Según el expresidente del gobierno, José María Aznar, España se dirige hacia su destrucción como país si continúa por la senda que le ha impuesto el actual gobierno socialista que preside José Luis Rodríguez Zapatero. Su terrible sentencia la pronunció ayer, en la Convención que celebra el Partido Popular en Madrid.
Voto en Blanco, situado ideológicamente en las antípodas del Partido Popular y opuesto a todos los actuales partidos políticos, a los que considera los principales culpables de la degradación democrática, comparte ese duro vaticinio de Aznar.
El rumbo de España bajo el timón de Zapatero conduce a la ruina de la nación, no sólo porque su unidad y su sentimiento como país estén en proceso de desintegración, sino también porque la "alergia a los valores" impuesta desde el relativismo gubernamental es incompatible con la democracia.
La consecuencia directa de la actual política española es la desintegración de la nación y, sobre todo, la ruptura de la armadura de valores y principios que sostienen la sociedad y la convivencia. Por desgracia, hay muchos españoles que ya no tienen interés en compartir su destino con los habitantes de otras regiones españolas, del mismo modo que existen cientos de miles de españoles, quizás millones, que han perdido el respeto al liderazgo político.
La única esperanza, en las presentes circunstancias, es la rebeldía ciudadana, un recurso que a veces surge en las sociedades cuando penetran en situaciones de crisis y que se plasma una oposición frontal y activa de los ciudadanos a quienes, desde el liderazgo, destruyen valores y principios que dan sentido a la existencia.
Voto en Blanco, situado ideológicamente en las antípodas del Partido Popular y opuesto a todos los actuales partidos políticos, a los que considera los principales culpables de la degradación democrática, comparte ese duro vaticinio de Aznar.
El rumbo de España bajo el timón de Zapatero conduce a la ruina de la nación, no sólo porque su unidad y su sentimiento como país estén en proceso de desintegración, sino también porque la "alergia a los valores" impuesta desde el relativismo gubernamental es incompatible con la democracia.
La consecuencia directa de la actual política española es la desintegración de la nación y, sobre todo, la ruptura de la armadura de valores y principios que sostienen la sociedad y la convivencia. Por desgracia, hay muchos españoles que ya no tienen interés en compartir su destino con los habitantes de otras regiones españolas, del mismo modo que existen cientos de miles de españoles, quizás millones, que han perdido el respeto al liderazgo político.
La única esperanza, en las presentes circunstancias, es la rebeldía ciudadana, un recurso que a veces surge en las sociedades cuando penetran en situaciones de crisis y que se plasma una oposición frontal y activa de los ciudadanos a quienes, desde el liderazgo, destruyen valores y principios que dan sentido a la existencia.