Vota Zapatero y vente conmigo a la puta calle
Los siete años de Zapatero en el poder son, probablemente, la peor etapa de la moderna Historia de España, después del periodo de la guerra civil. La velocidad de la caída ha sido de vértigo y el balance de fechorías, daños, injusticias y miserias es brutal. Después de siete años, los españoles somos más pobres, más indignos, más desgraciados, más corruptos, más desesperanzados, más infelices, más rencorosos, más incrédulos y más temerosos de todo, sobre todo ante el futuro.
A Zapatero le debemos el desencanto, el desempleo masivo, la pobreza que avanza, el rechazo a las castas políticas, la decepción ante la democracia, las violaciones reiteradas a la Constitución, la manipulación de la opinión pública, la mentira elevada a política institucional, la infección corrupta de la sociedad, el desprestigio de lo público, la indignación, el cabreo y las ganas de retorcerle el cuello a más de uno.
España, después de siete años de Zapaterismo, es más inmoral, corrupta, indecente, indigna, desprestigiada, decadente, desigual, triste, pobre y desgraciada.
Los españoles creemos ahora menos en la democracia y, por desgracia, estamos dispuestos a recibir con los brazos abiertos a cualquier salvapatrias que se presente con una escoba para limpiar el país, con un látigo para poner orden y con la promesa de llenar las cárceles de políticos corruptos.
Los estragos de Zapatero son inmensos, mayores de lo que la gente cree porque han penetrado hasta la médula de la sociedad y han conseguido envilecerlo todo. Por su culpa, hemos perdido la fe en la democracia, la inocencia política, la confianza en el Estado y la esperanza. Ya no confiamos en la Justicia, ni en las instituciones. Hasta la Corona, por culpa de Zapatero, se ha alejado del pueblo y el borbón que gobierna nos parece ahora un miembro más de la "casta".
Arrogante, inepto, mentiroso, presumido, torpe, alienado e insensible a los sufrimientos, criterios y deseos de su pueblo, Zapatero nos ha demostrado que nunca tuvimos una democracia sino una sucia oligocracia de partidos y nos ha convencido de que la solución del drama español no está en cambiar de gobierno sino en cambiar el sistema, sustituyendo el estercolero actual por una verdadera democracia donde el ciudadano cuente y donde los políticos no sean inmunes, impunes y corruptos.
España es más pobre después de los siete años de Zapatero, pero también es mucho más triste y desgraciada. Ha pedido ilusión, cohesión, pulso, brío y mucha decencia. Zapatero nos ha demostrado que el peor problema que padecemos es el del liderazgo. España no tiene la clase política que se merece, sino una mucho peor, La sociedad española está envilecida y corrompida, pero mucho menos que sus políticos y sus poderes. La infección que hoy tiene postrada a España nos la han inoculado los políticos, que han mentido, robado y llenado el país de arbitrariedad y de corrupción, conviriténdolo en un vertedero.
Los pobres, tras el mandato de Zapatero, son más pobres y los ricos, más ricos. La justicia social ha retrocedido, al igual que los grandes valores y el orgullo de ser español. Cuando una pandilla de ineptos sin grandeza conduce a un país, siempre comienza el desastre y el pecado ciudadano de haber elegido como gobernantes a los peores siempre se paga con dolor y, a veces, con sangre.
Zapatero ha dejado a España endeudada al menos por tres generaciones y, al permitir que nos intervengan nuestros socios y vecinos, nos ha humillado y convertido en una colonia camuflada. Su fracaso no es consecuencia de errores de planificación, sino de tozudez, arrogancia, mentira y arbitrariedad. Se negó a admitir la existencia de la crisis porque su deseo era que la crisis no existiera. Se comportó como un alucinado y retrasó las medidas que el país necesitaba con urgencia, sólo porque tenía que ganar unas elecciones en 2008 y la idea de la crisis le perjudicaba ante las urnas. Ha antepuesto sus propios intereses al bien común decenas de veces. Como gobernante, es un verdadero desastre, para España y para la civilización, que fracasa cada vez que pare un individuo de su naturaleza. Es tan pobre y mezquino que cree que lo importante es ganar, más que servir, más que ayudar a sus congéneres, más que ser honrado y decente. Zapatero y sus secuaces son la peor pesadilla de España, por lo menos desde que otro inepto mentiroso y con mala leche, el rey felón Fernando VII, nos condenó con su reinado canalla, durante casi dos siglos, a ser un país retrasado y ajeno a las grandes corrientes positivas de la Humanidad.
A Zapatero le debemos el desencanto, el desempleo masivo, la pobreza que avanza, el rechazo a las castas políticas, la decepción ante la democracia, las violaciones reiteradas a la Constitución, la manipulación de la opinión pública, la mentira elevada a política institucional, la infección corrupta de la sociedad, el desprestigio de lo público, la indignación, el cabreo y las ganas de retorcerle el cuello a más de uno.
España, después de siete años de Zapaterismo, es más inmoral, corrupta, indecente, indigna, desprestigiada, decadente, desigual, triste, pobre y desgraciada.
Los españoles creemos ahora menos en la democracia y, por desgracia, estamos dispuestos a recibir con los brazos abiertos a cualquier salvapatrias que se presente con una escoba para limpiar el país, con un látigo para poner orden y con la promesa de llenar las cárceles de políticos corruptos.
Los estragos de Zapatero son inmensos, mayores de lo que la gente cree porque han penetrado hasta la médula de la sociedad y han conseguido envilecerlo todo. Por su culpa, hemos perdido la fe en la democracia, la inocencia política, la confianza en el Estado y la esperanza. Ya no confiamos en la Justicia, ni en las instituciones. Hasta la Corona, por culpa de Zapatero, se ha alejado del pueblo y el borbón que gobierna nos parece ahora un miembro más de la "casta".
Arrogante, inepto, mentiroso, presumido, torpe, alienado e insensible a los sufrimientos, criterios y deseos de su pueblo, Zapatero nos ha demostrado que nunca tuvimos una democracia sino una sucia oligocracia de partidos y nos ha convencido de que la solución del drama español no está en cambiar de gobierno sino en cambiar el sistema, sustituyendo el estercolero actual por una verdadera democracia donde el ciudadano cuente y donde los políticos no sean inmunes, impunes y corruptos.
España es más pobre después de los siete años de Zapatero, pero también es mucho más triste y desgraciada. Ha pedido ilusión, cohesión, pulso, brío y mucha decencia. Zapatero nos ha demostrado que el peor problema que padecemos es el del liderazgo. España no tiene la clase política que se merece, sino una mucho peor, La sociedad española está envilecida y corrompida, pero mucho menos que sus políticos y sus poderes. La infección que hoy tiene postrada a España nos la han inoculado los políticos, que han mentido, robado y llenado el país de arbitrariedad y de corrupción, conviriténdolo en un vertedero.
Los pobres, tras el mandato de Zapatero, son más pobres y los ricos, más ricos. La justicia social ha retrocedido, al igual que los grandes valores y el orgullo de ser español. Cuando una pandilla de ineptos sin grandeza conduce a un país, siempre comienza el desastre y el pecado ciudadano de haber elegido como gobernantes a los peores siempre se paga con dolor y, a veces, con sangre.
Zapatero ha dejado a España endeudada al menos por tres generaciones y, al permitir que nos intervengan nuestros socios y vecinos, nos ha humillado y convertido en una colonia camuflada. Su fracaso no es consecuencia de errores de planificación, sino de tozudez, arrogancia, mentira y arbitrariedad. Se negó a admitir la existencia de la crisis porque su deseo era que la crisis no existiera. Se comportó como un alucinado y retrasó las medidas que el país necesitaba con urgencia, sólo porque tenía que ganar unas elecciones en 2008 y la idea de la crisis le perjudicaba ante las urnas. Ha antepuesto sus propios intereses al bien común decenas de veces. Como gobernante, es un verdadero desastre, para España y para la civilización, que fracasa cada vez que pare un individuo de su naturaleza. Es tan pobre y mezquino que cree que lo importante es ganar, más que servir, más que ayudar a sus congéneres, más que ser honrado y decente. Zapatero y sus secuaces son la peor pesadilla de España, por lo menos desde que otro inepto mentiroso y con mala leche, el rey felón Fernando VII, nos condenó con su reinado canalla, durante casi dos siglos, a ser un país retrasado y ajeno a las grandes corrientes positivas de la Humanidad.