Colaboraciones

ANATEMA A QUIEN VUELVA A SACAR EL TEMA (2)





(TRINIDAD JIMÉNEZ, LA MEJOR CANDIDATA)

A mi dilecto sobrino Adrián, que hoy, sábado, 14 de octubre, cumple dos años. Ergo, querido, ¡muchas felicidades!


Estoy de acuerdo y coincido con cuantos comentaristas políticos opinan que el presidente del Gobierno de la Nación, José Luis Rodríguez Zapatero, ha gestionado pésimamente el proceso de búsqueda y selección de un candidato de campanillas y con garantías dentro del PSOE para enfrentarlo a Alberto Ruiz Gallardón, en la lógica y democrática aspiración de su formación política por volver a regentar la Alcaldía de la Villa y Corte.

Estoy en total desacuerdo con cuantos, de entre los mentados en el párrafo anterior, dirigen sus ojos o apuntan sus dedos índices hacia la vicepresidenta primera del Ejecutivo.

Tengo para mí que el mayor acierto de Rodríguez Zapatero como mandamás del Gabinete fue elegir como vicepresidentes a quienes escogió, los solventes y nada vagos María Teresa Fernández de la Vega y Pedro Solbes.

Tengo para mí que Zapatero cometería un error morrocotudo, garrafal, de bulto (aún peor del que viene cometiendo), si ahora, para subsanar la falta de candidato que oponer a Gallardón, o sea, su pecado de fanfarronería o el farol que se echó en febrero, cuando dijo que contaba con un aspirante “espléndido”, se desprendiera de la Bombera Mayor del Reino y torera cañón, de su mano, brazo y aun hombro derechos, de su todoterreno y “siempreapunto” o “entodahora” Fernández de la Vega.

El presidente del Gobierno metería la gamba hasta el mismísimo corvejón si ahora se aviniera a dar el sí a lo que le reclaman tantos correligionarios suyos, dentro de la comunidad de Madrid y fuera de ella, y con tanta insistencia, que la candidata definitiva sea María Teresa. Sostengo el criterio de que a la vicepresidenta hay que guardarla como oro en paño y mantenerla dentro del Ejecutivo a cualquier precio, a toda costa.

Si el menda lerenda, “Otramotro”, fuera el mandamás de España (rogaría a Rodríguez Zapatero que considerase y no echara en saco roto la reflexión que sigue a continuación), pediría disculpas a todos, reconocería sin ambages mi contumacia o pertinacia en el yerro y volvería sobre mis pasos, desandando lo andado.

Así que, para que nadie más dentro del partido saliese escaldado o quemado, buscaría una cándida data y propondría a Trinidad Jiménez que hiciera el mayúsculo e ímprobo esfuerzo de aceptar portar el sambenito de ser la mejor candidata.

Ángel Sáez García


Franky  
Sábado, 14 de Octubre 2006
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