Algo debe funcionar mal en Andalucía cuando las decenas de miles de millones de euros recibidos de Europa como ayudas para el desarrollo sólo han servido para que la región, después de un cuarto de siglo lloviéndole dinero, siga siendo una de las más atrasadas de Europa y de las que soportan mayores índices de desempleo, paga más impuestos, padece peores servicios públicos, es la campeona en clientelismo, en falta de espíritu emprendedor y la que cuenta con mas políticos y empleados públicos viviendo a costa del Estado.
La única explicación lógica y racional que cualquier pensador o analista encuentra a la hora de "comprender" qué le ocurre a Andalucía es que la región es víctima del mal gobierno, de la corrupción, de la incapacidad de sus dirigentes y de esa política vieja, socialdemócrata e injusta, que los ciudadanos rechazan y quieren erradicar en todo el mundo.
Andalucía lleva cuatro décadas con gobiernos socialistas, sin interrupción ni alternancia. El poder, durante ese larguísimo tiempo, se ha hecho viejo, corrupto, torpe y obtuso, incapaz de renovarse, deteriorando el nivel técnico y profesional de sus altos cargos y sometiendo a sus ciudadanos a un liderazgo que, cansado y envuelto en una madeja de compromisos, intereses y trabas, carece de la imaginación, las iniciativas y la lucidez necesarias para que Andalucía, una de las tierras potencialmente más ricas de Europa, escape del foso y despegue hacia la prosperidad, la justicia y el verdadero progreso.
Es tan poderoso, denso y agobiante el gobierno socialista andaluz que para encontrar otro similar habría que remontarse a los tiempos de la antigua Unión Soviética y estudiar regiones como Bielorusia, Georgia y otras, todas dominadas por el también denso y agobiante Partido Comunista (PCUS), que terminó siendo derrotado por sus propios ciudadanos y por el fracaso cuando cayó derribado el Muro de Berlín, en 1989.
Casi todos los vicios políticos que los ciudadanos rechazan en este siglo XXI tienen una presencia notable en Andalucía, desde el cobro de impuestos abusivos hasta la incapacidad del poder para ser austero, sin olvidar la marginación de los ciudadanos en la toma de decisiones, la corrupción y muchas manifestaciones de injusticia y abuso de poder, todos protagonizados por una clase política aislada de la ciudadanía, que toma decisiones sin atender las demandas populares y que se considera con derecho a gobernar como si tuviera en cheque en blanco en el bolsillo.
La foto actual de la política andaluza: poca transparencia, uso del dinero público como si fuera propiedad del poder, marginación y acoso a los enemigos y a los que piensan distinto, desprecio a los que no son políticamente correctos, trucos e irregularidades en muchos contratos públicos y subvenciones, miles de políticos extrañamente enriquecidos, incapaces de explicar el origen de su patrimonio, y estancamiento en todos, en la economía, en la Justicia, en el verdadero progreso, en la satisfacción...
Andalucía es una muestra viviente donde se pueden estudiar los peores y más escandalosos dramas de la política actual, desde la corrupción al deterioro de los gobiernos cuando permanecen demasiado tiempo en el poder, la torpeza y el embotamiento de los sentidos que sufren los políticos cuando se atiborran de privilegios y como la democracia es abatida una y otra vez porque a los políticos le interesan más sus privilegios y ventajas que el bien común.
Andalucía es hoy la mejor universidad del planeta para aprender sobre los padecimientos de los ciudadanos cuando son victimas del mal gobierno, qué es lo que no debe hacerse jamás en política, como puede deteriorarse la democracia cuando es manipulada de manera egoísta e interesada y todo lo que es necesario cambiar para alcanzar la regeneración, la prosperidad y el verdadero progreso.
Pero Andalucía es también la mejor escuela mundial para aprender como un partido político puede transformarse en invencible a pesar de sus carencias, mal gobierno y fracasos reales y como se puede crear una red clientelar tan eficaz que gane siempre en las urnas, castre a toda una sociedad y le cierre las puertas del futuro.
Francisco Rubiales
La única explicación lógica y racional que cualquier pensador o analista encuentra a la hora de "comprender" qué le ocurre a Andalucía es que la región es víctima del mal gobierno, de la corrupción, de la incapacidad de sus dirigentes y de esa política vieja, socialdemócrata e injusta, que los ciudadanos rechazan y quieren erradicar en todo el mundo.
Andalucía lleva cuatro décadas con gobiernos socialistas, sin interrupción ni alternancia. El poder, durante ese larguísimo tiempo, se ha hecho viejo, corrupto, torpe y obtuso, incapaz de renovarse, deteriorando el nivel técnico y profesional de sus altos cargos y sometiendo a sus ciudadanos a un liderazgo que, cansado y envuelto en una madeja de compromisos, intereses y trabas, carece de la imaginación, las iniciativas y la lucidez necesarias para que Andalucía, una de las tierras potencialmente más ricas de Europa, escape del foso y despegue hacia la prosperidad, la justicia y el verdadero progreso.
Es tan poderoso, denso y agobiante el gobierno socialista andaluz que para encontrar otro similar habría que remontarse a los tiempos de la antigua Unión Soviética y estudiar regiones como Bielorusia, Georgia y otras, todas dominadas por el también denso y agobiante Partido Comunista (PCUS), que terminó siendo derrotado por sus propios ciudadanos y por el fracaso cuando cayó derribado el Muro de Berlín, en 1989.
Casi todos los vicios políticos que los ciudadanos rechazan en este siglo XXI tienen una presencia notable en Andalucía, desde el cobro de impuestos abusivos hasta la incapacidad del poder para ser austero, sin olvidar la marginación de los ciudadanos en la toma de decisiones, la corrupción y muchas manifestaciones de injusticia y abuso de poder, todos protagonizados por una clase política aislada de la ciudadanía, que toma decisiones sin atender las demandas populares y que se considera con derecho a gobernar como si tuviera en cheque en blanco en el bolsillo.
La foto actual de la política andaluza: poca transparencia, uso del dinero público como si fuera propiedad del poder, marginación y acoso a los enemigos y a los que piensan distinto, desprecio a los que no son políticamente correctos, trucos e irregularidades en muchos contratos públicos y subvenciones, miles de políticos extrañamente enriquecidos, incapaces de explicar el origen de su patrimonio, y estancamiento en todos, en la economía, en la Justicia, en el verdadero progreso, en la satisfacción...
Andalucía es una muestra viviente donde se pueden estudiar los peores y más escandalosos dramas de la política actual, desde la corrupción al deterioro de los gobiernos cuando permanecen demasiado tiempo en el poder, la torpeza y el embotamiento de los sentidos que sufren los políticos cuando se atiborran de privilegios y como la democracia es abatida una y otra vez porque a los políticos le interesan más sus privilegios y ventajas que el bien común.
Andalucía es hoy la mejor universidad del planeta para aprender sobre los padecimientos de los ciudadanos cuando son victimas del mal gobierno, qué es lo que no debe hacerse jamás en política, como puede deteriorarse la democracia cuando es manipulada de manera egoísta e interesada y todo lo que es necesario cambiar para alcanzar la regeneración, la prosperidad y el verdadero progreso.
Pero Andalucía es también la mejor escuela mundial para aprender como un partido político puede transformarse en invencible a pesar de sus carencias, mal gobierno y fracasos reales y como se puede crear una red clientelar tan eficaz que gane siempre en las urnas, castre a toda una sociedad y le cierre las puertas del futuro.
Francisco Rubiales