El socialismo ha compensado su caída gallega con un ascenso de seis escaños sobre los ya obtenidos en 2005, que, al degustarlos les dejan un sabor agridulce.
En Galicia, ha resonado contundente el grito de rechazo del nacionalismo y el clamor de volver a la confianza de un partido ya conocido, que le ofrece tranquilidad, estabilidad y sendas apacibles; al socialismo, tras cuatro años al servicio del sectario BNG, le ha costado muy caro haberse impuesto a la mayoría de gallegos que no lo votó.
En Vasconia, dentro de su complejidad, las alegrías del socialismo, aunque representen un hito, pueden ser fugaces. Se debe reconocer en su valor, que el PP, por el sentido de Estado, apoye la investidura de Patxi López sin nada a cambio, a condición de que no se aparte de la Constitución, cosa que se da por hecho. Los resultados electorales ofrecen, por primera vez desde 1978, la posibilidad de que la Cámara elija un lendakari no nacionalista; si se sumasen los escaños obtenidos por PSE, PP y UPyD, la gobernabilidad de esa comunidad autónoma quedaría en manos de los socialistas, P. López lograría ser investido; sin duda, también puede sumar sus votos al PNV y alcanzar acuerdos con la innegociable condición de que Ibarretxe persista en el cargo. Lo cierto es que el partido de Rosa Díez puede, a la postre, ser la llave que abra la vía por la que Ibarretxe disfrute de la oposición.
Pero el problema es que el apoyo de Rosa Díez a López puede resultar peliagudo. Ella le va a exigir mucho más que el PP, hará valer su posición y defenderá sus principios sin rebajes de minusvalías; ella criticó clara y coherentemente, desde dentro del PSOE, la reunión del PSE con Otegui, así como todo el proceso de diálogo entre el Gobierno y ETA; reclamaba la vía seguida en 2001, aquella en que Redondo Terreros y Mayor Oreja firmaron una alianza de principios por la Constitución y la libertad, sin ningún tipo de cobertura a los nacionalistas y rechazando cualquier diálogo con la banda. Mantener unos principios le acarreó los calificativos de “fascista” y “traidora” por sus propios compañeros del PSE; esos mismos que la ofendieron y boicotearon, precisamente, van a tener ahora que llamarla y rogarle, si quieren gobernar. Ya, en campaña, Patxi López asentó su claro rechazo hacia Rosa Díez y ella negó su voto a lo que fuera “más de lo mismo”. Por ello, esta entrevista no presenta visos fáciles para el que tiene que pedir y rogar; López habrá de acercarse y dialogar con UpyD y Rosa Díez, con el buen juicio que luce, se mostrará receptiva y colaborará en lo posible, para que finalicen los 30 años gobierno nacionalista. La cuestión estriba en saber, si Patxi López se atreve a sentarse con su “enemiga” con tal de gobernar; ahora bien, sus amigos del PSOE no tuvieron muchos reparos en encamarse con ERC en Cataluña y en Galicia con el BNG, partidos nocivos y alejados de su ideario. A la postre, colaborar y pactar con los afines y con alguien que guarda el rescoldo del pensamiento esencial, no será un gran escollo.
En fin, ya se verá. De momento, es digno de valoración el que se haya logrado que, en estos comicios, no figure ninguna lista proetarra, así como el que haya entrado la cordura en el PSOE, y se rechace ahora todo diálogo con la banda y su entorno.
C. Mudarra
En Galicia, ha resonado contundente el grito de rechazo del nacionalismo y el clamor de volver a la confianza de un partido ya conocido, que le ofrece tranquilidad, estabilidad y sendas apacibles; al socialismo, tras cuatro años al servicio del sectario BNG, le ha costado muy caro haberse impuesto a la mayoría de gallegos que no lo votó.
En Vasconia, dentro de su complejidad, las alegrías del socialismo, aunque representen un hito, pueden ser fugaces. Se debe reconocer en su valor, que el PP, por el sentido de Estado, apoye la investidura de Patxi López sin nada a cambio, a condición de que no se aparte de la Constitución, cosa que se da por hecho. Los resultados electorales ofrecen, por primera vez desde 1978, la posibilidad de que la Cámara elija un lendakari no nacionalista; si se sumasen los escaños obtenidos por PSE, PP y UPyD, la gobernabilidad de esa comunidad autónoma quedaría en manos de los socialistas, P. López lograría ser investido; sin duda, también puede sumar sus votos al PNV y alcanzar acuerdos con la innegociable condición de que Ibarretxe persista en el cargo. Lo cierto es que el partido de Rosa Díez puede, a la postre, ser la llave que abra la vía por la que Ibarretxe disfrute de la oposición.
Pero el problema es que el apoyo de Rosa Díez a López puede resultar peliagudo. Ella le va a exigir mucho más que el PP, hará valer su posición y defenderá sus principios sin rebajes de minusvalías; ella criticó clara y coherentemente, desde dentro del PSOE, la reunión del PSE con Otegui, así como todo el proceso de diálogo entre el Gobierno y ETA; reclamaba la vía seguida en 2001, aquella en que Redondo Terreros y Mayor Oreja firmaron una alianza de principios por la Constitución y la libertad, sin ningún tipo de cobertura a los nacionalistas y rechazando cualquier diálogo con la banda. Mantener unos principios le acarreó los calificativos de “fascista” y “traidora” por sus propios compañeros del PSE; esos mismos que la ofendieron y boicotearon, precisamente, van a tener ahora que llamarla y rogarle, si quieren gobernar. Ya, en campaña, Patxi López asentó su claro rechazo hacia Rosa Díez y ella negó su voto a lo que fuera “más de lo mismo”. Por ello, esta entrevista no presenta visos fáciles para el que tiene que pedir y rogar; López habrá de acercarse y dialogar con UpyD y Rosa Díez, con el buen juicio que luce, se mostrará receptiva y colaborará en lo posible, para que finalicen los 30 años gobierno nacionalista. La cuestión estriba en saber, si Patxi López se atreve a sentarse con su “enemiga” con tal de gobernar; ahora bien, sus amigos del PSOE no tuvieron muchos reparos en encamarse con ERC en Cataluña y en Galicia con el BNG, partidos nocivos y alejados de su ideario. A la postre, colaborar y pactar con los afines y con alguien que guarda el rescoldo del pensamiento esencial, no será un gran escollo.
En fin, ya se verá. De momento, es digno de valoración el que se haya logrado que, en estos comicios, no figure ninguna lista proetarra, así como el que haya entrado la cordura en el PSOE, y se rechace ahora todo diálogo con la banda y su entorno.
C. Mudarra