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CHÁVEZ: DICTADURA A LA VISTA (2 y fin)





En un esclarecedor artículo del pasado mes de octubre publicado en “El País”, “Decálogo del populismo iberoamericano”, el escritor mexicano Enrique Krauze, afirma entre otras cosas: “El populismo en Iberoamérica ha adoptado una desconcertante amalgama de posturas ideológicas. Izquierdas y derechas podrían reivindicar para si la paternidad del populismo, todas al conjuro de la palabra mágica: “pueblo”. En él pone como ejemplo a dos figuras aparentemente antagónicas: el general Juan Domingo Perón, admirador de Mussolini, y al comandante Hugo Chávez, al que denomina “populista posmoderno”, venerador de Castro y bandera del “nuevo socialismo”. Entre los rasgos que caracterizan a los populismos, según Krauze, destacan “el desprecio del orden legal” y la permanente actitud de “minar, dominar y, en último término, domesticar o cancelar las instituciones de la democracia liberal, además de utilizar hasta el hartazgo “al enemigo exterior para desviar la atención sobre los problemas internos”. Perón y Chávez, ejemplos paradigmáticos una vez más.

Nos encontramos, entonces, en un momento en que los partidarios de Chávez en el Parlamento venezolano podrán cambiar la Constitución para que su líder –como ya lo han expresado sin ambages- pueda ser reelegido hasta 2030, o podrán aprobar cuántas leyes deseen. No obstante, este será un triunfo pírrico, ya que todo lo que hagan será contra la voluntad de la inmensa mayoría de los venezolanos. O sea, lo que hagan tendrá poca legitimidad y, además, un carácter provisional, sin duda.

Según Henry Ramos, secretario general del partido socialdemócrata AD, que no dudó, hace ya tiempo, en calificar al régimen de Chávez “de puro fascismo”, aseguraba hace unos días que “no hay militantes revolucionarios, sino gente necesitada que se aprovecha de la pretendida revolución. La tolera mientras le dé algo. Chávez tiene poco que mostrar de sus realizaciones en siete años”. Otros analistas venezolanos, poco afines con “líder bolivariano”, insisten en que “los más hartos son los más pobres de Venezuela, quiénes ven que a pesar de los 350 mil millones de dólares que ha ingresado el país en siete años, nunca saldrán de la miseria”.

Por su parte Lluis Foix, en un reciente artículo en “La Vanguardia”, asegura que “si el estilo Chávez –basado en el control del poder judicial, el ejército y los medios de comunicación, y en una retórica trasnochada- se extiende por América latina, las frágiles democracias saldrán perdiendo”. También condena la venta de armas por parte de España a Chávez, con un argumento prístino: “Aunque no sean para la guerra, estas armas pueden utilizarse internamente para perpetuarse en el poder”.

Los venezolanos se encuentran en un momento crucial, ya que no les será fácil desembarazarse de Chávez, un populista de nuevo cuño y vetustas ideas. Como muy bien apunta en su “Decálogo” el mexicano Enrique Krauze, “sobre todo porque el populismo tiene una naturaleza perversamente +moderada+ o +provisional+: no termina por ser plenamente dictatorial ni totalitario, por eso alimenta sin cesar la engañosa ilusión de un futuro mejor”.

Pero, además, porque ya ha comenzado a desarrollar su estrategia de “exportación de la revolución bolivariana”, con la que pretende ocupar espacios de poder en el ámbito latinoamericano, de conseguir aliados al precio que sea, como nos recuerda el escritor argentino Horacio Vázquez-Rial, en su artículo “Las elecciones bolivianas las ganará Chávez”, -en el caso de triunfar Evo Morales, como ha ocurrido-, publicado el 12 de diciembre en “Libertad Digital”. Si esto sucede, explica Vázquez-Rial, “será el triunfo del atraso económico, la postergación de la democracia y la instauración definitiva de la producción legal de drogas, además de reforzamiento de los lazos de Bolivia con Chávez, Castro, Kirchner y compañía”.

Al nuevo “ideólogo bolivariano”, no obstante, habría que recordarle que en su intento de convertirse en un émulo del absolutista Luis XIV (“El Estado soy yo”), ha olvidado una de las más importantes advertencias de su supuesto mentor, el gran Simón Bolívar, quien no dudó al decir: “Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos”.


FIN

Franky  
Martes, 10 de Enero 2006
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