El drama de la CCM, sobre el que el gobierno ni siquiera han tenido la decencia de informar a la ciudadanía con claridad, profundidad y veracidad, ha costado a los españoles más de un billon y medio de las antiguas pesetas, pero lo grave es que no existen garantías de que el dinero inyectado sirva para frenar el hundimiento de la CCM o para impedir que los políticos sigan arruinando a un país desarmado ante los desmanes de un poder que no posee frenos democráticos ni controles ciudadanos.
La ruína de la Caja de Castilla la Mancha es un compendio de todas las miserias y corrupciones del socialismo con poder político. Las chapuzas, los créditos concedidos a amigos del poder, los riesgos excesivos concentrados en el sector del ladrillo y corrupciones tapadas por el silencio, que provocarían vómitos a media España, quedarán probablemente impunes porque los políticos españoles están blindados y rara vez responden de sus errores, irregularidades y delitos.
Mario Conde, por irregularidades de menor calado y cuantía cometidas en Banesto, ingresó en prisión, pero en aquellos tiempo todavía quedaba algo de decencia democrática en España y la clase política todavía no había decidido blindarse ante la ley.
Numerosos medios recuerdan en estos días que la tragedia de la CCM tiene tres grandes protagonistas políticos: los dos últimos presidentes socialistas de la autonomía castellano manchega José Bono y José María Barreda, y el actual presidente de la entidad arruinada, el también socialista Hernández Moltó. Algunos medios de prensa los califican como "el bueno, el feo y el malo".
Los ciudadanos, que son los que al final pagarán la factura de las corrupciones y desmanes políticos castellanomanchegos, ni siquiera tienen el derecho a ser informados por una clase político que oculta con el silencio sus pecados y miserias.
España, secuestrada por una tropa política que nada aporta y mucho resta, camina con paso firme hacia su ruína, sin la protección de un Estado de derecho que no existe y con su sociedad desarmada y en manos de grupos de poder que acumulan déficits éticos incomprensibles.
Pero el drama de la CCM no es, ni mucho menos, el único en el ámbito de las cajas de ahorros, el más corrompido y degradado del sector financiero español, precisamente porque está gestionado por los políticos.
Los expertos opinan que hay por lo menos seis cajas de ahorros en peligro, todas ellas víctimas de los mismos males: fallos estratégicos de sus gestores políticos, amiguismo y una lluvia de créditos demasiado arriesgados, concedidos a amigos del poder que, generalmente, no se devuelven y que muchas veces son vergonzosamente condonados.
Esos mismos expertos creen que las cajas de ahorro, heridas de muerte por la invasión política, terminarán arruinadas y dinamitando todo el sistema bancario español, salvo que se limpien urgentemente de políticos y se devuelva la gestión a profesionales preparados e independientes.
La desconfianza en las cajas crece cada día más y sólo se restablecerá cuando ingresen en prisión las cúpulas corruptas de algunas cajas que han ido demasiado lejos en sus desmanes y abusos.
La ruína de la Caja de Castilla la Mancha es un compendio de todas las miserias y corrupciones del socialismo con poder político. Las chapuzas, los créditos concedidos a amigos del poder, los riesgos excesivos concentrados en el sector del ladrillo y corrupciones tapadas por el silencio, que provocarían vómitos a media España, quedarán probablemente impunes porque los políticos españoles están blindados y rara vez responden de sus errores, irregularidades y delitos.
Mario Conde, por irregularidades de menor calado y cuantía cometidas en Banesto, ingresó en prisión, pero en aquellos tiempo todavía quedaba algo de decencia democrática en España y la clase política todavía no había decidido blindarse ante la ley.
Numerosos medios recuerdan en estos días que la tragedia de la CCM tiene tres grandes protagonistas políticos: los dos últimos presidentes socialistas de la autonomía castellano manchega José Bono y José María Barreda, y el actual presidente de la entidad arruinada, el también socialista Hernández Moltó. Algunos medios de prensa los califican como "el bueno, el feo y el malo".
Los ciudadanos, que son los que al final pagarán la factura de las corrupciones y desmanes políticos castellanomanchegos, ni siquiera tienen el derecho a ser informados por una clase político que oculta con el silencio sus pecados y miserias.
España, secuestrada por una tropa política que nada aporta y mucho resta, camina con paso firme hacia su ruína, sin la protección de un Estado de derecho que no existe y con su sociedad desarmada y en manos de grupos de poder que acumulan déficits éticos incomprensibles.
Pero el drama de la CCM no es, ni mucho menos, el único en el ámbito de las cajas de ahorros, el más corrompido y degradado del sector financiero español, precisamente porque está gestionado por los políticos.
Los expertos opinan que hay por lo menos seis cajas de ahorros en peligro, todas ellas víctimas de los mismos males: fallos estratégicos de sus gestores políticos, amiguismo y una lluvia de créditos demasiado arriesgados, concedidos a amigos del poder que, generalmente, no se devuelven y que muchas veces son vergonzosamente condonados.
Esos mismos expertos creen que las cajas de ahorro, heridas de muerte por la invasión política, terminarán arruinadas y dinamitando todo el sistema bancario español, salvo que se limpien urgentemente de políticos y se devuelva la gestión a profesionales preparados e independientes.
La desconfianza en las cajas crece cada día más y sólo se restablecerá cuando ingresen en prisión las cúpulas corruptas de algunas cajas que han ido demasiado lejos en sus desmanes y abusos.