Otegui, principal símbolo del resurgir del mundo etarra, es tratado como un aliado preferente por el gobierno de Sánchez
El poder de ETA vuelve a ser visible y agobiante en algunos territorios de Vascongadas y Navarra, como en los viejos tiempos. Gracias al apoyo del PSOE de Pedro Sánchez, los pro etarras participan en "la dirección del Estado", humillando a los españoles y, en especial, a las víctimas del terrorismo y a las fuerzas militares y de seguridad, que lograron contra el terrorismo vasco una brillante victoria que, por culpa del socialismo y el comunismo, se vuelve estéril porque se les está permitiendo renacer.
ETA estuvo a punto de desaparecer durante el segundo gobierno de Aznar, gracias a una brillante labor policial, que se estudia como modelo en muchos países del mundo azotados por el terrorismo. Fue una lucha impecable y sin atajos, más frontal, limpia y decente que el terrorismo de Estado que impulsó Felipe González.
El Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo y sobre todo la llamada Ley de Partidos, donde se estableció la impunidad de unos partidos que amparaban, alentaban y jaleaban el terrorismo comunista de ETA, hicieron posible que los peores especímenes del terrorismo y sus partidos-guaridas resucitaran y se fortalecieran, a pesar de que España había logrado derrotarlos y castigar con la derrota sus crímenes y violaciones de los derechos humanos.
Zapatero, el socialista que más daño ha hecho a España después de los que en los años treinta del pasado siglo alimentaron y provocaron la Guerra Civil, resucitó a la banda criminal en una negociación abyecta que causa repugnancia a los que la analizan con detalle y en la que los etarras pusieron sobre la mesa de negociación el asesinato de dos personas con la voladura de la terminal D de la T4 de Barajas.
El PSOE, con aquella negociación de Zapatero, dio a los terroristas, in extremis, el oxígeno que necesitaban para llegar donde hoy están, con presencia en las instituciones y avanzando en los ayuntamientos y a las diputaciones vascas.
Hoy, gracias al gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que comparten el viento comunista con los antiguos asesinos, tenemos a la ETA resucitada en la dirección del Estado, mientras la España decente y democrática se enfurece ante el constante blanqueo de su historial de sangre, gracias a políticos sin escrúpulos con poder de gobierno y a la labor miserable e inmoral de medios de comunicación comprados y sometidos al poder.
La resurrección de ETA es, junto al abuso de poder, la pésima gestión de la pandemia, el asesinato de la democracia y la ruina económica y moral, uno de los más grandes y rotundos fracasos de la política española y una muestra palpable de la bajeza de algunos partidos, que anteponen el propio poder y los intereses y privilegios derivados del gobierno al bien común y al bienestar de los ciudadanos.
Los autores de ese desastre antiespañol que representa el resurgir de ETA son Zapatero, que abrió las puertas al mal y les dio las armas para destruir España, Rajoy, un cobarde que no hizo nada por evitarlo, y, en especial, Pedro Sánchez, que ha culminado la bajeza repugnante de la resurrección del terrorismo vasco dejándoles un sitio nada menos que en la "dirección del Estado", una brutalidad antiespañola que ha hecho contra la voluntad de la inmensa mayoría de los españoles y que debería pagar con derrota y deshonra, si a este país le queda una sola gota de dignidad y decencia.
Francisco Rubiales
ETA estuvo a punto de desaparecer durante el segundo gobierno de Aznar, gracias a una brillante labor policial, que se estudia como modelo en muchos países del mundo azotados por el terrorismo. Fue una lucha impecable y sin atajos, más frontal, limpia y decente que el terrorismo de Estado que impulsó Felipe González.
El Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo y sobre todo la llamada Ley de Partidos, donde se estableció la impunidad de unos partidos que amparaban, alentaban y jaleaban el terrorismo comunista de ETA, hicieron posible que los peores especímenes del terrorismo y sus partidos-guaridas resucitaran y se fortalecieran, a pesar de que España había logrado derrotarlos y castigar con la derrota sus crímenes y violaciones de los derechos humanos.
Zapatero, el socialista que más daño ha hecho a España después de los que en los años treinta del pasado siglo alimentaron y provocaron la Guerra Civil, resucitó a la banda criminal en una negociación abyecta que causa repugnancia a los que la analizan con detalle y en la que los etarras pusieron sobre la mesa de negociación el asesinato de dos personas con la voladura de la terminal D de la T4 de Barajas.
El PSOE, con aquella negociación de Zapatero, dio a los terroristas, in extremis, el oxígeno que necesitaban para llegar donde hoy están, con presencia en las instituciones y avanzando en los ayuntamientos y a las diputaciones vascas.
Hoy, gracias al gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que comparten el viento comunista con los antiguos asesinos, tenemos a la ETA resucitada en la dirección del Estado, mientras la España decente y democrática se enfurece ante el constante blanqueo de su historial de sangre, gracias a políticos sin escrúpulos con poder de gobierno y a la labor miserable e inmoral de medios de comunicación comprados y sometidos al poder.
La resurrección de ETA es, junto al abuso de poder, la pésima gestión de la pandemia, el asesinato de la democracia y la ruina económica y moral, uno de los más grandes y rotundos fracasos de la política española y una muestra palpable de la bajeza de algunos partidos, que anteponen el propio poder y los intereses y privilegios derivados del gobierno al bien común y al bienestar de los ciudadanos.
Los autores de ese desastre antiespañol que representa el resurgir de ETA son Zapatero, que abrió las puertas al mal y les dio las armas para destruir España, Rajoy, un cobarde que no hizo nada por evitarlo, y, en especial, Pedro Sánchez, que ha culminado la bajeza repugnante de la resurrección del terrorismo vasco dejándoles un sitio nada menos que en la "dirección del Estado", una brutalidad antiespañola que ha hecho contra la voluntad de la inmensa mayoría de los españoles y que debería pagar con derrota y deshonra, si a este país le queda una sola gota de dignidad y decencia.
Francisco Rubiales