El ex campeon de culturismo y actor de Hollywood Arnold Schwarzenagger, cuando ganó las elecciones a gobernador de California, se presentó con un eslogan que decía "Cuando la gente gana, los políticos pierden". Él se presentaba como representante de "la gente", mientras que el aparato del Partido Demócrata representaba a "los políticos". Y la gente, cansada de políticos e indignada ante los errores y abusos del anterior gobernador, otorgó una victoria aplastante a "Terminator".
En España, en las próximas elecciones europeas de mayo, ocurrirá algo parecido. La gente quiere vengarse de los dos grandes partidos (PP y PSOE) que, con la complicidad de otros que le sirven de escolta (IU, CIU, PNV y otros cómplices con presencia en los gobiernos), han llevado a España hasta la ruina y han construido una falsa democracia injusta, cruel con los débiles, plagada de corrupción y por completo ajena al ciudadano, al que han convertido en un marginado que solo cuenta en el momento en que deposita su voto en las urnas.
La gente acude a las elecciones cargada de ignorancia y no es consciente de que se dispone a votar a sus verdugos. La gente ignora que acude a las urnas no para elegir a sus gobernantes sino para apoyar a los que han causado su ruina o defender la democracia y el poder del pueblo frente a los políticos que abusan y gobiernan en provecho propio. Solo hay dos opciones: o ganan los políticos o ganan los ciudadanos. Si ganan ellos, todo seguirá igual: corrupción, injusticia, abuso de poder, despilfarro, endeudamiento masivo, impuestos altos, pérdida de derechos, caída de los valores, deterioro de la democracia..., pero si ganamos nosotros se abrirán las puertas de la esperanza y las cosas tendrán que cambiar ante el avance de una verdadera renovación y del ingreso de la ética en las instituciones.
Ellos ganan cuando votamos a los mismos y pierden cuando elegimos a otros que estén limpios y luchen por cambios reales, o si optamos por votos masivos de castigo (abstención activa, voto en blanco, voto nulo) que por lo menos desacrediten y rechacen el sucio dominio de la actual casta política española, una de las peores y mas desprestigiadas del mundo.
La incultura de los votantes es el mayor riesgo para la democracia en España. Hay millones de ignorantes que votan a sus verdugos ya sea porque viven de sus limosnas o porque siguen creyéndose todas las mentiras y trampas del poder, como la famosa división entre "izquierdas" y "derechas", inexistente en España, donde tanto los socialistas como los populares y los de Izquierda Unida han terminado apoyando a los banqueros, a los ricos y a las castas de políticos profesionales, sin combatir la corrupción, sin proteger a los débiles, sin impulsar la Justicia y sin distribuir la riqueza de manera razonable.
En nuestros tiempos, cuando está claro que los políticos se protegen unos a otros para seguir disfrutando de los privilegios, sean de derechas o de izquierdas, no hay mas división real que la de poderosos y débiles, aprovechados y demócratas, verdugos y víctimas, corruptos y decentes, políticos y ciudadanos, en definitiva.
A la hora de depositar el voto recuerda lo que hemos aprendido en las últimas décadas: los políticos no representan a los ciudadanos sino a sus propios partidos y a ellos mismos. Una y otra vez, antepondrán sus propios intereses al bien común y eso les convierte en "enemigos del pueblo".
En España, en las próximas elecciones europeas de mayo, ocurrirá algo parecido. La gente quiere vengarse de los dos grandes partidos (PP y PSOE) que, con la complicidad de otros que le sirven de escolta (IU, CIU, PNV y otros cómplices con presencia en los gobiernos), han llevado a España hasta la ruina y han construido una falsa democracia injusta, cruel con los débiles, plagada de corrupción y por completo ajena al ciudadano, al que han convertido en un marginado que solo cuenta en el momento en que deposita su voto en las urnas.
La gente acude a las elecciones cargada de ignorancia y no es consciente de que se dispone a votar a sus verdugos. La gente ignora que acude a las urnas no para elegir a sus gobernantes sino para apoyar a los que han causado su ruina o defender la democracia y el poder del pueblo frente a los políticos que abusan y gobiernan en provecho propio. Solo hay dos opciones: o ganan los políticos o ganan los ciudadanos. Si ganan ellos, todo seguirá igual: corrupción, injusticia, abuso de poder, despilfarro, endeudamiento masivo, impuestos altos, pérdida de derechos, caída de los valores, deterioro de la democracia..., pero si ganamos nosotros se abrirán las puertas de la esperanza y las cosas tendrán que cambiar ante el avance de una verdadera renovación y del ingreso de la ética en las instituciones.
Ellos ganan cuando votamos a los mismos y pierden cuando elegimos a otros que estén limpios y luchen por cambios reales, o si optamos por votos masivos de castigo (abstención activa, voto en blanco, voto nulo) que por lo menos desacrediten y rechacen el sucio dominio de la actual casta política española, una de las peores y mas desprestigiadas del mundo.
La incultura de los votantes es el mayor riesgo para la democracia en España. Hay millones de ignorantes que votan a sus verdugos ya sea porque viven de sus limosnas o porque siguen creyéndose todas las mentiras y trampas del poder, como la famosa división entre "izquierdas" y "derechas", inexistente en España, donde tanto los socialistas como los populares y los de Izquierda Unida han terminado apoyando a los banqueros, a los ricos y a las castas de políticos profesionales, sin combatir la corrupción, sin proteger a los débiles, sin impulsar la Justicia y sin distribuir la riqueza de manera razonable.
En nuestros tiempos, cuando está claro que los políticos se protegen unos a otros para seguir disfrutando de los privilegios, sean de derechas o de izquierdas, no hay mas división real que la de poderosos y débiles, aprovechados y demócratas, verdugos y víctimas, corruptos y decentes, políticos y ciudadanos, en definitiva.
A la hora de depositar el voto recuerda lo que hemos aprendido en las últimas décadas: los políticos no representan a los ciudadanos sino a sus propios partidos y a ellos mismos. Una y otra vez, antepondrán sus propios intereses al bien común y eso les convierte en "enemigos del pueblo".