Muy deshonrado president de la Generalitat:
Lamento haber tenido que comenzar la presente cartilla de la guisa que queda expresada, mudándole a usted el esperado “honorable” por el abaldonador “deshonrado”, pero es que uno ama, sobre todo, la verdad; y ésta, como Antonio Machado dijo y dejó escrito en letras de molde, es la que es, “dígala Agamenón o su porquero”.
In illo témpore, cuando usted era todavía alcalde de Barcelona, el menda lerenda, “Otramotro”, le colocó a vuestra merced tan arriba en el escalafón, escalera o posición (ergo, la culpa acaso no la tenga enteramente vos, sino –y en buena parte- nosotros, quienes le subimos a usted a los altares pensando que el milagro de las olimpiadas era, en un buen porcentaje, suyo) que, desde entonces, por una razón (más bien sinrazón) o por otra, por una metedura o “meteblanda” suya de pata, le he ido bajando, peldaño a peldaño, desde donde se hallaba, acabando por ubicarle ayer en el mismo suelo, a la altura del barro, donde, sin duda, se merece.
El “trágala” de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), proponiendo a Xavier Vendrell, secretario de Organización y Finanzas de la citada formación independentista (que está siendo investigado por la Fiscalía por haber remitido cartas a trabajadores contratados por la Generalitat reclamándoles una contribución dineraria al partido), como conseller de Gobernación, que usted ha aceptado sin rechistar, ha sido la gota que ha venido a colmar el vaso de su deshonra.
Los latinos, que distinguieron entre los vocablos “potestas” y “auctoritas”, al parecer, tomaron de la realidad un caso ejemplar, muy semejante al suyo, para establecer y/o sentar las bases de sus arquetípicas diferencias.
Anne Dudley Bradstreet escribió y esgrimió que “la autoridad sin sabiduría es como un pesado cincel sin filo; sólo sirve para abollar, no para esculpir”.
Ángel Sáez García
Lamento haber tenido que comenzar la presente cartilla de la guisa que queda expresada, mudándole a usted el esperado “honorable” por el abaldonador “deshonrado”, pero es que uno ama, sobre todo, la verdad; y ésta, como Antonio Machado dijo y dejó escrito en letras de molde, es la que es, “dígala Agamenón o su porquero”.
In illo témpore, cuando usted era todavía alcalde de Barcelona, el menda lerenda, “Otramotro”, le colocó a vuestra merced tan arriba en el escalafón, escalera o posición (ergo, la culpa acaso no la tenga enteramente vos, sino –y en buena parte- nosotros, quienes le subimos a usted a los altares pensando que el milagro de las olimpiadas era, en un buen porcentaje, suyo) que, desde entonces, por una razón (más bien sinrazón) o por otra, por una metedura o “meteblanda” suya de pata, le he ido bajando, peldaño a peldaño, desde donde se hallaba, acabando por ubicarle ayer en el mismo suelo, a la altura del barro, donde, sin duda, se merece.
El “trágala” de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), proponiendo a Xavier Vendrell, secretario de Organización y Finanzas de la citada formación independentista (que está siendo investigado por la Fiscalía por haber remitido cartas a trabajadores contratados por la Generalitat reclamándoles una contribución dineraria al partido), como conseller de Gobernación, que usted ha aceptado sin rechistar, ha sido la gota que ha venido a colmar el vaso de su deshonra.
Los latinos, que distinguieron entre los vocablos “potestas” y “auctoritas”, al parecer, tomaron de la realidad un caso ejemplar, muy semejante al suyo, para establecer y/o sentar las bases de sus arquetípicas diferencias.
Anne Dudley Bradstreet escribió y esgrimió que “la autoridad sin sabiduría es como un pesado cincel sin filo; sólo sirve para abollar, no para esculpir”.
Ángel Sáez García