Los responsables del abuso nacionalista en España se reúnen para cenar
Pregunten a un profesor de derecho constitucional que delito es mayor si el de los nazis separatistas catalanes o el de los gobernantes españoles que permitieron que Cataluña se llenara de odio a España y de desprecio a las leyes. Igual se llevan una sorpresa si escuchan que los nacionalistas han delinquido impulsados por su ideología, mientras que nuestros gobernantes lo han hecho solo por ansia de poder y por egoísmo antidemocrático, después de haber jurado o prometido hacer cumplir las leyes.
Es evidente que hacer lo que han hecho nuestros dirigentes políticos es legal, entre otras razones porque las leyes son benévolas con los que mandan, pero lo que han hecho es una brutalidad desde la ética, la decencia y el amor a España.
A los nacionalistas, de manera incomprensible, se les ha permitido de todo, desde incumplir sentencias de los tribunales superiores hasta saquear el erario, abrir embajadas como si fueran un Estado y manejar la enseñanza y los medios de comunicación como lo hacen las tiranías, para mentir, engañar, adoctrinar y esparcir el odio.
Los que han permitido eso merecen ser castigados, no sé si más o menos que Puigdemont, por mucha impunidad que se auto atribuyan desde la inmoralidad antidemocrática, al igual que los partidos políticos que han permitido ese inmenso abuso sucio de poder.
Los españoles demócratas no se sentirán satisfechos hasta que paguen lo que han hecho no sólo Puigdemont y sus seguidores, que han puesto en grave peligro la convivencia y la paz, sino también sus cómplices españoles, que tenían la obligación de impedirles el abuso, la rapiña y el odio y no solo no lo hicieron sino que les premiaron con privilegios y riquezas exclusivas y que nunca estuvieron al alcance de los buenos españoles, cumplidores y decentes.
La regeneración de España tiene una vertiente judicial que es clave, como lo fue en la Italia de los años ochenta, cuando los jueces de manos limpias hicieron desaparecer del mapa a partidos que estaban podridos, como la Democracia Cristiana, el Partido Comunista y el Socialista. La condena de Puigdemont como líder de una conspiración brutal contra España al margen de la ley es vital, pero no más vital que la condena del comportamiento político traidor de los políticos españoles y los partidos que han permitido a vascos y catalanes abusos, arbitrariedades y hasta delitos, a cambio de votos y apoyos.
Francisco Rubiales
Es evidente que hacer lo que han hecho nuestros dirigentes políticos es legal, entre otras razones porque las leyes son benévolas con los que mandan, pero lo que han hecho es una brutalidad desde la ética, la decencia y el amor a España.
A los nacionalistas, de manera incomprensible, se les ha permitido de todo, desde incumplir sentencias de los tribunales superiores hasta saquear el erario, abrir embajadas como si fueran un Estado y manejar la enseñanza y los medios de comunicación como lo hacen las tiranías, para mentir, engañar, adoctrinar y esparcir el odio.
Los que han permitido eso merecen ser castigados, no sé si más o menos que Puigdemont, por mucha impunidad que se auto atribuyan desde la inmoralidad antidemocrática, al igual que los partidos políticos que han permitido ese inmenso abuso sucio de poder.
Los españoles demócratas no se sentirán satisfechos hasta que paguen lo que han hecho no sólo Puigdemont y sus seguidores, que han puesto en grave peligro la convivencia y la paz, sino también sus cómplices españoles, que tenían la obligación de impedirles el abuso, la rapiña y el odio y no solo no lo hicieron sino que les premiaron con privilegios y riquezas exclusivas y que nunca estuvieron al alcance de los buenos españoles, cumplidores y decentes.
La regeneración de España tiene una vertiente judicial que es clave, como lo fue en la Italia de los años ochenta, cuando los jueces de manos limpias hicieron desaparecer del mapa a partidos que estaban podridos, como la Democracia Cristiana, el Partido Comunista y el Socialista. La condena de Puigdemont como líder de una conspiración brutal contra España al margen de la ley es vital, pero no más vital que la condena del comportamiento político traidor de los políticos españoles y los partidos que han permitido a vascos y catalanes abusos, arbitrariedades y hasta delitos, a cambio de votos y apoyos.
Francisco Rubiales