Por fin, Ciudadanos, la más esperanzadora bocanada de aire fresco y democrático recibida por la podrida democracia española en las dos últimas décadas, parece resucitar y ha convocado una digna y valiente manifestación a favor del bilingüismo y contra la opresión del nacionalismo, que acosa y viola los derechos constitucionales de los que quieren expresarse en la lengua común.
La cita es el domingo 28, a las 11 horas, en Barcelona, y ya han confirmado su presencia en la manifestación dirigentes del Partido Popular y ocho asociaciones cívicas.
La convocatoria de esta manifestación representa, de algún modo, la resurrección de Ciudadanos, el grupo dirigido por Albert Rivera, poco presente en los últimos meses en la política española, aunque activo en Cataluña, donde libra una honrosa y digna guerra contra el abuso y la opresión del nacionalismo extremo catalán.
Los dirigentes de Ciudadanos deberían saber que, aunque Cataluña es su cancha preferencial para el combate, porque es allí donde el abuso y las miserias del nacionalismo alcanzan sus más despreciables cotas, también en el resto de la España dominada por los viejos partidos de derecha e izquierda, anquilosados en el pasado y empeñados en acumular poder y olvidar el interés general, se necesita su limpieza, descaro y frescura política.
La cita es el domingo 28, a las 11 horas, en Barcelona, y ya han confirmado su presencia en la manifestación dirigentes del Partido Popular y ocho asociaciones cívicas.
La convocatoria de esta manifestación representa, de algún modo, la resurrección de Ciudadanos, el grupo dirigido por Albert Rivera, poco presente en los últimos meses en la política española, aunque activo en Cataluña, donde libra una honrosa y digna guerra contra el abuso y la opresión del nacionalismo extremo catalán.
Los dirigentes de Ciudadanos deberían saber que, aunque Cataluña es su cancha preferencial para el combate, porque es allí donde el abuso y las miserias del nacionalismo alcanzan sus más despreciables cotas, también en el resto de la España dominada por los viejos partidos de derecha e izquierda, anquilosados en el pasado y empeñados en acumular poder y olvidar el interés general, se necesita su limpieza, descaro y frescura política.