La actitud del gobierno socialista que preside José Luis Rodríguez Zapatero ante la objeción de conciencia planteada por miles de padres que no quieren que sus hijos cursen la asignatura "Educación para la Ciudadanía" es poco democrática y refleja cierto tatalitarismo.
Nada tiene que ver esa reacción, que ha incluído hasta la difusión oficial de cifras falsas sobre el número de objeciones presentadas, con la actitud que otros gobiernos de la democracia tuvieron en el pasado cuando los ciudadanos ejercieron sus derechos constitucionales a objetar y disentir.
Por ejemplo, el recurso a la objeción de conciencia de quienes deseaban autoexcluirse del servicio militar desató simpatías entre los sectores sociales más variados e hizo reflexionar a los gobiernos sobre la conveniencia de eliminar el servicio militar obligatorio, finalmente suprimido por el gobierno de José María Aznar.
La objeción contra lo que algunos padres consideran como "adoctrinamiento socialista" ha sido tomada por el ejecutivo como un ultraje personal, suscitando amenazas e invitaciones a abandonar los institutos a alumnos y padres discrepantes con uno criterios oficiales que mucho se asemejan al temido "pensamiento único" totalitario.
El líder socialista Pedro Zerolo, miembro de la ejecutiva nacional del PSOE y representante de colectivos gays, ha calificado de "insumisos" a los objetores de la controvertida asignatura, ignorando el dato histórico de que la insumisión y la rebeldía ante lo injusto llegó a ser una tradición en la izquierda y es lo que más dignifica al ser humano.
Nada tiene que ver esa reacción, que ha incluído hasta la difusión oficial de cifras falsas sobre el número de objeciones presentadas, con la actitud que otros gobiernos de la democracia tuvieron en el pasado cuando los ciudadanos ejercieron sus derechos constitucionales a objetar y disentir.
Por ejemplo, el recurso a la objeción de conciencia de quienes deseaban autoexcluirse del servicio militar desató simpatías entre los sectores sociales más variados e hizo reflexionar a los gobiernos sobre la conveniencia de eliminar el servicio militar obligatorio, finalmente suprimido por el gobierno de José María Aznar.
La objeción contra lo que algunos padres consideran como "adoctrinamiento socialista" ha sido tomada por el ejecutivo como un ultraje personal, suscitando amenazas e invitaciones a abandonar los institutos a alumnos y padres discrepantes con uno criterios oficiales que mucho se asemejan al temido "pensamiento único" totalitario.
El líder socialista Pedro Zerolo, miembro de la ejecutiva nacional del PSOE y representante de colectivos gays, ha calificado de "insumisos" a los objetores de la controvertida asignatura, ignorando el dato histórico de que la insumisión y la rebeldía ante lo injusto llegó a ser una tradición en la izquierda y es lo que más dignifica al ser humano.