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Adios a 2017, año de la "traición catalana" y del "despertar ciudadano"



El año 2017 pasará a la Historia de España como el de la "Traición Catalana" y el del "Despertar de los ciudadanos".

Han ocurrido muchas cosas en el año 2017, pero ninguna tan destacada como la "traición catalana", una rebelión en toda regla que fue disfrazada de independentismo, pero que escondía un golpe de Estado y un plan detallado para romper la unidad de España y derrotar al Estado español.
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El año 2017 será de los importantes en nuestra historia porque, además de la rebelión de los catalanes, fue el año del despertar de la ciudadanía española, que, a la sombra de la ola de inquietud y angustia provocada por el golpe independentista, reflexionó y descubrió algunas cosas importantes, entre las que destacan que los políticos de los dos grandes partidos españoles, PSOE y PP, no son de fiar, que la política es algo demasiado importante para dejarla en manos de los políticos y que la política española es tan cochambrosa que necesita una urgente regeneración, sobre todo en la clase política, que se ha llenado de culpa e ignominia construyendo el presente.

La rebelión de los catalanes deja al descubierto muchas verdades y desgarros, pero dos de ellas son de una importancia destacada: España ha sido una colonia catalana desde hace siglos, con toda la nación amparando y cuidando los intereses de una burguesía catalana que, en los últimos años, ha culminado su deslealtad y traición intentando romper la nación, mientras los ciudadanos descubrían, también con indignación y sorpresa, el inmenso grado de fracaso, deslealtad y suciedad del comportamiento de los dos grandes partidos políticos españoles, PP y PSOE.

La necesidad de regenerar la política española y de introducir cambios profundos en la podrida estructura del poder se va notando en la indignación del pueblo, la rebeldía creciente de los ciudadanos y en el cambio de sus preferencias políticas, rechazando a los dos partidos hegemónicos, PP y PSOE, encumbrando a Ciudadanos y exigiendo muchas reformas que hasta ahora los políticos han rechazado, pero que quizás ya no puedan seguir paralizándolas en el futuro inmediato.

El pueblo quiere cada día con mas vehemencia que adelgace el Estado, que desaparezcan las comunidades autónomas, que los partidos se financien con sus propios recursos, sin hacerlo como hasta ahora con el dinero de los impuestos, que la corrupción sea más duramente castigada en el código Penal, que los mandatos queden limitados por ley, que se rebajen los escandalosos privilegios de una clase política que gobierna con demasiado poder, sin rendir cuentas a nadie de sus abusos y errores, y que esa limitación de poderes incluya la prohibición de endeudar al Estado sin límites y el castigo del despilfarro público y el abuso de poder, dos rasgos escandalosamente presentes en la política española.

Pero ha sido en Cataluña donde el fracaso, la torpeza, la corrupción y la baja calidad democrática de los viejos partidos se han hecho claramente visibles, causando indignación y rechazo entre los ciudadanos. La rebelión del independentismo catalán se percibe ahora como el tramo final de un camino indecente y anticonstitucional, recorrido por los políticos nacionalistas con la sucia complicidad de los gobiernos del PSOE y del PP, que han permitido que los independentistas llenen la sociedad de odio, roben, saqueen, acosen a los que querían ser españoles, incumplan las sentencias judiciales y destinen miles de millones de euros, recibidos del Estado, a alimentar el nacionalismo más feroz y a preparar y desarrollar todo un programa que debía terminar con la rupta de España como nación y la creación en Cataluña de una república independiente.

Todas esas fechorías, ilegales y contrarias a la Constitución, se han hecho con la terrible complicidad de dos partidos que emergen del conflicto catalán desprestigiados y llenos de oprobio: el PSOE y el PP, culpables de haber cerrado los ojos ante el delito catalán, de haber permitido la ilegalidad y de haber cambiado impunidad e indecencia por los votos nacionalistas que ellos necesitaban para seguir controlando el Estado.

Si los indepedentistas convirtieron 2017 en el año de su rebelión golpista, ese mismo año fue también el que dejó al descubierto las fechorías y canalladas de los dos grandes partidos españoles en el asunto catalán.

Todo hace pensar que la política española, después de este año 2017, tiene que ser distinta y que la impunidad y facilidad con los que los políticos españoles han gobernado, sin rendir cuentas y sin que el pueblo pueda reclamarles y condenarles por sus abusos y desmanes, ha terminado, para bien de la decencia y la democracia.


Francisco Rubiales



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Domingo, 7 de Enero 2018
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