gesto condenable
Es cierto que fue provocado por una pandilla de fanáticos esclavos de la izquierda, pero eso no justifica su gesto grosero, impropio de un ex presidente de gobierno de España, todo un símbolo de la nación. Su actitud, además de demostrar su escasa talla como demócrata y como modelo político, perjudica a su partido y permite a muchos españoles generalizar y afirmar eso tan terrible de que "todos los políticos son iguales".
Aznar dejó en España un recuerdo agridulce. En lo económico, realizó una labor de gran valor y altura al introducir en el gobierno una disciplina, una austeridad y un acierto que permitieron a España entrar en la Eurozona y crecer de manera prodigiosa durante más de una década. Pero, en lo político, su labor fue digna de olvido por su adhesión a la partitocracia, a la que fortaleció, por su fácil convivencia con la corrupción, que toleró en los ámbitos del poder, por el incumplimiento de su promesa electoral de "regenerar la democracia", por no haber logrado reformar la enseñanza durante sus mandato (su nueva ley llegó tan tarde que pudo ser derogada por los socialistas cuando apenas había entrado en vigor), por haberse mantenido impasible ante la oleada de abortos que convirtió a España, durante su mandato, en un matadero internacional de fetos, por haber impulsado aquel infame "Pacto por la Justicia" que permite a los partidos políticos nombrar jueces y magistrados y, sobre todo, por gestos y actitudes arrogantes, impropias de un demócrata, como la participación en la guerra d Irak, realizada en contra de la opinión de las mayorías ciudadanas, la "imperial" boda de su hija y la designación "a dedo", sin un gramo de democracia, de Mariano Rajoy como su "sucesor y heredero".
Aznar dejó en España un recuerdo agridulce. En lo económico, realizó una labor de gran valor y altura al introducir en el gobierno una disciplina, una austeridad y un acierto que permitieron a España entrar en la Eurozona y crecer de manera prodigiosa durante más de una década. Pero, en lo político, su labor fue digna de olvido por su adhesión a la partitocracia, a la que fortaleció, por su fácil convivencia con la corrupción, que toleró en los ámbitos del poder, por el incumplimiento de su promesa electoral de "regenerar la democracia", por no haber logrado reformar la enseñanza durante sus mandato (su nueva ley llegó tan tarde que pudo ser derogada por los socialistas cuando apenas había entrado en vigor), por haberse mantenido impasible ante la oleada de abortos que convirtió a España, durante su mandato, en un matadero internacional de fetos, por haber impulsado aquel infame "Pacto por la Justicia" que permite a los partidos políticos nombrar jueces y magistrados y, sobre todo, por gestos y actitudes arrogantes, impropias de un demócrata, como la participación en la guerra d Irak, realizada en contra de la opinión de las mayorías ciudadanas, la "imperial" boda de su hija y la designación "a dedo", sin un gramo de democracia, de Mariano Rajoy como su "sucesor y heredero".
provocadores pro Zapatero
Es comprensible que Aznar sienta "alergia" ante los pancarteros del PSOE, quizás porque recuerda que esa gente, dirigida por un Zapatero agazapado, que ya traficaba con la mentira y que no daba la cara, consiguió arruinar su imagen de buen presidente entre el año 2002 y el 2004, asesinando su prestigio e imagen pública, pero eso no justifica su gesto, impropio de un ex presidente democrático.
Hoy, cuando gran parte de la sociedad española siente deseos de mirar hacia el Partido Popular con ilusión y esperanza, Aznar exhibe públicamente las vergüenzas de la partitocracia española de baja estofa, olvida que, para un líder público, es obligatorio ser "ejemplar" y demuestra con su gesto grosero que es otro energúmeno sin altura, un "colega" de gente como Zapatero, un miembro más de esa nefasta "casta" de políticos que está conduciendo a España hacia el fracaso y la ruína.
Hoy, cuando gran parte de la sociedad española siente deseos de mirar hacia el Partido Popular con ilusión y esperanza, Aznar exhibe públicamente las vergüenzas de la partitocracia española de baja estofa, olvida que, para un líder público, es obligatorio ser "ejemplar" y demuestra con su gesto grosero que es otro energúmeno sin altura, un "colega" de gente como Zapatero, un miembro más de esa nefasta "casta" de políticos que está conduciendo a España hacia el fracaso y la ruína.
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