Los dos partidos noveles (UpyD y Ciudadanos) se lanzaron a buscar representantes para las autonómicas y si bien el primero no ha tenido dificultad para encontrar gente y equipos, el partido con sede en Cataluña no ha sido acogido con la misma simpatía y no ha recibido apoyo suficiente.
Ambos partidos, por su frescura y la oportunidad de sus planteamientos y mensajes, merecían el apoyo masivo de los demócratas españoles, pero las circunstancias han hecho que el de Rosa Diez crezca como la espuma, mientras que el de Albert Rivera se vea obligado a limitar su apuesta política a las tierras catalanas.
Ciudadanos merecía un lugar de honor en el futuro de la política española porque fue el que abrió camino con planteamientos frescos, solidarios y orientados a recuperar la concordia y el sentido de nación, pero, por desgracia, ha tenido que pagar por culpas ajenas, sobre todo por las ofensas y errores de políticos de tan bajo perfil y calidad como Carod Rovira, Montilla y otros muchos miembros de un nacionalismo catalán que se ha hecho cada día más excluyente, antipático y antiespañol.
¿Es que su alto jefe no tiene carisma? ¿Tienen un programa equivocado? ¿No defienden puntos que son comunes a España? Pues, con sinceridad, estimo que de nada de eso pecan o son deficitarios. Entonces, ¿por qué solo 45.000 votos en las Generales a pesar de ya estar establecidos en Cataluña con tres representantes y tener un rodaje valioso, digno de tenerse en cuenta? ¿Por qué están tan faltos de apoyo en Galicia y Vascongadas? La única conclusión lógica es que el partido ubicado en Cataluña no tiene otra cosa en contra que su origen catalán.
La gente del resto de España, que, obedientemente, ha soportado la economía catalana comprando sus productos durante decenios, no encajó los insultos de quienes los catalanes eligieron como representantes. El ciudadano español, indignado ante las ofensas y provocaciones del nacionalismo catalán, se volcó en la compra selectiva, sin fecha de caducidad, y ahora vuelve a pasar factura al no abrir los brazos a un partido catalán, que, aunque lleva en su programa puntos esperados por los demócratas y compartidos por cientos de miles de ciudadanos, no le dan cobijo porque es catalán.
Desgraciadamente, Cataluña hoy es sinónimo de separatismo, egoísmo y arrogancia. Una región donde se queman banderas españolas, donde se persigue el idioma común y se multa si los letreros en las tiendas no están en catalán, tiene que esperar la lógica respuesta indignada de los españoles. Un territorio donde sus políticos electos ofenden el concepto de España y donde los televidentes se carcajean cuando un titiritero mediocre como Rubianes habla de "La Puta España" no puede esperar apoyo o aceptación a sus iniciativas políticas, aunque sean, como ocurre con Ciudadanos, encomiables.
Ciudadanos, por su origen catalán, ha tenido que pagar una factura que no merece. El espacio que le correspondía por su valiosa iniciativa cívica y democrática lo ha ocupado otro partido con similar enfoque: UpyD, al que la ciudadanía española no ha penalizado.
Ligur
Ambos partidos, por su frescura y la oportunidad de sus planteamientos y mensajes, merecían el apoyo masivo de los demócratas españoles, pero las circunstancias han hecho que el de Rosa Diez crezca como la espuma, mientras que el de Albert Rivera se vea obligado a limitar su apuesta política a las tierras catalanas.
Ciudadanos merecía un lugar de honor en el futuro de la política española porque fue el que abrió camino con planteamientos frescos, solidarios y orientados a recuperar la concordia y el sentido de nación, pero, por desgracia, ha tenido que pagar por culpas ajenas, sobre todo por las ofensas y errores de políticos de tan bajo perfil y calidad como Carod Rovira, Montilla y otros muchos miembros de un nacionalismo catalán que se ha hecho cada día más excluyente, antipático y antiespañol.
¿Es que su alto jefe no tiene carisma? ¿Tienen un programa equivocado? ¿No defienden puntos que son comunes a España? Pues, con sinceridad, estimo que de nada de eso pecan o son deficitarios. Entonces, ¿por qué solo 45.000 votos en las Generales a pesar de ya estar establecidos en Cataluña con tres representantes y tener un rodaje valioso, digno de tenerse en cuenta? ¿Por qué están tan faltos de apoyo en Galicia y Vascongadas? La única conclusión lógica es que el partido ubicado en Cataluña no tiene otra cosa en contra que su origen catalán.
La gente del resto de España, que, obedientemente, ha soportado la economía catalana comprando sus productos durante decenios, no encajó los insultos de quienes los catalanes eligieron como representantes. El ciudadano español, indignado ante las ofensas y provocaciones del nacionalismo catalán, se volcó en la compra selectiva, sin fecha de caducidad, y ahora vuelve a pasar factura al no abrir los brazos a un partido catalán, que, aunque lleva en su programa puntos esperados por los demócratas y compartidos por cientos de miles de ciudadanos, no le dan cobijo porque es catalán.
Desgraciadamente, Cataluña hoy es sinónimo de separatismo, egoísmo y arrogancia. Una región donde se queman banderas españolas, donde se persigue el idioma común y se multa si los letreros en las tiendas no están en catalán, tiene que esperar la lógica respuesta indignada de los españoles. Un territorio donde sus políticos electos ofenden el concepto de España y donde los televidentes se carcajean cuando un titiritero mediocre como Rubianes habla de "La Puta España" no puede esperar apoyo o aceptación a sus iniciativas políticas, aunque sean, como ocurre con Ciudadanos, encomiables.
Ciudadanos, por su origen catalán, ha tenido que pagar una factura que no merece. El espacio que le correspondía por su valiosa iniciativa cívica y democrática lo ha ocupado otro partido con similar enfoque: UpyD, al que la ciudadanía española no ha penalizado.
Ligur