Hoy llega a España, como invitado oficial, el dictador guineano Teodoro Obiang, de probada crueldad y cuyo régimen practica la tortura y la detención arbitraria. Van a recibirlo con todos los honores y hasta van a sentarlo a cenar con el Rey, ante la sorpresa de una ciudadanía española que no entiende por qué se han cambiado las líneas maestras de la política exterior.
Como en los tiempos de Franco, cuando España acogía a la flor y nata del totalitarismo internacional, excepto el de la izquierda comunista, volvemos a ser hoy un paraiso para los dictadores del planeta porque la democracia española tiene pocos escrúpulos y exige poco a sus interlocutores y amigos.
La España actual, como la de hace medio siglo, se lleva bien con dictadores, sátrapas y mandatarios de dudosa fe democrática, aquellos que controlan con mano de hierro Iran, Cuba, Guinea, Venezuela, Bolivia, China, Siria...
Paralelamente, nuestras relaciones con las viejas democracias del mundo se debilitan y enfrian: Francia, Alemania, Estados Unidos...
¿Qué está pasando para que esto ocurra? Responde ese cambio en la orientación de nuestras alianzas a un deseo de la ciudadanía española o es, más bien, una consecuencia del liderazgo de Zapatero?
En honor a la justicia, hay que aclarar que las debilidades de España con los dictadores del planeta no son genuinas de Zapatero. También Aznar las tuvo en su mandato. Si no lo creen, vean el siguiente párrafo, pulicado en Libertad Digital, en 2003:
¿No cantó la ministra recientemente las glorias democráticas de una de las dictaduras más feroces del planeta como es la de Siria? ¿No se maravilló con los logros del general Ben Alí, el carnicero represor del pueblo de Túnez que está batiendo todos los récord en cuanto a opositores encarcelados, torturados o simplemente desaparecidos? Assad Junior, Ben Alí, Obiang, éstos son los amigos de la diplomacia aznarí.
Como en los tiempos de Franco, cuando España acogía a la flor y nata del totalitarismo internacional, excepto el de la izquierda comunista, volvemos a ser hoy un paraiso para los dictadores del planeta porque la democracia española tiene pocos escrúpulos y exige poco a sus interlocutores y amigos.
La España actual, como la de hace medio siglo, se lleva bien con dictadores, sátrapas y mandatarios de dudosa fe democrática, aquellos que controlan con mano de hierro Iran, Cuba, Guinea, Venezuela, Bolivia, China, Siria...
Paralelamente, nuestras relaciones con las viejas democracias del mundo se debilitan y enfrian: Francia, Alemania, Estados Unidos...
¿Qué está pasando para que esto ocurra? Responde ese cambio en la orientación de nuestras alianzas a un deseo de la ciudadanía española o es, más bien, una consecuencia del liderazgo de Zapatero?
En honor a la justicia, hay que aclarar que las debilidades de España con los dictadores del planeta no son genuinas de Zapatero. También Aznar las tuvo en su mandato. Si no lo creen, vean el siguiente párrafo, pulicado en Libertad Digital, en 2003:
¿No cantó la ministra recientemente las glorias democráticas de una de las dictaduras más feroces del planeta como es la de Siria? ¿No se maravilló con los logros del general Ben Alí, el carnicero represor del pueblo de Túnez que está batiendo todos los récord en cuanto a opositores encarcelados, torturados o simplemente desaparecidos? Assad Junior, Ben Alí, Obiang, éstos son los amigos de la diplomacia aznarí.