Politico arrojado a un basurero, en Kiev
Son ya millones los ciudadanos que votan a partidos corruptos e indecentes porque así creen que cierran el paso a otros partidos y a otros políticos que todavía son peores. Es la opción de votar suciedad para evitar una suciedad peor. El mecanismo consiste en taparse la nariz y votar al menos malo con la excusa de que hay otros partidos y políticos todavía más sucios y peligrosos. Sin embargo, el sistema es corrupto, inmoral y antidemocrático porque votando porquería sólo se consigue que el basurero crezca y que la letrina rebose.
La gente está dominada por el miedo en España, hasta el punto de que el mejor aliado de un tipo como Rajoy, que ha demostrado cien veces su capacidad de colaborar con la corrupción, engañar, mentir e incumplir sus promesas electorales, es Pablo Iglesias, al que la gente teme tanto porque es portador de la terrible opción comunista, que vota a Rajoy con los dedos apretándose la nariz. Ocurre algo parecido en la izquierda, donde millones de personas siguen votando al PSOE, a pesar de que ese partido ha abierto de par en par las puertas de España a la corrupción y de que sus filas estén llenas de imputados, enriquecidos bajo sospecha, ladrones y sospechosos.
El miedo crea fanatismo e histeria y España es la demostración palpable de que la gente, ante el temor a perder su prosperidad, difícilmente conseguida después de una guerra civil y de décadas de decadencia y hambre, es capaz de votar a miserables.
Sin embargo, votar con la nariz tapada y votar al menos malo son opciones que perpetúan la corrupción del sistema y cierran las puertas a la regeneración. Aunque se vote con la nariz tapada, el voto que se deposita sanciona el comportamiento corrupto del votado y le habilita para seguir saqueando. Es como otorgarle patente de corso a Al Capone o como entregarle una pistola cargada al estrangulador de Boston.
La solución para acabar con las letrinas y los basureros es convertirse en ciudadanos y dejar de comportarse como esclavos. Ser ciudadano equivale a ser cumplidor, vigilante, exigente y crítico con el poder, al que hay que presionar constantemente para que gobierne con acierto, justicia y equidad. El drama comienza cuando se permite al gobernante hacer lo que le venga en gana durante toda la legislatura. Es entonces cuando los delincuentes y los canallas que han logrado incrustarse en el Estado se sienten con poder suficiente para extorsionar, prevaricar, enriquecerse, practicar el nepotismo y convertir el gobierno en una cloaca de robos, arbitrariedades e injusticias. El principal culpable es el político corrupto, pero el responsable final es el ciudadano que le permite ser corrupto, robar, estafar y cometer todo tipo de desmanes, sin castigo, con una impunidad que degrada a todo el país y que impide la dignidad, la convivencia y el orgullo de ser español.
Jamás hay que votar a un miserable con la excusa de que hay otro miserable peor. La solución es ser ciudadanos, vigilar, presionar, exigir, ser ejemplares y jamás votar a quien no sea decente y digno. Votar escoria siempre alimenta la letrina.
Francisco Rubiales
La gente está dominada por el miedo en España, hasta el punto de que el mejor aliado de un tipo como Rajoy, que ha demostrado cien veces su capacidad de colaborar con la corrupción, engañar, mentir e incumplir sus promesas electorales, es Pablo Iglesias, al que la gente teme tanto porque es portador de la terrible opción comunista, que vota a Rajoy con los dedos apretándose la nariz. Ocurre algo parecido en la izquierda, donde millones de personas siguen votando al PSOE, a pesar de que ese partido ha abierto de par en par las puertas de España a la corrupción y de que sus filas estén llenas de imputados, enriquecidos bajo sospecha, ladrones y sospechosos.
El miedo crea fanatismo e histeria y España es la demostración palpable de que la gente, ante el temor a perder su prosperidad, difícilmente conseguida después de una guerra civil y de décadas de decadencia y hambre, es capaz de votar a miserables.
Sin embargo, votar con la nariz tapada y votar al menos malo son opciones que perpetúan la corrupción del sistema y cierran las puertas a la regeneración. Aunque se vote con la nariz tapada, el voto que se deposita sanciona el comportamiento corrupto del votado y le habilita para seguir saqueando. Es como otorgarle patente de corso a Al Capone o como entregarle una pistola cargada al estrangulador de Boston.
La solución para acabar con las letrinas y los basureros es convertirse en ciudadanos y dejar de comportarse como esclavos. Ser ciudadano equivale a ser cumplidor, vigilante, exigente y crítico con el poder, al que hay que presionar constantemente para que gobierne con acierto, justicia y equidad. El drama comienza cuando se permite al gobernante hacer lo que le venga en gana durante toda la legislatura. Es entonces cuando los delincuentes y los canallas que han logrado incrustarse en el Estado se sienten con poder suficiente para extorsionar, prevaricar, enriquecerse, practicar el nepotismo y convertir el gobierno en una cloaca de robos, arbitrariedades e injusticias. El principal culpable es el político corrupto, pero el responsable final es el ciudadano que le permite ser corrupto, robar, estafar y cometer todo tipo de desmanes, sin castigo, con una impunidad que degrada a todo el país y que impide la dignidad, la convivencia y el orgullo de ser español.
Jamás hay que votar a un miserable con la excusa de que hay otro miserable peor. La solución es ser ciudadanos, vigilar, presionar, exigir, ser ejemplares y jamás votar a quien no sea decente y digno. Votar escoria siempre alimenta la letrina.
Francisco Rubiales
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