Colaboraciones

ARTUR MAS Y LA SECESIÓN





Los independentistas en su insulsa locura, han instilado el odio, el daño y la mentira. Arturo y los suyos convocaron un plebiscito y lo han perdido; el nacionalismo ha cosechado notoria derrota, no ha conseguido ni el 50% de los votos y no alcanzó la mayoría absoluta, que creía segura al ir en una coalición de fuerzas representantes de la sociedad civil; hay una mayoría de “ciudadanos catalanes” que se niegan a militar en el independentismo, porque se sienten españoles, no quieren verse obligados a elegir una identidad a costa de renunciar a otra. La niña Arrimadas ya le propuso encarecidamente la noche electoral que debía dimitir, dejar todos sus cargos y marcharse. Haciendo dejación de sus funciones de Presidente de la generalidad, ha utilizado las instituciones con objetivos diferentes a su gestión normal, ha convertido Tv3 en elemento de su partido, ha despilfarrado millones públicos y se ha hecho el adalid que lograría la secesión.

El fantasma de la estupidez de A. Mas y de los suyos embaucados, al mantenerse en la idiotez del infructuoso y nocivo nacionalismo de comportamiento totalitario, recorre las colinas de España; totalitarismo es imponer una entidad colectiva a los ciudadanos, a los que convierte en meros comparsas del poder nacional; así mismo, ha instalado un panorama de enorme inestabilidad que debilita la convivencia y las posibilidades del Estado, a la vez que ha sembrado la división de la sociedad catalana en dos mitades incompatibles y adversarias. Todo este manejo inculto ha vuelto a probar que la altivez ideológica es el mejor camuflaje de la indigencia intelectual.

A. Mas se tiene por un reyezuelo sin casaca que, para respirar, exige la bendición sacrosanta de sus actos para la posteridad y entrar en los cauces históricos; el mayor y más grave rasgo de esta locura se encuentra en la insistente machaca de que existe una colisión en que la región catalana tiene que protegerse de una acometida, pero aquí quien ataca únicamente es el secesionista A. Mas a todos los que no siguen sus consignas, sus manejos y sus dictados, a los cuales desprecia y trata de adversarios y enemigos de la nación; carece de talento, aunque ya tiene en televisión las loas de sus hazañas; es un actor consumado que escenifica lo que toca. Y tuvo suerte; en un momento grave, logró salvar su tinglado de la quema, totalmente desacreditado por la corrupción, para presentarse con la pelliza de salvador que guía a su pueblo a la tierra de promisión, ese paraíso que promete, si los catalanes consuman la ruptura con España.

Se pasea con la convicción de que tiene una Razón que engloba toda la realidad; él, un iluminado, no está en que ha de atender su gestión de gobierno y solventar los asuntos diarios, sino que ha de hacer que sus conciudadanos se sometan a sus concepciones de Cataluña, es la directriz de que los hombres deben vivir bajo la tutela del Estado de la cordura racional; se ha endiosado, se cree superior a la gentilidad y desdeña las leyes españolas, pues para él no rigen ni están vigentes allí, desoye la moral del cumplimiento de la responsabilidad, porque anda convencido de que su verdad, sólo rinde cuentas a su conciencia y la de sus conversos. Pero este Arturo Mas es un iluso déspota, radical y dictatorzuelo que ha usado las instituciones al servicio de su ideología y dividido al pueblo catalán en aras de su arbitraria realidad: ha destruido la Cataluña Plural y Real, por una idealizada y soñada. En lugar de gobernar la autonomía catalana, ha hecho del barbecho un erial, sólo ha sembrado el terreno de sequedad estéril, de la semilla de la fractura, del enojo y del enfrentamiento; no ha velado por su pueblo, ha actuado contra él.

C. Mudarra

- -
Sábado, 3 de Octubre 2015
Artículo leído 820 veces

También en esta sección: