Comenta la gente, cada día con más desconfianza y miedo, que las pensiones y la sanidad, con sus colas haciendo competencia a las del INEM, no tienen buena cara y dudan de su futuro, tanto en el recibo de las mismas como en el de ellos mismos. Los avisos de altos cargos sobre la corta vida de las pensione (2022), el descenso de población con trabajo que inyecte fondos, el aviso de grandes bancos aconsejando no comprar deuda pública del Reino de España y el “Viva la vida” y despilfarro económico de 17 Taifas no pasan desapercibidos a quienes ven que la pensión encoge.
La desconfianza aumenta cuando ven que las medidas que han dado resultados en otros países, donde ya desfrutan de reales brotes verdes, obstinadamente se ignoran en esta nación, discutida y discutible, según quien debe conducirla: el mismo para quien la tierra es propiedad del viento. Y los viejos saben que del aire no vive el hombre.
Y esta desconfianza e inseguridad llega a un límite de profunda tristeza cuando la solución de cambiar de administrador, por medio de las urnas, es un riesgo de enorme envergadura. Porque si uno no se enteró que estábamos inmersos en una crisis e iba por el mundo hablando de España como si de un equipo de fútbol se tratase, el otro no dice ni aquello de “Vayasé, Señor González”. Simplemente no demuestra talla para conducir el barco y las regiones donde vuelan las gaviotas gozan de una economía con deudas astronómicas.
Ligur
La desconfianza aumenta cuando ven que las medidas que han dado resultados en otros países, donde ya desfrutan de reales brotes verdes, obstinadamente se ignoran en esta nación, discutida y discutible, según quien debe conducirla: el mismo para quien la tierra es propiedad del viento. Y los viejos saben que del aire no vive el hombre.
Y esta desconfianza e inseguridad llega a un límite de profunda tristeza cuando la solución de cambiar de administrador, por medio de las urnas, es un riesgo de enorme envergadura. Porque si uno no se enteró que estábamos inmersos en una crisis e iba por el mundo hablando de España como si de un equipo de fútbol se tratase, el otro no dice ni aquello de “Vayasé, Señor González”. Simplemente no demuestra talla para conducir el barco y las regiones donde vuelan las gaviotas gozan de una economía con deudas astronómicas.
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