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AMBICIONES





Siempre ha habido gente que ha utilizado la política para medrar. Eso es inevitable y se da en todos los regímenes que en la Historia han sido. La diferencia es que en un régimen sano, esa gente es detectada y marginada, mientras que en un régimen corrupto, esa gente es la que manda.

Hay muchas formas de medrar, no sólo la económica, tal vez la forma más abundante sea el deseo de poder, de sentirse superior a los demás, es lo propio de los psicópatas. El dinero viene después y en muchos casos como forma de aumentar el poder pues compra voluntades. También sirve para vivir bien o al menos mucho mejor de lo que viviría con sus ingresos en el ámbito privado. Se ha prostituido la política, que pasa de ser un servicio a ser un medio de vida.

Esto es lo típico de las sociedades en declive, llegan al poder los más ambiciosos y puesto que no tienen ningún freno moral, impiden que la gente de valía pueda aportar algo. Esto se da mucho sobre los funcionarios de cierto nivel, sometidos a políticos medio tontos que los relegan a pasar el tiempo en un despacho sin nada útil que hacer.

Todas las sociedades occidentales padecen este mal en mayor o menor medida, solo que la corrupción se manifiesta de diversas formas y que nosotros, no conocemos debido a nuestro secular aislamiento, actualmente voluntario y nos parecen sociedades muy sanas cuando tienen la podredumbre dentro, posiblemente mucho menos podridas que la nuestra, pero todo se andará.

Esta ambición de poder ha alcanzado una situación que podríamos calificar de institucional. Todo el aparato del Estado funciona al servicio de la casta para que la casta disfrute de unos puestos de poder impensables de alcanzar en el ámbito privado.

Lo primero es el lavado de cerebro permanente. La idea es simple: tenemos una democracia envidiable y si algo no te gusta, con tu voto lo puedes cambiar.

Pero con tu voto no cambias nada. Todos los candidatos son casta y existe una ley que impide a cualquier grupo, de fuera de ella, que lo intente acceder a los votos. Se han convertido en un club cerrado.

Pero ya lo eran, solo que antes tenían que financiar a todo tipo de grupos para asegurarse que los votos descontentos fueran a los partidos que ellos controlaban. Ahora, tienen además de esa ley, que impide disidencias, el ordenador, que reparte los votos convenientemente de acuerdo a las necesidades que la casta tenga.

Todo ese aparato necesita dinero, ingentes cantidades de dinero, al fin y al cabo hay que vivir, preferiblemente muy bien. Antes se sacaba de los sobornos, ahora que la sociedad los rechaza, los sacan directamente de los impuestos. Creo que hemos ganado, pues con el soborno hay un despilfarro. Si yo le doy al político 3, me quedo con 10, porque ese 3, me garantiza facturas hinchadas y presupuestos altos. Si ahora los impuestos son demenciales, se debe más bien al engorde de la burocracia, tendencia natural en toda administración y que en las sociedades sanas los políticos frenan. Los pagos que se hacían en dinero, ahora se hacen en especie y la forma más sencilla es contratar personal en la Administración.

Alguien debería romper la tendencia al alza del gasto, porque no podemos seguir endeudándonos indefinidamente. Y esto es lo que parece, a pesar de la relativa bonanza económica, la deuda sigue aumentando y el gasto en infraestructuras y demás aspectos que favorecen la riqueza, está congelado o en disminución.

Pero al fin y al cabo, uno se mete a político para vivir bien,no para solucionar los problemas a la gente. Al final los problemas de la gente se solucionan o al menos de parte de la gente, esa parte que vive de la política.


vanlop

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Viernes, 12 de Mayo 2017
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