O España pone freno a la agresividad de los independentistas catalanes o la historia puede terminar con un baño de sangre. La osadía del independentismo crece al mismo ritmo que la indignación y el deseo de revancha de los españoles, que están indignados ante la pasividad cobarde del gobierno de Sánchez frente a las provocaciones y agresiones crecientes del imperialismo catalán, que ya no sólo se despliega en los colegios y universidades, contra el idioma español y contra los que aman a España, sino que, cada vez con más atrevimiento, extienden su agresividad también contra las fuerzas policiales estacionadas en Cataluña y contra el Estado español en todas sus manifestaciones, al que el propio presidente de la Generalitat, Quim Torra, ha declarado la guerra impunemente, sin que los cobardes de Sánchez hagan nada.
La acción imperialista catalana traspasa los propios limites catalanes y actúa ya en Valencia, Baleares y el extranjero, donde el independentismo participa con su bandera ilegal en ferias y mercadillos, además de desplegar acciones de propaganda en los ámbitos de la cultura, financiadas por el propio gobierno de Cataluña.
La España de Sánchez está permitiendo todos los abusos y canalladas a los golpistas catalanes, que están reabriendo sus ilegales embajadas y se dedican ahora a expandir sus actividades antiespañolas por todo el mundo. Están exterminando el idioma valenciano, despliegan su propaganda por toda Europa y exhiben sin pudor su imperialismo conquistador sin conocer reacción alguna del Estado español y sin sentir el saludable sabor del miedo a la ley.
Millones de españoles se sienten indignados y sueñan con un gobierno fuerte y cumplidor de las leyes y la Constitución que frene el maldito imperialismo catalán. El gobierno de Sánchez, incapaz de hacer frente a su propia debilidad, es incapaz de ponerlos de rodillas e impedir al catalanismo antiespañol su escalada de violencia y activismo. Sánchez y los suyos escuchan sin reaccionar las recomendaciones de policías, militares y expertos en contrainsurgencia: Hay que hacerles retroceder y lograr que paguen por sus abusos y crímenes, sin tolerarles que prohíban el idioma español, que acosen a los que lo hablan, que hagan la vida imposible a los que sienten amor a España, que los persigan para forzarles a emigrar de Cataluña. España necesita un gobierno fuerte que haga cumplir las leyes y les haga sentir miedo.
Por culpa de la debilidad del gobierno, la opinión pública española cada día se desliza más hacia posiciones duras, que ya incluyen la ilegalización de los partidos independentistas y la supresión de la autonomía catalana. La gente está harta de soportar las agresiones del imperialismo catalán y las cobardías y debilidades de los gobernantes españoles.
La osadía catalana y la debilidad de los políticos españoles están dañando la unidad de España y logrando que la semilla del independentismo y el odio se expandan, abonada por el activismo canalla de los catalanes, generando separatismo y odio a España en Baleares, Valencia y, sobre todo, en el país Vasco, donde el ejemplo catalán está resucitando la discordia, el independentismo y tal vez la violencia, que llevaba años dormida.
Francisco Rubiales
La acción imperialista catalana traspasa los propios limites catalanes y actúa ya en Valencia, Baleares y el extranjero, donde el independentismo participa con su bandera ilegal en ferias y mercadillos, además de desplegar acciones de propaganda en los ámbitos de la cultura, financiadas por el propio gobierno de Cataluña.
La España de Sánchez está permitiendo todos los abusos y canalladas a los golpistas catalanes, que están reabriendo sus ilegales embajadas y se dedican ahora a expandir sus actividades antiespañolas por todo el mundo. Están exterminando el idioma valenciano, despliegan su propaganda por toda Europa y exhiben sin pudor su imperialismo conquistador sin conocer reacción alguna del Estado español y sin sentir el saludable sabor del miedo a la ley.
Millones de españoles se sienten indignados y sueñan con un gobierno fuerte y cumplidor de las leyes y la Constitución que frene el maldito imperialismo catalán. El gobierno de Sánchez, incapaz de hacer frente a su propia debilidad, es incapaz de ponerlos de rodillas e impedir al catalanismo antiespañol su escalada de violencia y activismo. Sánchez y los suyos escuchan sin reaccionar las recomendaciones de policías, militares y expertos en contrainsurgencia: Hay que hacerles retroceder y lograr que paguen por sus abusos y crímenes, sin tolerarles que prohíban el idioma español, que acosen a los que lo hablan, que hagan la vida imposible a los que sienten amor a España, que los persigan para forzarles a emigrar de Cataluña. España necesita un gobierno fuerte que haga cumplir las leyes y les haga sentir miedo.
Por culpa de la debilidad del gobierno, la opinión pública española cada día se desliza más hacia posiciones duras, que ya incluyen la ilegalización de los partidos independentistas y la supresión de la autonomía catalana. La gente está harta de soportar las agresiones del imperialismo catalán y las cobardías y debilidades de los gobernantes españoles.
La osadía catalana y la debilidad de los políticos españoles están dañando la unidad de España y logrando que la semilla del independentismo y el odio se expandan, abonada por el activismo canalla de los catalanes, generando separatismo y odio a España en Baleares, Valencia y, sobre todo, en el país Vasco, donde el ejemplo catalán está resucitando la discordia, el independentismo y tal vez la violencia, que llevaba años dormida.
Francisco Rubiales