Manuel Chaves, presidente de la Junta de Andalucía y mentor político de la actual ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, debería pedir urgentemente a su compañero de partido José Luis Rodríguez Zapatero, la destitución inmediata de la ministra, no sólo para que deje de perjudicar a la sociedad con sus fallos y errores continuos, sino también para que deje de causar estragos en la imagen de Andalucía.
Las barbaridades de Magadalena Álvarez forman ya una ristra de desatinos y de errores que afectan a trenes, carreteras, aeropuertos y servivios básicos y que en cualquier democracia seria del mundo habrían motivado seis o siete veces su dimisión como responsable. Pero los últimos errores de la ministra causan ya más risa que llanto en una sociedad española que se siente burlada por el poder y víctima impotente del mal gobierno y de la incompetencia política más aguda: el aeropuerto de Barajas cerrado durante cinco horas; carreteras nacionales cortadas; los accesos y salidas de la capital bloqueados; autobuses urbanos parados en mitad de las vías; miles de personas atrapadas en la carretera camino del trabajo; coches abandonados por sus dueños en los arcenes, ante la imposibilidad de continuar camino.... todo ello como resultado de una nevada que ni siquiera llegó a superar los 5 centímetros, pero que llevó el caos, el viernes 9 de enero, a la Comunidad de Madrid y que todavía tenía atrapados, 24 horas después, a miles de pasajeros en las terminales del aeropuerto.
Las dos "ministras" socialistas andaluzas que exportó Chaves al gobierno central, Carmen Calvo, de Cultura, ya cesada, y Magdalena Álvarez, todavía en su cargo, resultaron nefastas y una y otra han causado a Andalucía un terrible daño en prestigio e imagen. Carmen Calvo se hizo famosa por sus meteduras de pata y por aquella frase de que "el dinero público no es de nadie", auténtico monumento al infortunio político y a la antidemocracia, mientras que Magdalena es hoy la ministra peor valorada del gabinete de Zapatero y motivo permanente de risas y chanzas en toda España por su incompetencia, descaro, incapacidad para asumir culpas y dimitir y facilidad para culpar a los demás, incluyendo a los miembros de su equipo, de sus propios errores y fallos.
Para Andalucía, la imagen y la incompetencia de "Maleni" constituyen una verdadera sangría de prestigio que el presidente, cumpliendo con su deber de máximo responsable público de Andalucía, debería cortar de raiz.
Las barbaridades de Magadalena Álvarez forman ya una ristra de desatinos y de errores que afectan a trenes, carreteras, aeropuertos y servivios básicos y que en cualquier democracia seria del mundo habrían motivado seis o siete veces su dimisión como responsable. Pero los últimos errores de la ministra causan ya más risa que llanto en una sociedad española que se siente burlada por el poder y víctima impotente del mal gobierno y de la incompetencia política más aguda: el aeropuerto de Barajas cerrado durante cinco horas; carreteras nacionales cortadas; los accesos y salidas de la capital bloqueados; autobuses urbanos parados en mitad de las vías; miles de personas atrapadas en la carretera camino del trabajo; coches abandonados por sus dueños en los arcenes, ante la imposibilidad de continuar camino.... todo ello como resultado de una nevada que ni siquiera llegó a superar los 5 centímetros, pero que llevó el caos, el viernes 9 de enero, a la Comunidad de Madrid y que todavía tenía atrapados, 24 horas después, a miles de pasajeros en las terminales del aeropuerto.
Las dos "ministras" socialistas andaluzas que exportó Chaves al gobierno central, Carmen Calvo, de Cultura, ya cesada, y Magdalena Álvarez, todavía en su cargo, resultaron nefastas y una y otra han causado a Andalucía un terrible daño en prestigio e imagen. Carmen Calvo se hizo famosa por sus meteduras de pata y por aquella frase de que "el dinero público no es de nadie", auténtico monumento al infortunio político y a la antidemocracia, mientras que Magdalena es hoy la ministra peor valorada del gabinete de Zapatero y motivo permanente de risas y chanzas en toda España por su incompetencia, descaro, incapacidad para asumir culpas y dimitir y facilidad para culpar a los demás, incluyendo a los miembros de su equipo, de sus propios errores y fallos.
Para Andalucía, la imagen y la incompetencia de "Maleni" constituyen una verdadera sangría de prestigio que el presidente, cumpliendo con su deber de máximo responsable público de Andalucía, debería cortar de raiz.