Montilla tiene razón cuando afirma que no acepta que "los males de Catalunya sean culpa del anterior Govern". La verdad es que el "Tripartito" no hizo otra cosa que seguir las huellas de otros gobiernos anteriores de CIU, agregando su propio ladrillo a la gruesa y sólida pared de la corrupción catalana, dueña, durante 32 años, de la región y del destino de sus ciudadanos.
Entre los asistentes al Congreso estaba Narcís Serra, padre de la corrupción, catalana a gran escala, junto con un Jordi Pujol que también debería haberse sentado en el Congreso como invitado de honor y maestro del expolio victimista. Ellos dos son los principales tutores y conductores de una casta político financiera catalana que se ha enriquecido de manera estruendosa, por medio de la especulación inmobiliaria y financiera, logrando que Cataluña haya sido, durante décadas, el territorio de Europa con más billetes de 500 euros por metro cuadrado. Ellos han mostrado el camino a sus seguidores y discípulos, políticos, financieros y empresarios de la prosperidad catalana. Les han enseñado a recalificar, a repartir, a apalancarse, a triplicar sueldos y dietas, a colocar a costa del Estado a miles de familiares, amigos y clientes, a engañar y a vender lo barato a precio de lujo. Todavía se ofrecen áticos nuevos, a 3 millones de euros, en la zona de Diagonal Mar, uno de los focos del expolio.
Han creado una Cataluña endeudada e insostenible, con cajas de ahorro arruinadas y con el presupuesto público agotado, con 260.000 funcionarios y 47.000 millones de euros de deuda, pero poblada de millonarios corruptos y privilegiados,que han sabido ordeñar al Estado y a la sociedad con maestría inigualable, a los que llaman "emprendedores" y distinguen como próceres del catalanismo, rodeados de los mejores puticlubs de Europa, de paraísos del narcotráfico y el blanqueo, de venta masiva de cocaína sudamericana y de hachís marroquí, de cientos de miles de inmigrantes ilegales y de masas crecientes de ciudadanos catalanes desamparados, desconcertados y empobrecidos.
Han sido artistas de la política y del arte de mandar, capaces de realizar un tránsito modélico, sin que cambie nada sustancial, entre el franquismo y una democracia que siempre estuvo adulterada y convertida en una oligocracia de partidos y clanes. La Cataluña que han creado al unísono, los socialistas y los convergentes, con la ayuda de otros grupos menores y sedientos de mojar también en la riqueza, se parece demasiado a la España del XIX, organizada por tribus y clanes y dominada por señoritos a los que todos rinden pleitesía y obediencia para recibir privilegios y ventajas.
El 64% de los delegados socialistas aprueban la gestión de Montilla, el 22% se opone y el 13% se abstiene. Una verdadera tragedia que indica que no han aprendido nada del desastre que les rodea, ni tienen propósito de enmienda. Montilla, casi con tanta culpa en las desgracias de España como Zapatero, tiene su asiento en el Senado y su lujosa oficina de ex presidente, el premio que le dan los catalanes por conducirles hacia la ruina y la injusticia. El Congreso afirma que han tocado fondo y que, a partir de ahora, sólo pueden crecer. Ya está en marcha la esperanza de mojar de nuevo en el futuro, de esperar a que los catalanes de cansen de CIU y les llamen de nuevo.
Si tuviésemos que elegir una imagen elocuente del esperpento de la Cataluña corrompida e injusta, quizás la mejor sería la de los actuales Mossos, que continúan sin chalecos antibalas ni dinero para la ITV mientras sus dirigentes políticos e niegan a clausurar las embajadas catalanas en el extranjero y nadan en abundante dinero blanco y negro.
Pobre Cataluña, tan lejos de Dios y tan cerca de su particular y admirada manada de canallas. Tal vez tengan razón los pesimistas y sea verdad que esa hermosa tierra no tiene remedio y que desmontar 32 años de opresión, robos y engaños es imposible. Los mismos que la arruinaron se preparan para gobernar de nuevo. Los que la expoliaron son los que ahora, para volver a llenar las arcas, practican recortes que pagan los menos ricos. Más injusticia y salvajismo político es casi imposible. Nada de lo que hoy existe en Cataluña se parece, ni siquiera tangencialmente, a una democracia. Aquello es una dictadura de expoliadores sagazmente travestida e inteligentemente hipócrita.
¡Visca Catalunya!
Entre los asistentes al Congreso estaba Narcís Serra, padre de la corrupción, catalana a gran escala, junto con un Jordi Pujol que también debería haberse sentado en el Congreso como invitado de honor y maestro del expolio victimista. Ellos dos son los principales tutores y conductores de una casta político financiera catalana que se ha enriquecido de manera estruendosa, por medio de la especulación inmobiliaria y financiera, logrando que Cataluña haya sido, durante décadas, el territorio de Europa con más billetes de 500 euros por metro cuadrado. Ellos han mostrado el camino a sus seguidores y discípulos, políticos, financieros y empresarios de la prosperidad catalana. Les han enseñado a recalificar, a repartir, a apalancarse, a triplicar sueldos y dietas, a colocar a costa del Estado a miles de familiares, amigos y clientes, a engañar y a vender lo barato a precio de lujo. Todavía se ofrecen áticos nuevos, a 3 millones de euros, en la zona de Diagonal Mar, uno de los focos del expolio.
Han creado una Cataluña endeudada e insostenible, con cajas de ahorro arruinadas y con el presupuesto público agotado, con 260.000 funcionarios y 47.000 millones de euros de deuda, pero poblada de millonarios corruptos y privilegiados,que han sabido ordeñar al Estado y a la sociedad con maestría inigualable, a los que llaman "emprendedores" y distinguen como próceres del catalanismo, rodeados de los mejores puticlubs de Europa, de paraísos del narcotráfico y el blanqueo, de venta masiva de cocaína sudamericana y de hachís marroquí, de cientos de miles de inmigrantes ilegales y de masas crecientes de ciudadanos catalanes desamparados, desconcertados y empobrecidos.
Han sido artistas de la política y del arte de mandar, capaces de realizar un tránsito modélico, sin que cambie nada sustancial, entre el franquismo y una democracia que siempre estuvo adulterada y convertida en una oligocracia de partidos y clanes. La Cataluña que han creado al unísono, los socialistas y los convergentes, con la ayuda de otros grupos menores y sedientos de mojar también en la riqueza, se parece demasiado a la España del XIX, organizada por tribus y clanes y dominada por señoritos a los que todos rinden pleitesía y obediencia para recibir privilegios y ventajas.
El 64% de los delegados socialistas aprueban la gestión de Montilla, el 22% se opone y el 13% se abstiene. Una verdadera tragedia que indica que no han aprendido nada del desastre que les rodea, ni tienen propósito de enmienda. Montilla, casi con tanta culpa en las desgracias de España como Zapatero, tiene su asiento en el Senado y su lujosa oficina de ex presidente, el premio que le dan los catalanes por conducirles hacia la ruina y la injusticia. El Congreso afirma que han tocado fondo y que, a partir de ahora, sólo pueden crecer. Ya está en marcha la esperanza de mojar de nuevo en el futuro, de esperar a que los catalanes de cansen de CIU y les llamen de nuevo.
Si tuviésemos que elegir una imagen elocuente del esperpento de la Cataluña corrompida e injusta, quizás la mejor sería la de los actuales Mossos, que continúan sin chalecos antibalas ni dinero para la ITV mientras sus dirigentes políticos e niegan a clausurar las embajadas catalanas en el extranjero y nadan en abundante dinero blanco y negro.
Pobre Cataluña, tan lejos de Dios y tan cerca de su particular y admirada manada de canallas. Tal vez tengan razón los pesimistas y sea verdad que esa hermosa tierra no tiene remedio y que desmontar 32 años de opresión, robos y engaños es imposible. Los mismos que la arruinaron se preparan para gobernar de nuevo. Los que la expoliaron son los que ahora, para volver a llenar las arcas, practican recortes que pagan los menos ricos. Más injusticia y salvajismo político es casi imposible. Nada de lo que hoy existe en Cataluña se parece, ni siquiera tangencialmente, a una democracia. Aquello es una dictadura de expoliadores sagazmente travestida e inteligentemente hipócrita.
¡Visca Catalunya!