Desde la caída a plomo del pájaro (con hélices en lugar de alas -en el que el susto fue para los demás y el gusto y los olés para ella, “la Aguirre”-), ocurrida extramuros del coso mostoleño, a Simancas se le ve incluso un poco más manco (si cabe) que antes.
Quiero decir que Esperanza, haciendo honor a su gracia de pila, ergo, esperanzada, después de la inopinada falta de potencia del aparato y/o de la rauda ráfaga de viento, que propició el batacazo (o “helicopterazo”) va como un tiro a lo que le tira y tiene en el punto de mira, que no es otra cosa que reeditar el éxito en la Comunidad madrileña, esto es, volver a ganar los próximos comicios autonómicos.
Algunos simpatizantes socialistas se confiesan derrotados de antemano, desanimados, desilusionados, desmoralizados, pues si unos reconocen: “¡Lo llevamos claro (o tenemos crudo) con “la Espe”!”; otros airean: “¡A “la Aguirre” no hay quien la aguante (ni quien le eche el guante), es decir, quien la pare! ¡A “la Aguirre” no hay quien la agarre!”.
Lo de Móstoles, el accidente o incidente de una no tragedia que dieron más veces más teles, no ha venido más que a darles más telas que cortar, o sea, más trabajo a los sastres (con listas de espera) que se ocupan de los desastres (entre los socialistas).
Ah; antes de bajar el telón, aquí les dejo otro milagro o prodigio (o la propina -con forma de puño cerrado- que propina, en exclusiva, un gancho en el mentón a casi todos los independentistas catalanes), pues olvidábaseme recoger y agavillar que lo de “la Aguirre” brindando por España con cava catalán me pareció de excelente catadura y gusto (cata y degustación), el mejor gesto de una gesta y hasta el gasto más pintiparado que podía hacerse con un talón para el desgaste de los talones de Aquiles de los otros.
Ángel Sáez García
Quiero decir que Esperanza, haciendo honor a su gracia de pila, ergo, esperanzada, después de la inopinada falta de potencia del aparato y/o de la rauda ráfaga de viento, que propició el batacazo (o “helicopterazo”) va como un tiro a lo que le tira y tiene en el punto de mira, que no es otra cosa que reeditar el éxito en la Comunidad madrileña, esto es, volver a ganar los próximos comicios autonómicos.
Algunos simpatizantes socialistas se confiesan derrotados de antemano, desanimados, desilusionados, desmoralizados, pues si unos reconocen: “¡Lo llevamos claro (o tenemos crudo) con “la Espe”!”; otros airean: “¡A “la Aguirre” no hay quien la aguante (ni quien le eche el guante), es decir, quien la pare! ¡A “la Aguirre” no hay quien la agarre!”.
Lo de Móstoles, el accidente o incidente de una no tragedia que dieron más veces más teles, no ha venido más que a darles más telas que cortar, o sea, más trabajo a los sastres (con listas de espera) que se ocupan de los desastres (entre los socialistas).
Ah; antes de bajar el telón, aquí les dejo otro milagro o prodigio (o la propina -con forma de puño cerrado- que propina, en exclusiva, un gancho en el mentón a casi todos los independentistas catalanes), pues olvidábaseme recoger y agavillar que lo de “la Aguirre” brindando por España con cava catalán me pareció de excelente catadura y gusto (cata y degustación), el mejor gesto de una gesta y hasta el gasto más pintiparado que podía hacerse con un talón para el desgaste de los talones de Aquiles de los otros.
Ángel Sáez García