuncias de fraude electoral presentadas son datos de menor importancia si se los compara con la utilización del poder gubernamental para manipular el proceso y seguir gobernando.
No menos de cinco partidos políticos denunciaron severas irregularidades en la jornada electoral de ayer. El 20% de quienes debían constituir las mesas electorales nu acudieron a sus puestos y se denuncia “un robo sistemático de boletas” de los partidos de la oposición.
Cristina Kirchner tendrá que liderar un país donde la bonanza económica del postcorralito empieza a disiparse.
Si la crisis economica amenazante llegara a estallar, Cristina tendrá que demostrar más valores y habilidades que los exhibidos por su marido Nestor para gobernar a los argentinos.
Cada día son más los expertos en pensamiento político que se sorprenden de las grandes y numerosas imperfecciones que oculta la democracia real. Una de las más graves es la posibilidad de perpetuarse en el poder aprovechando los enormes recursos de poder del Estado.
En España, por ejemplo, el partido socialista gobierna la región de Andalucía desde la muerte del general Franco (1975), gracias al clientelismo y al control férreo de la opinión pública que ejerce desde el poder, un control que impide que la oposición pueda ganar las elecciones y que elimina la alternancia en el poder, un factor clave para la salud democrática.
Los ciudadanos están siendo cada día más exigentes con la democracia en todo el mundo. Ya no soportan la ineficiencia de los políticos, ni sus privilegios y lujos injustificados, ni la marginación del pueblo soberano que imponen unas castas políticas profesionales afincadas en el poder y culpables de haber transformado la democracia en una vergonzante oligocracia de partidos políticos.
La elección de Cristina Kirchner, al significar una continuidad encubierta del poder gubernamental, resta calidad a la democracia argentina.
El hecho de que estas hayan sido las elecciones más turbias desde el retorno a la democracia, en 1983, y las numerosas denuncias de fraude electoral presentadas son datos de menor importancia si se los compara con la utilización del poder gubernamental para manipular el proceso y seguir gobernando.
No menos de cinco partidos políticos denunciaron severas irregularidades en la jornada electoral de ayer. El 20% de quienes debían constituir las mesas electorales nu acudieron a sus puestos y se denuncia “un robo sistemático de boletas” de los partidos de la oposición.
Cristina Kirchner tendrá que liderar un país donde la bonanza económica del postcorralito empieza a disiparse.
Si la crisis economica amenazante llegara a estallar, Cristina tendrá que demostrar más valores y habilidades que los exhibidos por su marido Nestor para gobernar a los argentinos.