Colaboraciones

CATALUÑA Y SUS NACIONALISTAS





He tenido que venir un tiempo a Barcelona; paseo y deambulo por variados lugares y por sus calles y la gente va y viene en su normalidad, está en su quehacer ajena al referendum, desinteresada de entelequias y estatutos. Como todo español quiere su agua y su pan de cada día y que no falte a nadie; busca su colocación y su trabajo, obtener provecho y comprar su piso, andar en seguridad; que la delincuencia sea domeñada, que el terrorismo desaparezca y entregue las armas, que los impuestos no lo ahoguen, que el campo florezca y se labre al sol de la mañana. No se ve ambiente de votación. El ataque y apaleamiento de Arcadio Espada a manos de unos ignorantes manipulados, aquí, no ha levantado aspavientos; lo supimos por la prensa.

Cataluña se mueve en la templanza de su benigno clima azul. Sólo sufre el invento del Nuevo Estatuto cacareado por el interés de los enfermizos partidos nacionalistas; la mayoría de la población catalana anda desentendida de ese remedo de Constitución, engendro innecesario, acariciado por el clan po­lítico local, y auspiciado por el ronroneo del hombrecete del talante que aún no ha explicado el porqué de su amparo y sostén a tal embrollo. Ellos, esos politiquillos de la mediocridad, son los que crispan, embrollan el aire, con su intransigencia fascista, al propagar su victimismo de que la critica al Estatuto supone denigrar a Cataluña, al redactar un lema que señala la supuesta malignidad del PP, cuya idea negativa sobrevalora el potencial de sus contrarios. Es la memoria subconsciente de antiguos aprendizajes, restos de la otra España, aquella de la invectiva judeo-masónica, de la patria una, grande y católica.

José Ortega y Gasset decía en las Cortes Repu­blicanas Constituyentes: “Yo sostengo que el problema catalán, como to­dos los parejos a él, que han existido y existen en otras naciones, es un problema que no se puede resolver, que sólo se puede conlle­var; y al decir esto, conste que significo con ello, no sólo que los demás españo­les tenemos que conllevarnos con los catalanes, sino que los catalanes también tienen que conllevarse con demás españoles”. La cuestión, en efecto, no ha cambiado. La historia una y otra vez sigue dando sus enseñanzas, pero, cuando van cayendo en el vacío de mentes que no quieren aprender, sus directrices y verdades no calan en la estulticia, no surten su efecto corrector y orientador de las conductas y los hombres vuelven a tropezar y a sostener sus errores sin enmienda posible.

Es propio de miseria conceptual proponer hoy, cuando el mundo se amplía, las fronteras se diluyen y las naciones se unen, la reducción del ámbito nacional, la vuelta al cantonalismo o la reproducción de los reinos de taifas. .

Camilo Valverde Mudarra


Franky  
Miércoles, 14 de Junio 2006
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