Cataluña se hunde económicamente y ya estaría hundida del todo si no estuviera sostenida por las aportaciones que le hace el injusto y arbitrario gobierno español de Pedro Sánchez, dinero que extrae de nuestros impuestos y que sustrae de lo que le corresponde a otras autonomías más necesitadas. Más de una cuarta parte del endeudamiento total de las autonomías españolas, más del 27 por ciento, corresponde sólo a Cataluña.
Lo que los gobiernos españoles están haciendo con Cataluña, a la que financian el golpismo y la deslealtad, es una injusticia insoportable que viola principios constitucionales como el de la igualdad y el derecho de todos los pueblos de España a recibir con justicia proporcional el dinero del presupuesto.
En el presente, no es España la que roba a Cataluña sino que es Cataluña la que roba y esquilma a España, como ha ocurrido desde el siglo XVI y, de manera especial, desde el XVIII, cuando llegaron los borbones y se apoderaron de la Corona.
Pero el dinero no es el único regalo de la asustada y cobarde España oficial a la Cataluña rebelde. También se les permiten privilegios y ventajas al margen de la justicia distributiva y de la Constitución, como la apertura de embajadas por todo el planeta, el mantenimiento de una televisión hostil a España, como TV3, la lluvia de subvenciones que reciben asociaciones independentistas como ANC, Omnium y otras muchas y la utilización de recursos públicos para propagar la rebelión y cuidar del prófugo Puigdemont y de otros golpistas fugados.
La cobardía que demuestra Sánchez con sus injustas concesiones a Cataluña constituyen todo un récord de bajeza en la ya podrida democracia española. Muchos dicen que son concesiones a cambio de los votos que Sánchez necesita para gobernar, pero son algo más, sobre todo producto de la cobardía oficial de España y de la falta de principios y valores en la cúspide del poder político.
El entreguismo cobarde a Cataluña explica la obsesión de Pedro Sánchez por cobrar más impuestos a los ya atribulados y expoliados españoles. Quiere el dinero, sobre todo, para comprar la paz en Cataluña, cimentar su poder e invertir en cobardía e ignominia.
Pero Sánchez no es el único cobarde en la España corrupta e injusta del presente. Los demás gobiernos autonómicos y la ciudadanía en general no se rebelan contra la injusticia de entregar el grueso del dinero y los recursos a la autonomía catalana, la más desleal y hostil.
Solo a un país tan absurdo, injusto, surrealista y antidemocrático como España se le ocurre premiar a los que le odian y quieren destruirlo. No existen precedentes de tanta idiotez en el mundo moderno.
La Historia va a ser durísima al juzgar a España en el futuro, cuando tenga que evaluar el proceso catalán y descubra que los políticos fueron traidores a la democracia y a sus propio pueblo al hacer concesiones desproporcionadas e injustas a unos gobiernos catalanes que practicaban el golpismo, la deslealtad y las constantes violaciones a la Constitución y las leyes.
Francisco Rubiales
Lo que los gobiernos españoles están haciendo con Cataluña, a la que financian el golpismo y la deslealtad, es una injusticia insoportable que viola principios constitucionales como el de la igualdad y el derecho de todos los pueblos de España a recibir con justicia proporcional el dinero del presupuesto.
En el presente, no es España la que roba a Cataluña sino que es Cataluña la que roba y esquilma a España, como ha ocurrido desde el siglo XVI y, de manera especial, desde el XVIII, cuando llegaron los borbones y se apoderaron de la Corona.
Pero el dinero no es el único regalo de la asustada y cobarde España oficial a la Cataluña rebelde. También se les permiten privilegios y ventajas al margen de la justicia distributiva y de la Constitución, como la apertura de embajadas por todo el planeta, el mantenimiento de una televisión hostil a España, como TV3, la lluvia de subvenciones que reciben asociaciones independentistas como ANC, Omnium y otras muchas y la utilización de recursos públicos para propagar la rebelión y cuidar del prófugo Puigdemont y de otros golpistas fugados.
La cobardía que demuestra Sánchez con sus injustas concesiones a Cataluña constituyen todo un récord de bajeza en la ya podrida democracia española. Muchos dicen que son concesiones a cambio de los votos que Sánchez necesita para gobernar, pero son algo más, sobre todo producto de la cobardía oficial de España y de la falta de principios y valores en la cúspide del poder político.
El entreguismo cobarde a Cataluña explica la obsesión de Pedro Sánchez por cobrar más impuestos a los ya atribulados y expoliados españoles. Quiere el dinero, sobre todo, para comprar la paz en Cataluña, cimentar su poder e invertir en cobardía e ignominia.
Pero Sánchez no es el único cobarde en la España corrupta e injusta del presente. Los demás gobiernos autonómicos y la ciudadanía en general no se rebelan contra la injusticia de entregar el grueso del dinero y los recursos a la autonomía catalana, la más desleal y hostil.
Solo a un país tan absurdo, injusto, surrealista y antidemocrático como España se le ocurre premiar a los que le odian y quieren destruirlo. No existen precedentes de tanta idiotez en el mundo moderno.
La Historia va a ser durísima al juzgar a España en el futuro, cuando tenga que evaluar el proceso catalán y descubra que los políticos fueron traidores a la democracia y a sus propio pueblo al hacer concesiones desproporcionadas e injustas a unos gobiernos catalanes que practicaban el golpismo, la deslealtad y las constantes violaciones a la Constitución y las leyes.
Francisco Rubiales