Información y Opinión

Cataluña envenenada



Todo el veneno que los políticos han inoculado a la sociedad catalana durante las últimas décadas está mostrando sus estragos en estos momentos. Cataluña exhibe ante el mundo una sociedad enferma que, a pesar de ser la que disfruta de más autonomía y autogobierno de todas las regiones de la Unión Europea, ha decidido incumplir las leyes, violar el propio Estatuto Catalán y la Constitución Española y apoyar un auténtico golpe de Estado.
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El fiscal general del Estado ordena investigar el odio en Cataluña y los delitos derivados
El "espectáculo" catalán es sobrecogedor y síntoma claro de una sociedad enferma por el odio acumulado, el adoctrinamiento, la traición de sus gobernantes, la mentira, la división y la apuesta decidida por la ruptura. Una parte de la sociedad catalana ha decidido apoyar el golpe de Estado perpetrado por sus dirigentes políticos independentistas y han forzado la reacción de los tribunales de justicia y de una España que está decidida a respetar su unidad.

Los síntomas de la enfermedad catalana son el odio en las calles y plazas, como motor de las masas, un deseo de independencia basado en mentiras y en convicciones irrealizables, gobernantes que se saltan las leyes e incumplen las sentencias de los tribunales, un Parlamento que impide el debate y cambia las normas vigentes para imponer el criterio del independentismo, la organización de un referéndum ilegal e ilegítimo, convocado en contra de las leyes vigentes, y una influencia y poder desmedidos de grupos extremistas y antisistema que han sido irresponsablemente acogidos en el bloque independentista.

El independentismo catalán lleva décadas preparando el estallido irresponsable que hoy se percibe en las calles y el golpe de estado contra la España constitucional. Lo ha preparado adoctrinando a los niños en las escuelas, tergiversando la Historia, mintiendo a los ciudadanos, marginando a los que querían ser fieles a España, acosando el idioma español, castigando a los que hablaban la lengua española común y sembrando el odio a todo lo que represente a España.

Los políticos catalanes en el poder están ofreciendo una imagen antidemocrática difícil de igualar, agitando a las masas, provocando la revuelta, incumpliendo las leyes e incitando a su propio pueblo a la insubordinación y la revuelta.

Para colmo de males, descerebraos foráneos como Pablo Iglesias, lider de Podemos, se ha convertido en un inexplicable aliado de la insubordinación y el desorden al hablar, de manera irresponsable y falsa, de "presos políticos" en Cataluña, una acusación falsa que los españoles nunca olvidarán y que va a costarle la ruina en la política española porque hablar de "presos políticos" en una de las sociedades más libres y permisivas de Occidente es una injusticia insultante e intolerable.

Si lo que está sucediendo en Cataluña sucediera en cualquier región de Francia o Alemania, el presidente Puigdemont y sus secuaces habrían sido destituidos y encarcelados hace muchos meses.

Pero España, ante las agresiones independentistas a la ley y al orden, está reaccionando con mesura y proporcionalidad, sin estridencias, sin violencia y con respeto a la legalidad vigente, todo un ejemplo de prudencia y proporcionalidad que frustra a los que buscan violencia y ssngre para convertir el conflicto en una lucha fratricida.

El único gran pecado de España ante el desafío catalán ha sido la cobardía de su clase política, que, irresponsablemente, ha permitido que el mal catalán y el odio crezcan día a día, hasta alcanzar los actuales niveles, peligrosos y difíciles de controlar. Los responsables de esa cobarde dejadez deberían pagar el daño que también ellos han causado a España.

Sin la menor duda.

Francisco Rubiales

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Jueves, 21 de Septiembre 2017
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