Director del FMI
Ante un año 2009 que amenaza con ser "muy malo", Dominique Strauss-Kahn, el director del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha pedido públicamente a los gobiernos de todos los países que impulsen políticas de estímulo fiscal para que la crisis económica no empeore. La mayoría de los gobiernos del mundo ya han emprendido esa ruta y están bajando los impuestos, consiguiendo así frenar el desempleo y algunos éxitos en la reactivación del dañado tejido productivo, pero el español Zapatero se niega a hacerlo y ha decidido que todos los recursos de España sean gestionados por los políticos, una casta bajo sospecha que ha demostrado hasta la saciedad su ineptitud para el mando y su profundo déficit ético y democrático.
Zapatero no sólo no baja los impuestos, como están haciendo la mayoría de los paises democráticos y prósperos del mundo, sino que los está subiendo de manera semiclandestina, no deflactando este año el índice de inflación, restando ventajas fiscales al contribuyente, incrementando las tasas municipales, potenciando las inspecciones de hacienda y urbanísticas, en busca de recaudar más por multas y penalizaciones, al mismo tiempo que multiplica por cuatro las multas de tráfico y pone en marcha otras decenas de trucos y mecanismos, todos ellos ideados para arrebatar al ciudadano parte del dinero que conserva en sus bolsillos para trasladarlo al de los políticos.
El socialista Zapatero está volcando casi todos los recursos del Estado en ayudas a los banqueros, a los que sí ha reducido la fiscalidad, y a los grandes capitalistas y empresarios, mientras que hace recaer todo el peso de la crisis sobre los trabajadores, profesionales y las clases medias. Toda una desvergüenza para alguien que se autoproclama "de izquierdas".
Por culpa de las recetas erróneas que administra el presidente del gobierno de España ante la crisis, la economía española marcha hoy peor que las demás de la Europa comunitaria, con más desempleo, más inflación, más cierre de empresas, más pobreza y mas depresión en todas las líneas de producción y creación de riqueza.
El camino impuesto en España por el gobierno parece la obra de un iluminado, rodeado de ineptos, aprovechados, aduladores e inútiles contumaces.
En lugar de impedir con medidas fiscales que la economía se hunda, Zapatero y su legión de torpes se jazta de que protegen con subsidios públicos a las cientos de miles de víctimas generadas por la torpeza gubernamental. Es como si los rectores del país se sintieran a gusto subvencionando a legiones de seres desamparados y empobrecidos desde un Estado paternal, protector y cada día más fuerte y soberbio.
Si por lo menos esa política de fortalecimiento del Estado viniera acompañada de un esfuerzo ejemplar de los políticos y de una entrega de los líderrees a la causa del servicio público, quizás el intervencionismo alocado de Zapatero tuviera algún sentido, pero ocurre justo lo contrario: el Estado, ante la crisis, blinda sus privilegios, incrementa su orrogancia y convierte a sus servidores, funcionarios y enchufados, en una élite que se mantiene al margen del desastre y que, osada y desvergonzada, se sube los sueldos, compra coches de lujo y avergüenza a los impotentes ye indignados ciudadanos de la cada día más empobrecida España.
Zapatero no sólo no baja los impuestos, como están haciendo la mayoría de los paises democráticos y prósperos del mundo, sino que los está subiendo de manera semiclandestina, no deflactando este año el índice de inflación, restando ventajas fiscales al contribuyente, incrementando las tasas municipales, potenciando las inspecciones de hacienda y urbanísticas, en busca de recaudar más por multas y penalizaciones, al mismo tiempo que multiplica por cuatro las multas de tráfico y pone en marcha otras decenas de trucos y mecanismos, todos ellos ideados para arrebatar al ciudadano parte del dinero que conserva en sus bolsillos para trasladarlo al de los políticos.
El socialista Zapatero está volcando casi todos los recursos del Estado en ayudas a los banqueros, a los que sí ha reducido la fiscalidad, y a los grandes capitalistas y empresarios, mientras que hace recaer todo el peso de la crisis sobre los trabajadores, profesionales y las clases medias. Toda una desvergüenza para alguien que se autoproclama "de izquierdas".
Por culpa de las recetas erróneas que administra el presidente del gobierno de España ante la crisis, la economía española marcha hoy peor que las demás de la Europa comunitaria, con más desempleo, más inflación, más cierre de empresas, más pobreza y mas depresión en todas las líneas de producción y creación de riqueza.
El camino impuesto en España por el gobierno parece la obra de un iluminado, rodeado de ineptos, aprovechados, aduladores e inútiles contumaces.
En lugar de impedir con medidas fiscales que la economía se hunda, Zapatero y su legión de torpes se jazta de que protegen con subsidios públicos a las cientos de miles de víctimas generadas por la torpeza gubernamental. Es como si los rectores del país se sintieran a gusto subvencionando a legiones de seres desamparados y empobrecidos desde un Estado paternal, protector y cada día más fuerte y soberbio.
Si por lo menos esa política de fortalecimiento del Estado viniera acompañada de un esfuerzo ejemplar de los políticos y de una entrega de los líderrees a la causa del servicio público, quizás el intervencionismo alocado de Zapatero tuviera algún sentido, pero ocurre justo lo contrario: el Estado, ante la crisis, blinda sus privilegios, incrementa su orrogancia y convierte a sus servidores, funcionarios y enchufados, en una élite que se mantiene al margen del desastre y que, osada y desvergonzada, se sube los sueldos, compra coches de lujo y avergüenza a los impotentes ye indignados ciudadanos de la cada día más empobrecida España.
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