Históricamente, en todas las épocas y culturas, la mujer ha ocupado un estrato de segundo orden en el entramado civil, público y privado. Ha estado sometida y considerada casi una esclava, un ser sin entidad social ni jurídica. Tal vez, contribuyó, desde el principio, la conciencia colectiva por la que el hombre, sabiéndola superior, amparado en los largos periodos de gestación y en su fuerza física, decidió relegarla.
El 10% de las chicas sufre acoso sexual en el espacio laboral y sólo un 25% reconoce haberlo comunicado a algún allegado; pero, curiosamente, más del 56% de las empresas ignora el asunto. El estudio del Instituto de la Mujer, realizado en 2.007 entrevistas a mujeres, entre 16 y 64 años, apunta que el acoso sexual en el trabajo procede de actitudes violentas contra la mujer, de un entorno sexista y un marco abusivo de poder por el cargo en la empresa y por el dominio de sexo. La investigación ha revelado que se dan diferentes grados de acoso: el leve se centra en chistes de contenido sexual, piropos, acercamientos excesivos, gestos y miradas insinuantes; el grave entra en preguntas sobre la vida sexual, insinuaciones sexuales o pedir abiertamente este tipo de relaciones; y el muy grave, tocamientos, acorralamientos, amenazas, presiones para obtener la relación sexual… Y diferencia entre acoso técnico, verse en alguna de estas situaciones y acoso declarado que es haberlo padecido en su realidad y denunciado. Es el resultado de la conciencia machista de sometimiento y desigualdad que todavía existe en el siglo XXI y en la sociedad occidental.
La víctima suele ser una joven, universitaria y soltera de 16 a 34 años y especialmente chicas vulnerables, un alto índice son extranjeras e inmigrantes. El acosador es un tipo casado y con hijos, de carácter infantil, veleidoso, sexista e ineducado; el 75% de estos sujetos son compañeros de trabajo y el 21% un superior directo. Tienen su concreto 'ritual': elección de su objetivo a tenor de su vulnerabilidad y ganarse su confianza mediante el formulismo paternal, de ahí, pasan a las proposiciones y demandas sexuales, que se resuelven en amenazas, represalias e incluso agresiones, cuando topan con la reiterada negativa de la pobre acosada. Sólo un 25% de ellas hablan de la cuestión. Un 50% se desahoga con sus amigas, y el 30% se dirige a la familia. Estas mujeres no confían nada en las instituciones, sólo un 1’6% pidió ayuda a algún estamento público y, reveladoramente, más de un 70% de los consejos dados denota alto descuido y dejadez por el asunto. La pasividad de las empresas en estas situaciones es determinante y muy significativo su silencio. Es precisa y perentoria la futura Ley de Igualdad; el Instituto de la Mujer, con este primer informe, estudia y promueve la normativa que "incluye protocolos de actuación para propiciar la igualdad" en el ámbito laboral.
Es increíble que aún la mujer se vea sometida y en inferioridad. Nace en igualdad y semejanza del hombre y, en algunos aspectos es superior al varón. Es madre, hermana y esposa. Es la vida, portadora y dadora de vida y afirmación de la vida, por eso va delante, su visión es más amplia, admite la innovación y avizora un horizonte más ancho. En la penuria y desgracia, es sostén y báculo de pacificación. En la percepción de la realidad, desecha lo colectivo y viene a lo individual. Es la familia y es la educación. Su condición natural de diálogo y de paz contribuirá siempre en este ambiente materialista y hedonista al crecimiento de individuos que vivan la entrega, el servicio y el amor al prójimo, menos violentos y egoístas. Allí donde exista la dirección y el ordenamiento de la mujer, la sociedad encontrará solución a muchos problemas y se creará un ambiente más libre, justo y dialogante.
Camilo Valverde Mudarra
El 10% de las chicas sufre acoso sexual en el espacio laboral y sólo un 25% reconoce haberlo comunicado a algún allegado; pero, curiosamente, más del 56% de las empresas ignora el asunto. El estudio del Instituto de la Mujer, realizado en 2.007 entrevistas a mujeres, entre 16 y 64 años, apunta que el acoso sexual en el trabajo procede de actitudes violentas contra la mujer, de un entorno sexista y un marco abusivo de poder por el cargo en la empresa y por el dominio de sexo. La investigación ha revelado que se dan diferentes grados de acoso: el leve se centra en chistes de contenido sexual, piropos, acercamientos excesivos, gestos y miradas insinuantes; el grave entra en preguntas sobre la vida sexual, insinuaciones sexuales o pedir abiertamente este tipo de relaciones; y el muy grave, tocamientos, acorralamientos, amenazas, presiones para obtener la relación sexual… Y diferencia entre acoso técnico, verse en alguna de estas situaciones y acoso declarado que es haberlo padecido en su realidad y denunciado. Es el resultado de la conciencia machista de sometimiento y desigualdad que todavía existe en el siglo XXI y en la sociedad occidental.
La víctima suele ser una joven, universitaria y soltera de 16 a 34 años y especialmente chicas vulnerables, un alto índice son extranjeras e inmigrantes. El acosador es un tipo casado y con hijos, de carácter infantil, veleidoso, sexista e ineducado; el 75% de estos sujetos son compañeros de trabajo y el 21% un superior directo. Tienen su concreto 'ritual': elección de su objetivo a tenor de su vulnerabilidad y ganarse su confianza mediante el formulismo paternal, de ahí, pasan a las proposiciones y demandas sexuales, que se resuelven en amenazas, represalias e incluso agresiones, cuando topan con la reiterada negativa de la pobre acosada. Sólo un 25% de ellas hablan de la cuestión. Un 50% se desahoga con sus amigas, y el 30% se dirige a la familia. Estas mujeres no confían nada en las instituciones, sólo un 1’6% pidió ayuda a algún estamento público y, reveladoramente, más de un 70% de los consejos dados denota alto descuido y dejadez por el asunto. La pasividad de las empresas en estas situaciones es determinante y muy significativo su silencio. Es precisa y perentoria la futura Ley de Igualdad; el Instituto de la Mujer, con este primer informe, estudia y promueve la normativa que "incluye protocolos de actuación para propiciar la igualdad" en el ámbito laboral.
Es increíble que aún la mujer se vea sometida y en inferioridad. Nace en igualdad y semejanza del hombre y, en algunos aspectos es superior al varón. Es madre, hermana y esposa. Es la vida, portadora y dadora de vida y afirmación de la vida, por eso va delante, su visión es más amplia, admite la innovación y avizora un horizonte más ancho. En la penuria y desgracia, es sostén y báculo de pacificación. En la percepción de la realidad, desecha lo colectivo y viene a lo individual. Es la familia y es la educación. Su condición natural de diálogo y de paz contribuirá siempre en este ambiente materialista y hedonista al crecimiento de individuos que vivan la entrega, el servicio y el amor al prójimo, menos violentos y egoístas. Allí donde exista la dirección y el ordenamiento de la mujer, la sociedad encontrará solución a muchos problemas y se creará un ambiente más libre, justo y dialogante.
Camilo Valverde Mudarra