El fin del bipartidismo ha abierto un futuro incierto lleno de desasosiego e indecisión, no se sabe qué pasará y quién gobernará aquí los próximos años; desde la célebre Transición, España no ha vivido una encrucijada tan enrevesada y difícil de resolver como esta, posiblemente haya que adelantar las elecciones. El pueblo ha dado la mayoría de sus votos al PP y el PSOE ha quedado en segundo lugar, con el peor resultado de su historia, los dos han sufrido una muy señalada merma de millones de votos; eso va a conformar un Parlamento dividido con gran complicación para actuar. Sin embargo, España ha de consolidar el crecimiento y la recuperación, para crear empleo y mejorar la política social y ello exige estabilidad, seguridad y certidumbre; el apremio del momento impone un pacto de gobernabilidad entre PP, PSOE y C's, partidos que defienden la unidad de España, la soberanía de todo el pueblo español y la integridad territorial; es su obligación y su responsabilidad, los tres están obligados ante sus electores a llegar a un entendimiento, de lo contrario, habrán de pagar un grave coste electoral.
Mariano Rajoy lo tiene extraordinariamente difícil, convocó a P. Sánchez y recibió su rotunda negativa a facilitar la investidura y en esas sigue; se prevé el nubarrón de ruptura y pérdida de la vereda que conduce a la superación de la crisis; el País necesita grandes dosis de generosidad y políticos de talla y la grandeza de Suárez y González, para conseguir acuerdos responsables de Estado y evitar el extremismo radical que envenene la convivencia democrática; la negativa del candidato socialista a la propuesta de consenso con Rajoy resta esperanza de solución y es tan nociva como su pretensión de cerrar un pacto multilateral de izquierdas, para alcanzar él la presidencia del Gobierno; si Sánchez se sigue saltando las líneas rojas de la cordura tradicional de su partido y las advertencias de la baronía, no podrá asumir ni la jefatura de la Oposición ni cargo alguno; el interés general, la estabilidad económica y la situación límite de muchas familias exigen al PSOE generosidad y acuerdo por la perentoriedad, porque no hay otro camino, si se quiere evitar que España se hunda en el fondo del desgobierno e inestabilidad. A medio y largo plazo, Sánchez podría salir beneficiado de este pacto que demostraría su talla política y reafirmaría la imagen del PSOE como un partido responsable y fiable como alternativa, de lo contrario está perdido.
Así las cosas, no queda más salida que un acuerdo entre los tres partidos constitucionalistas que ahuyente de España la gravísima amenaza de desgobierno que ahora mismo pende sobre ella; ante las dificultades, se les pide que, desechando los intereses particulares y atendiendo los generales y el bien común, se afanen en la solución de los problemas del País. Los votantes les piden a esos tres partidos un esfuerzo, para llegar a formar un Gobierno con un mínimo de estabilidad. Sánchez podría optar a pactar con Podemos y demás izquierdas, a pesar de las voces internas que le alertan de tal insensatez, para que le aúpen a la Presidencia del Gobierno, pero eso sería el fin del Partido Socialista por la abdicación radical de sus principios y la pérdida total de su identidad, y no tardaría en ser inexorablemente fagocitado por Podemos; la otra opción que le queda al PSOE es la de aceptar su papel como líder de la Oposición. Pero, si el PSOE no se abstiene en la investidura, Rajoy no tiene ninguna opción de salir elegido presidente del Gobierno y, por tanto, tampoco Sánchez la tiene de mantenerse en la oposición ni en otra cosa. Un acuerdo del PSOE con Podemos, defensor de un referéndum secesionista, va contra España, única titular de la soberanía nacional. De ahí, las voces que claman a Susana Díaz, que reafirma de forma categórica su lealtad y defensa de la unidad de España, la Nación más Antigua de Europa.
C. Mudarra
Mariano Rajoy lo tiene extraordinariamente difícil, convocó a P. Sánchez y recibió su rotunda negativa a facilitar la investidura y en esas sigue; se prevé el nubarrón de ruptura y pérdida de la vereda que conduce a la superación de la crisis; el País necesita grandes dosis de generosidad y políticos de talla y la grandeza de Suárez y González, para conseguir acuerdos responsables de Estado y evitar el extremismo radical que envenene la convivencia democrática; la negativa del candidato socialista a la propuesta de consenso con Rajoy resta esperanza de solución y es tan nociva como su pretensión de cerrar un pacto multilateral de izquierdas, para alcanzar él la presidencia del Gobierno; si Sánchez se sigue saltando las líneas rojas de la cordura tradicional de su partido y las advertencias de la baronía, no podrá asumir ni la jefatura de la Oposición ni cargo alguno; el interés general, la estabilidad económica y la situación límite de muchas familias exigen al PSOE generosidad y acuerdo por la perentoriedad, porque no hay otro camino, si se quiere evitar que España se hunda en el fondo del desgobierno e inestabilidad. A medio y largo plazo, Sánchez podría salir beneficiado de este pacto que demostraría su talla política y reafirmaría la imagen del PSOE como un partido responsable y fiable como alternativa, de lo contrario está perdido.
Así las cosas, no queda más salida que un acuerdo entre los tres partidos constitucionalistas que ahuyente de España la gravísima amenaza de desgobierno que ahora mismo pende sobre ella; ante las dificultades, se les pide que, desechando los intereses particulares y atendiendo los generales y el bien común, se afanen en la solución de los problemas del País. Los votantes les piden a esos tres partidos un esfuerzo, para llegar a formar un Gobierno con un mínimo de estabilidad. Sánchez podría optar a pactar con Podemos y demás izquierdas, a pesar de las voces internas que le alertan de tal insensatez, para que le aúpen a la Presidencia del Gobierno, pero eso sería el fin del Partido Socialista por la abdicación radical de sus principios y la pérdida total de su identidad, y no tardaría en ser inexorablemente fagocitado por Podemos; la otra opción que le queda al PSOE es la de aceptar su papel como líder de la Oposición. Pero, si el PSOE no se abstiene en la investidura, Rajoy no tiene ninguna opción de salir elegido presidente del Gobierno y, por tanto, tampoco Sánchez la tiene de mantenerse en la oposición ni en otra cosa. Un acuerdo del PSOE con Podemos, defensor de un referéndum secesionista, va contra España, única titular de la soberanía nacional. De ahí, las voces que claman a Susana Díaz, que reafirma de forma categórica su lealtad y defensa de la unidad de España, la Nación más Antigua de Europa.
C. Mudarra