Imagen cedida por L Kodorniz
El periodista venezolano Pedro Pablo Peñaloza acaba de publicar “Chávez es derrotable” (Editorial Libros Marcados), un libro que se ha convertido en lectura obligada para los venezolanos que sueñan con el cambio de régimen en su país. En Andalucía (España), donde existe una situación similar, aunque guardando las distancias debidas, con el actual presidente de la Junta, Manuel Chaves, en el poder desde hace casi dos décadas, a quién la oposición andaluza, débil y lamentable, es incapaz de derrotar, también tienen una sorprendente vigencia la mayoría de las recomendaciones y consejos del periodista Peñaloza.
El libro parte de los principios de que la alternancia en el poder siempre es saludable en democracia y de que un gobierno que consigue perpetuarse en el poder, aunque sea legítimo, responde casi siempre a una democracia degradada en la que florecen vicios y dramas como el clientelismo, el intervencionismo, la marginación de los ciudadanos y la perdida de ilusión, entre otros.
El periodista venezolano parece estár asesorando a Javier Arenas, presidente del Partido Popular de Andalucía y líder de la oposición andaluza, cuando afirma que la clave para alcanzar la victoria es pensar de manera autocrítica y generar una corriente real de cambio que tenga credibilidad.
Sostiene Peñaloza que el primer paso hacia la victoria consiste en realizar un análisis preciso y desapasionado de los logros y aciertos del gobierno de Chavez (aquí, en Andalucía, Chaves, con “s” final). Es curioso, pero el análisis que el escritor realiza de la realidad venezolana coincide en gran medida con un análisis desapasionado de la realidad andaluza: han crecido las clases marginales, a las que Chavez ha favorecido, mientras descienden los trabajadores y las clases medias.
Venezuela vive la mayor bonanza petrolera de su historia y la economía andaluza, a pesar de seguir en la cola de España y de Europa, le ocurre algo similar y nada en la abundancia.
También coincide el diagnóstico democrático del “régimen” de Chavez con el del andaluz Chaves: aunque ganan las elecciones y están ratificados en sus cargos,”parece cada vez menos legítimo”, lo que se debe, según el columnista Mario Szichman, “a la infinita capacidad del gobierno para estirar las leyes, utilizar listas negras contra opositores y dilatar los plazos electorales, con el propósito de perpetuar al primer magistrado en el poder”.
Aunque con matices diferentes, el argumento central coincide: ambos regímenes han adquirido pericia para utilizar las leyes y el poder en beneficio propio, para crear una red de clientelismo densa e impenetrable, para transformar la democracia en un sistema de poder, influencia, miedo e intereses que les convierte prácticamente en invencibles.
Las coincidencias del análisis son sobrecogedoras cuando se estudia la historia reciente y se concluye que el comportamiento de la oposición en el pasado fue tan lamentable y negativa que ese pasado pesa sobre el presente como una losa de plomo, que impide el triunfo electoral. En Venezuela, los viejos partidos (AD y COPEI) desvalijaron el país y lo pudrieron con sus trucos y abusos antidemocráticos, mientras que en Andalucía, el señoritismo y el caciquismo históricos, por sus abusos y desprecio a las clases humildes, lastran al Partido Popular, que ha heredado en cierto modo su imagen histórica, hasta el punto de cerrarle el camino hacia el poder.
El escritor venezolano parece dirigirse al PP andaluz cuando recomienda a la oposición venezolana que mire la realidad desde “la no dependencia de la vieja política”, y que sea valiente hasta lograr el distanciamiento necesario y, muy especialmente, que sea crítica con ella misma, porque hasta el momento “solo han utilizado viejas fórmulas de anquilosados y decrépitos partidos políticos y han centrando su tarea en criticar ferozmente a Chávez (Chaves), sin más”.
El consejo final consiste en que, partiendo de los logros del gobierno de Chávez (Chaves), realizar propuestas concretas e ilusionantes a los venezolanos (andaluces) e integrar a los más desposeídos, sin olvidarse de apoyar el renacimiento de la casi siempre decisiva clase media.
Así, sostiene Peñaloza, puede que en un futuro no muy lejano sea posible vivir en una Venezuela (Andalucía) realmente democrática, más justa, libre de censuras de todo tipo, con menos presencia abrumadora del poder político, con menos miedo e integrada realmente en el concierto internacional de las naciones más desarrolladas.
La opción al populismo y al intervencionismo clientelar de los Chávez-Chaves sería más libertad individual y social.
imagen cedida por La Kodorniz
El libro parte de los principios de que la alternancia en el poder siempre es saludable en democracia y de que un gobierno que consigue perpetuarse en el poder, aunque sea legítimo, responde casi siempre a una democracia degradada en la que florecen vicios y dramas como el clientelismo, el intervencionismo, la marginación de los ciudadanos y la perdida de ilusión, entre otros.
El periodista venezolano parece estár asesorando a Javier Arenas, presidente del Partido Popular de Andalucía y líder de la oposición andaluza, cuando afirma que la clave para alcanzar la victoria es pensar de manera autocrítica y generar una corriente real de cambio que tenga credibilidad.
Sostiene Peñaloza que el primer paso hacia la victoria consiste en realizar un análisis preciso y desapasionado de los logros y aciertos del gobierno de Chavez (aquí, en Andalucía, Chaves, con “s” final). Es curioso, pero el análisis que el escritor realiza de la realidad venezolana coincide en gran medida con un análisis desapasionado de la realidad andaluza: han crecido las clases marginales, a las que Chavez ha favorecido, mientras descienden los trabajadores y las clases medias.
Venezuela vive la mayor bonanza petrolera de su historia y la economía andaluza, a pesar de seguir en la cola de España y de Europa, le ocurre algo similar y nada en la abundancia.
También coincide el diagnóstico democrático del “régimen” de Chavez con el del andaluz Chaves: aunque ganan las elecciones y están ratificados en sus cargos,”parece cada vez menos legítimo”, lo que se debe, según el columnista Mario Szichman, “a la infinita capacidad del gobierno para estirar las leyes, utilizar listas negras contra opositores y dilatar los plazos electorales, con el propósito de perpetuar al primer magistrado en el poder”.
Aunque con matices diferentes, el argumento central coincide: ambos regímenes han adquirido pericia para utilizar las leyes y el poder en beneficio propio, para crear una red de clientelismo densa e impenetrable, para transformar la democracia en un sistema de poder, influencia, miedo e intereses que les convierte prácticamente en invencibles.
Las coincidencias del análisis son sobrecogedoras cuando se estudia la historia reciente y se concluye que el comportamiento de la oposición en el pasado fue tan lamentable y negativa que ese pasado pesa sobre el presente como una losa de plomo, que impide el triunfo electoral. En Venezuela, los viejos partidos (AD y COPEI) desvalijaron el país y lo pudrieron con sus trucos y abusos antidemocráticos, mientras que en Andalucía, el señoritismo y el caciquismo históricos, por sus abusos y desprecio a las clases humildes, lastran al Partido Popular, que ha heredado en cierto modo su imagen histórica, hasta el punto de cerrarle el camino hacia el poder.
El escritor venezolano parece dirigirse al PP andaluz cuando recomienda a la oposición venezolana que mire la realidad desde “la no dependencia de la vieja política”, y que sea valiente hasta lograr el distanciamiento necesario y, muy especialmente, que sea crítica con ella misma, porque hasta el momento “solo han utilizado viejas fórmulas de anquilosados y decrépitos partidos políticos y han centrando su tarea en criticar ferozmente a Chávez (Chaves), sin más”.
El consejo final consiste en que, partiendo de los logros del gobierno de Chávez (Chaves), realizar propuestas concretas e ilusionantes a los venezolanos (andaluces) e integrar a los más desposeídos, sin olvidarse de apoyar el renacimiento de la casi siempre decisiva clase media.
Así, sostiene Peñaloza, puede que en un futuro no muy lejano sea posible vivir en una Venezuela (Andalucía) realmente democrática, más justa, libre de censuras de todo tipo, con menos presencia abrumadora del poder político, con menos miedo e integrada realmente en el concierto internacional de las naciones más desarrolladas.
La opción al populismo y al intervencionismo clientelar de los Chávez-Chaves sería más libertad individual y social.
imagen cedida por La Kodorniz