Información y Opinión

Cataluña se juega hoy ser o no ser fascista



Lo que hoy se juega Cataluña no es la victoria del independentismo o del constitucionalismo, sino si esa tierra abraza o no el fascismo.
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La sociedad catalana vota hoy dividida, enferma de odio y tristemente manipulada y adoctrinada por una casta política todavía mas indecente que la española, lo que no es poco.

La campaña electoral ha puesto de relieve algunas verdades inquietantes sobre el independentismo catalán, maestro en la simulación y el engaño. Las cortinas que escondían la verdad caen y dejan al descubierto la verdad inquietante de que el alma del independentismo es nazi. La principal preocupación es la aparición de rasgos puramente fascistas, algo lógico si se tien en cuenta que los únicos aliados que apoyan en el mundo el proceso independentistas son grupos fascistas que añoran a Hitler, como los que sostienen al prófugo Puigdemont en Bélgica.

Algunos altos cargos de empresas que huyeron de Cataluña han afirmado en privado que "no hemos escapado tanto por el boicot a nuestros productos como por miedo al fascismo catalán que se avecina". Ya en 2005, el intelectual catalán Albert Boadellla advirtió que "En Cataluña la situación es cercana al prefascismo".

A partir de entonces hemos visto en Cataluña: amenazas de muerte en la Diada, ataques a sedes de PP y Ciudadanos, homenajes a terroristas asesinos de Terra Lliure, quema de banderas españolas, insultos y desprecios a todos los españoles en TV3 con presentadores y público riendo y aplaudiendo a raudales, boicot a los productos españoles (campaña de la Generalitat "compreu, no compreu"), un modelo que después se les volvería en contra al ser practicado también por el resto de los españoles, corrupción institucional generalizada (Banca Catalana, 3%, informes inútiles, Palau de la Música, los robos de los Pujol, etc.), embajadas ilegales abiertas en el extranjero, marginación de los que piensan diferente, puestos públicos copados por nacionalistas, estímulo del odio, adoctrinamiento en las escuelas, acoso a los hispanoparlantes y a los comerciantes no nacionalistas, medios de comunicación subvencionados y sometidos al poder, convertidos en prensa oficial del independentismo, y comportamientos tan genuinamente nazifascista como la exaltación de las diferencias entre los catalanes y el resto de los españoles, el recurso obsesivo al victimismo y líderes políticos envolviéndose en la senyera para justificar sus abusos, expolios y latrocinios.

La mejor manera de descubrir la naturaleza nazifascista del independentismo catalán es analizar los años previos a la llegada de Hitler al poder en la Alemania de los años 30 del pasado siglo. Las coincidencias son abrumadoras: odio como motor del movimiento, adoctrinamiento, acoso a los que piensan diferente, insultos a los adversarios, tergiversación de la Historia, mentiras elaboradas, promoción de los más viles, etc.. A Cataluña, si se la compara con el ascenso de los nazis al poder, sólo le queda cubrir la fase final, cuando comenzaron a matar a sus adversarios, y a conquistar el poder con las pistolas, algo que ya reclaman y utilizan como amenaza los mas radicales nacionalistas.

La base intelectual del fascismo se parece como dos gotas de agua al pensamiento que domina la Cataluña actual: plantea la sumisión de la razón a la voluntad y la acción, aplicando un nacionalismo fuertemente identitario, con componentes victimistas o revanchistas, lo que conduce a la violencia (ya sea por parte de las masas adoctrinadas o de las corporaciones de seguridad del régimen) contra aquellos que el Estado defina como enemigos mediante un eficaz aparato de propaganda.

Hoy, en la Cataluña convulsa, los catalanes se juegan el abrir las puertas o no a un futuro tenebroso de totalitarismo y odio. La otra opción, la de apoyar a los constitucionalistas, no es demasiado atractiva si se tiene en cuenta que detrás de esos partidos hay una España indeseable, injusta, adicta a la corrupción y al abuso de poder, mal gobernada, escasamente democrática y sin prestigio internacional., pero, comparada con la tormenta nazifascista que se esconde detrás de los Puigdemont, Mas, Junqueras, Forcadell, Romeva y los famosos "Jordis", la España corrupta es un paraíso donde cabe todavía la libertad y la esperanza en una regeneración que, bajo la bota fascista sería completamente imposible.

Francisco Rubiales

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Jueves, 21 de Diciembre 2017
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