Si te sorprende, como a nosotros, la desfachatez y la falta de complejos con que se expresa y mueve sus piezas la izquierda autoritaria, alardeando de progresismo y de ética, sin reconocer que tiene a sus espaldas una historia tenebrosa que, desde la óptica del totalitarismo, es hasta más sucia y cruel que la de la extrema derecha, piensa que la clave está en que a esa izquierda autoritaria, de origen bolchevique, le falta un "Juicio de Nuremberg" que hubiera condenado sus crímines ante la historia, crímenes que son, con mucha diferencia, más horrendos y numerosos que los cometidos por Hitler.
Sin ese juicio que les hubiera condenado ante la Historia como asesinos, los actuales seguidores de la izquierda radical, hijos todos del marxismo leninismo, pueden permitirse la desfachatez de sentirse y presentarse ante la opinión pública como "heroes" populares y defensores del progreso, cuando en realidad deberían avergonzarse de ser herederos de una extirpe insuperable de asesinos.
Los expertos que han dedicado años de investigación a documentar y contar los crímenes de los grandes monstruos de la Humanidad colocan en lo más alto del ranking de los asesinos a un totalitario de la izquierda marxistaleninista como el chino Mao Zedong, al que atribuyen casi cien millones de muertes. Le sigue otro de la misma cuerda, el asesino soviético José Stalin. El criminal Hitler ocuparía el tercer lugar, mientras que el cuarto es de otro delincuente de inspiración marxista-leninista, el camboyano Pol Pot. De todos ellos, sólo Hitler tuvpo un Nuremberg que lo condenó y denigró ante la Humanidad.
Para los expertos, resulta evidente que los asesinos de la bancada de la izquierda totalitaria son más eficientes y crueles que los de la derecha totalitaria, pero, sin embargo, los de la derecha "fascista" arrastran la peor fama, consecuencia de un eficaz trabajo de propaganda y engaño desarrollado por las izquierdas, que siempre han sido magistrales e insuperables en las técnicas del enmascaramiento de la verdad.
Ese trabajo magistral de propaganda permite enormes injusticias en el escenario mundial, como la vigente en España, donde todo un "exterminador" de sus semejantes, como parece que fue Santiago Carrillo en Paracuellos del Jarama, es admitido sin problemas en la sociedad democrática, pronuncia conferencias, es investido como "honoris causa" por una universidad y hasta se le permita hablar como comentarista desde la tribuna radiofónica de la SER, mientras que a un miembro de la derecha y exministro de Franco, como Fraga Iribarne, cuyas manos, que se sepa, no están directamente manchadas de sangre, se le califica de "asesino" y de despreciable "fascista".
Cuando se depura la mentira y la verdad florece, descubrimos que el verdadero "ranking" del crimen coloca a "fascistas" tan odiados como Musolini, Franco o Pinochet muy por detrás de muchos criminales de fe marxista a los que, incluso, se atreven a venerar, como Lenin, Ceaucescu, Breznev, Enver Hoxha, Slobodan Milosevich, Fidel Castro y otros muchos que les superan en crueldad y pericia asesina.
La propaganda ha sembrado eficazmente la mentira y el engaño. El falso "ranking" de criminales que compartimos en nuestra mutilada cultura occidental no es obra de la justicia ni de la verdad, sino consecuencia de la "magia" del engaño y de la manipulación marxista.
Sin ese juicio que les hubiera condenado ante la Historia como asesinos, los actuales seguidores de la izquierda radical, hijos todos del marxismo leninismo, pueden permitirse la desfachatez de sentirse y presentarse ante la opinión pública como "heroes" populares y defensores del progreso, cuando en realidad deberían avergonzarse de ser herederos de una extirpe insuperable de asesinos.
Los expertos que han dedicado años de investigación a documentar y contar los crímenes de los grandes monstruos de la Humanidad colocan en lo más alto del ranking de los asesinos a un totalitario de la izquierda marxistaleninista como el chino Mao Zedong, al que atribuyen casi cien millones de muertes. Le sigue otro de la misma cuerda, el asesino soviético José Stalin. El criminal Hitler ocuparía el tercer lugar, mientras que el cuarto es de otro delincuente de inspiración marxista-leninista, el camboyano Pol Pot. De todos ellos, sólo Hitler tuvpo un Nuremberg que lo condenó y denigró ante la Humanidad.
Para los expertos, resulta evidente que los asesinos de la bancada de la izquierda totalitaria son más eficientes y crueles que los de la derecha totalitaria, pero, sin embargo, los de la derecha "fascista" arrastran la peor fama, consecuencia de un eficaz trabajo de propaganda y engaño desarrollado por las izquierdas, que siempre han sido magistrales e insuperables en las técnicas del enmascaramiento de la verdad.
Ese trabajo magistral de propaganda permite enormes injusticias en el escenario mundial, como la vigente en España, donde todo un "exterminador" de sus semejantes, como parece que fue Santiago Carrillo en Paracuellos del Jarama, es admitido sin problemas en la sociedad democrática, pronuncia conferencias, es investido como "honoris causa" por una universidad y hasta se le permita hablar como comentarista desde la tribuna radiofónica de la SER, mientras que a un miembro de la derecha y exministro de Franco, como Fraga Iribarne, cuyas manos, que se sepa, no están directamente manchadas de sangre, se le califica de "asesino" y de despreciable "fascista".
Cuando se depura la mentira y la verdad florece, descubrimos que el verdadero "ranking" del crimen coloca a "fascistas" tan odiados como Musolini, Franco o Pinochet muy por detrás de muchos criminales de fe marxista a los que, incluso, se atreven a venerar, como Lenin, Ceaucescu, Breznev, Enver Hoxha, Slobodan Milosevich, Fidel Castro y otros muchos que les superan en crueldad y pericia asesina.
La propaganda ha sembrado eficazmente la mentira y el engaño. El falso "ranking" de criminales que compartimos en nuestra mutilada cultura occidental no es obra de la justicia ni de la verdad, sino consecuencia de la "magia" del engaño y de la manipulación marxista.