En Irak, el yihadismo ha proclamado el Califato, cuyo presidente es el terrorista Abú Bakr al-Bagdadí, bajo su recién estrenada advocación teológica de “califa Ibrahim”. Con la intención de consolidarse, aplica una campaña sistemática de limpieza étnica, a fin de eliminar todo rastro de los no árabes y musulmanes no sunitas; exige fidelidad al califa e impone una interpretación muy severa del Islam en la línea de los talibanes en Afganistán; por ello, presiona con las ejecuciones y difunde vídeos con la decapitación de rehenes secuestrados: unos periodistas de EE.UU, británicos y amenaza con otros. La brutalidad de estos terribles actos conmociona a la opinión pública; le hacen decir al periodista condenado que él es víctima de la política exterior de Obama y que él está pagando con su vida el precio de la intervención de EE.UU en Irak.
El ejercito estadounidense está lanzando ataques selectivos como medio de protección, ayuda humanitaria y destrucción de sus posiciones y posibilidades, a fin de frenar el avance de la agresión; lamentablemente, la intervención militar es ahora mismo la única manera de poner coto al terrorismo del IS (Estado Islámico); se podrá acusar a EEUU de haberse marchado de Irak sin conseguir la estabilización de la zona, pero es el único país que se atreve a implicarse y atacar; es preciso pararles los pies e impedir las acometidas de estos fanáticos islamistas y destruir sus capacidades bélicas. A esta iniciativa estadounidense, ya se han sumado distintos países, G. Bretaña, Francia, España y Alemania; casi la mitad de los miembros de la UE están enviando armamento a los kurdos, pero no hay garantía de que lleguen a sus destinatarios y no acaben en manos del IS.
Trata de expandirse en Oriente Medio y de momento, lo está consiguiendo; mientras, la comunidad internacional, mira, impasible, hacia otra parte. Los cristianos y las confesiones minoritarias presentes en las zonas en su poder sufren persecución sistemática y todos son declarados apóstatas; hostiga a los cristianos y no los deja vivir en paz, no tienen vida; miles de refugiados huyen del IS, que destruye la cruz de las iglesias y corta la cabeza a niños y las exhibe en estacas; han advertido a los cristianos que tienen tres opciones: convertirse al Islam, pagar un impuesto especial, para poder practicar su religión o ser fusilados; no cumplir el mandato es hacerse reo de pena de muerte, en una zona en la que las ejecuciones masivas son parte de la rutina yihadista del nuevo Estado, el problema es que el norte de Irak y de Siria, donde se ha instalado este califato, es cuna de un auténtico mosaico de religiones, confesiones milenarias preislámicas y poco conocidas, que convivían con musulmanes –suníes y chiíes- cristianos asirios y caldeos y hasta mandeos, religión monoteísta nacida a orillas de los ríos Tigris y Éufrates, que es considerada la única fe gnóstica que sobrevive de la antigüedad, hasta que se izaron las banderas negras del EI. El informe de la ONU dibuja un panorama desolador para los civiles y Acnur califica Siria, como la mayor emergencia de nuestra era.
Las mujeres y niños huyen de la violencia en Mosul, la antigua Nínive. "Ha sido una historia diferente para los 3.000 cristianos de Mosul que fueron expulsados de sus hogares en el norte de Irak por los fanáticos islamistas que emiten una voz por los altavoces de las mezquitas de la ciudad, que ordena convertirse al Islam, se sometan a su dominio y paguen un impuesto religioso, de lo contrario serán condenados a muerte, si desobedecen y se quedan. La última en salir fue una mujer discapacitada que al final no lo logró. Los fanáticos llegaron a su casa y le dijeron que iban a cortarle la cabeza con una espada". Nuestros hermanos en Irak urgen de nuestras oraciones. Ante la masacre sólo EEUU se ha percatado de su gravedad: “La campaña de terror del IS contra los inocentes, incluida la minoría cristiana, dice J. Kerry, muestra signos de un genocidio”.
Un yihadista armado hasta los dientes ha aparecido en televisión, diciendo cargado de odio y armas, que el califato ha de reconquistar Al-Andalus, “la tierra de nuestros abuelos”. Tal amenaza ha de hacer temblar a Occidente, pues Al-Andalus no se circunscribe sólo Andalucía, la frontera va más allá de la línea del Ebro y habrá que situarla en el Mediodía francés a la altura de Touluse.
C. Mudarra
El ejercito estadounidense está lanzando ataques selectivos como medio de protección, ayuda humanitaria y destrucción de sus posiciones y posibilidades, a fin de frenar el avance de la agresión; lamentablemente, la intervención militar es ahora mismo la única manera de poner coto al terrorismo del IS (Estado Islámico); se podrá acusar a EEUU de haberse marchado de Irak sin conseguir la estabilización de la zona, pero es el único país que se atreve a implicarse y atacar; es preciso pararles los pies e impedir las acometidas de estos fanáticos islamistas y destruir sus capacidades bélicas. A esta iniciativa estadounidense, ya se han sumado distintos países, G. Bretaña, Francia, España y Alemania; casi la mitad de los miembros de la UE están enviando armamento a los kurdos, pero no hay garantía de que lleguen a sus destinatarios y no acaben en manos del IS.
Trata de expandirse en Oriente Medio y de momento, lo está consiguiendo; mientras, la comunidad internacional, mira, impasible, hacia otra parte. Los cristianos y las confesiones minoritarias presentes en las zonas en su poder sufren persecución sistemática y todos son declarados apóstatas; hostiga a los cristianos y no los deja vivir en paz, no tienen vida; miles de refugiados huyen del IS, que destruye la cruz de las iglesias y corta la cabeza a niños y las exhibe en estacas; han advertido a los cristianos que tienen tres opciones: convertirse al Islam, pagar un impuesto especial, para poder practicar su religión o ser fusilados; no cumplir el mandato es hacerse reo de pena de muerte, en una zona en la que las ejecuciones masivas son parte de la rutina yihadista del nuevo Estado, el problema es que el norte de Irak y de Siria, donde se ha instalado este califato, es cuna de un auténtico mosaico de religiones, confesiones milenarias preislámicas y poco conocidas, que convivían con musulmanes –suníes y chiíes- cristianos asirios y caldeos y hasta mandeos, religión monoteísta nacida a orillas de los ríos Tigris y Éufrates, que es considerada la única fe gnóstica que sobrevive de la antigüedad, hasta que se izaron las banderas negras del EI. El informe de la ONU dibuja un panorama desolador para los civiles y Acnur califica Siria, como la mayor emergencia de nuestra era.
Las mujeres y niños huyen de la violencia en Mosul, la antigua Nínive. "Ha sido una historia diferente para los 3.000 cristianos de Mosul que fueron expulsados de sus hogares en el norte de Irak por los fanáticos islamistas que emiten una voz por los altavoces de las mezquitas de la ciudad, que ordena convertirse al Islam, se sometan a su dominio y paguen un impuesto religioso, de lo contrario serán condenados a muerte, si desobedecen y se quedan. La última en salir fue una mujer discapacitada que al final no lo logró. Los fanáticos llegaron a su casa y le dijeron que iban a cortarle la cabeza con una espada". Nuestros hermanos en Irak urgen de nuestras oraciones. Ante la masacre sólo EEUU se ha percatado de su gravedad: “La campaña de terror del IS contra los inocentes, incluida la minoría cristiana, dice J. Kerry, muestra signos de un genocidio”.
Un yihadista armado hasta los dientes ha aparecido en televisión, diciendo cargado de odio y armas, que el califato ha de reconquistar Al-Andalus, “la tierra de nuestros abuelos”. Tal amenaza ha de hacer temblar a Occidente, pues Al-Andalus no se circunscribe sólo Andalucía, la frontera va más allá de la línea del Ebro y habrá que situarla en el Mediodía francés a la altura de Touluse.
C. Mudarra