Colaboraciones

BEIJING 2008: TRIUNFO CHINO Y FRACASO DE LA LIBERTAD





Espectacular. Soberbia. Impresionante. La imagen y el espectáculo para el mundo entero de un país poderoso llevada a millones de personas a través de la televisión. Millones de dólares invertidos en el espectáculo y en la propaganda por el Gobierno chino. Así fueron las ceremonias de inauguración y clausura de los juegos olímpicos en Pekín.

A mi lado la revista Misión de China que nos envían por colaborar modestamente con los pobres de China a través de las obras misionales de la Compañía de Jesús. Familias de campesinos viven miserablemente y hacinados en la más absoluta pobreza. Millones de campesinos chinos que carecen de casas dignas, de comida, de trabajo suficiente para mantener a su familia, que se desprenden de sus hijos porque no pueden mantener una boca más.

Cada cuatro años los pueblos libres se reunían para celebrar los juegos olímpicos. Y en Pekín estaban los dirigentes elegidos democráticamente, líderes defensores de los derechos humanos y hombres libres mezclados con los dictadores de países totalitarios, con los conculcadores y burladores de los derechos humanos, con los hombres que imponen el totalitarismo y encarcelan la libertad.

Los chinos de a pie estaban en las calles para ver los fuegos artificiales que se retransmitían a todo el mundo, pero faltaban los que estaban en prisión por su ideas políticas o por vivir la peligrosa religión cristiana, los que habían perdido sus pobres casas para que se pudiesen hacer las grandes obras olímpicas en el terreno que ocupaban, los que se consideraban potencialmente peligrosos por la autoridades.

Ahora es tiempo de hablar de deportes, dijo un presentador de televisión española después de haber apuntado levemente algo sobre la falta de derechos humanos. Y allí estaban los beautiful de las casa reales y del comité olímpico, las televisiones del mundo poniéndose mordazas voluntariamente, dando brillo a unos juegos que tapan con un magnífico espectáculo una realidad cruel. La realidad de un pueblo que vive sin libertad en una dictadura comunista. Pero occidente ha vendido sus ideales, su defensa de la libertad porque ha descubierto un valor más fuerte que ninguno: el dinero.

No sé si el espíritu olímpico llegará más alto y más lejos que ha llegado en estos juegos. No os metáis en política, no os compliquéis la vida, nosotros a los nuestro. Que siga el espectáculo.

M. Vecino

   
Martes, 2 de Septiembre 2008
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