En su balance económico de 2009, el jueves 10 de diciembre, Zapatero exhibió de nuevo su optimismo patológico, que no es otra cosa que la utilización del engaño para evitar el desgaste y la sangría de votos que merece por su pésima gestión de la crisis económica que está destrozando a España. Una vez más, sorprendiendo a todos y en contradicción con lo que piensan los expertos, dijo que la crisis agoniza y que prosperidad está ya ahí, a la vuelta de la esquina.
Sin embargo, la verdad objetiva, faro y guía de toda democracia, es distinta, más descorazonadora y dura que la "falsa verdad" del presidente: "No habrá recuperación posible para España mientras Zapatero siga gobernando."
Se escucha en los pasillos de la Comisión Europea y del Fondo Monetario Internacional. Lo afirman ya los expertos en numerosas instituciones españolas e internacionales, escandalizados ante la tozudez suicida del presidente, que se niega a adoptar las medidas que España necesita para salir de la crisis y que está llevando al país, con terquedad y mano firme, hacia el desastre.
La amenaza de rebajar todavía más la calificación de la ingente deuda española, hasta niveles próximos a la deuda basura, ha sido el último aviso a un Zapatero que está desconcertando a las instituciones internacionales y que se está ganando a pulso el "título" de gobernante inepto y el "rango" de adversario de la propia España que gobierna.
Es más que probable que Zapatero sea considerado por la Historia como el peor gobernante español desde Fernando VII.
Al igual que Fernando VII, Zapatero se considera un tipo afortunado y no sólo adopta medidas erróneas que hunden la prosperidad y el prestigio de España, sino que desmoraliza a la sociedad y le cercena la esperanza con mentiras, ausencia de valores y, sobre todo, con una política que busca la división, el enfrentamiento y la disputa entre los españoles.
Como Fernando VII, Zapatero utiliza la sonrisa y el engaño para fortalecer su poder, una táctica que está desmoralizando a España y causándole heridas que tardarán mucho en cicatrizar. Fernando VII provocó la pérdida del Imperio Colonial y el sacrificio de los sectores más modernos y pujantes de la sociedad, mientras que Zapatero está provocando la pérdida del prestigio español en el mundo, de la prosperidad económica ganada con esfuerzo, y del respeto al sistema democrático, al mismo tiempo que causa el sacrificio de las clases medias y emprendedoras, sobre las que descansaban la estabilidad, la pujanza y la creación de riqueza en la España moderna.
El paralelismo entre Fernando VII y Zapatero es impresionante. El Borbón decapitó a los mejores miembros del partido monárquico y sometió a sus partidarios a todo tipo de caprichos y arbitrariedades, mientras que Zapatero está haciendo lo mismo con el PSOE, donde las voces más críticas y las conciencias más lúcidas, pensantes y éticas están siendo masacradas por un líder vulgar al que, también como a Fernando VII, únicamente le importa su permanencia en el poder.
Uno y otro fueron engañadores profesionales y gobernaron muchas veces en contra del criterio de las mayorías. El felón juró la Constitución liberal y democrática de Cádiz (la Pepa) para después aplastarla. Zapatero, al aprobar el Estatuto de Cataluña y con otras muchas actuaciones tan innobles como "comprar" votos a los nacionalistas para mantenerse en el poder, también ha herido de muerte la Constitución de 1978.
Aunque la sociedad española se encuentra dividida, narcotizada, confundida y plagada de corruptos y de fanáticos, en gran parte gracias a la acción del propio gobierno y de una oposición lamentablemente vulgar y acobardada, todavía quedan espacios de lucidez suficientes entre los ciudadanos para percibir el deterioro de la democracia, el creciente divorcio entre ciudadanos y políticos, la corrupción generalizada, el hundimiento del liderazgo y el fracaso económico al que el país se dirige raudo, bajo el atolondrado y obtuso mandato de ZP.
Zapatero pasará a la historia, probablemente, como el gobernante español más incapaz y nefasto en los dos últimos siglos, desde aquel Borbón felón y traidor que reinó con el nombre de Fernando VII. Su herencia quizás sea todavía más dramática que la de Fernando, después de cuyo reinado la monarquía entró en crisis y cientos de miles de españoles empezaron a soñar con una república decente y justa. Seguramente, después de Zapatero, varias generaciones de españoles, al contemplar la patria deshecha que dejará como herencia, soñarán también durante décadas con una democracia auténtica, con la justicia, las dignidad y la decencia.
Sin embargo, la verdad objetiva, faro y guía de toda democracia, es distinta, más descorazonadora y dura que la "falsa verdad" del presidente: "No habrá recuperación posible para España mientras Zapatero siga gobernando."
Se escucha en los pasillos de la Comisión Europea y del Fondo Monetario Internacional. Lo afirman ya los expertos en numerosas instituciones españolas e internacionales, escandalizados ante la tozudez suicida del presidente, que se niega a adoptar las medidas que España necesita para salir de la crisis y que está llevando al país, con terquedad y mano firme, hacia el desastre.
La amenaza de rebajar todavía más la calificación de la ingente deuda española, hasta niveles próximos a la deuda basura, ha sido el último aviso a un Zapatero que está desconcertando a las instituciones internacionales y que se está ganando a pulso el "título" de gobernante inepto y el "rango" de adversario de la propia España que gobierna.
Es más que probable que Zapatero sea considerado por la Historia como el peor gobernante español desde Fernando VII.
Al igual que Fernando VII, Zapatero se considera un tipo afortunado y no sólo adopta medidas erróneas que hunden la prosperidad y el prestigio de España, sino que desmoraliza a la sociedad y le cercena la esperanza con mentiras, ausencia de valores y, sobre todo, con una política que busca la división, el enfrentamiento y la disputa entre los españoles.
Como Fernando VII, Zapatero utiliza la sonrisa y el engaño para fortalecer su poder, una táctica que está desmoralizando a España y causándole heridas que tardarán mucho en cicatrizar. Fernando VII provocó la pérdida del Imperio Colonial y el sacrificio de los sectores más modernos y pujantes de la sociedad, mientras que Zapatero está provocando la pérdida del prestigio español en el mundo, de la prosperidad económica ganada con esfuerzo, y del respeto al sistema democrático, al mismo tiempo que causa el sacrificio de las clases medias y emprendedoras, sobre las que descansaban la estabilidad, la pujanza y la creación de riqueza en la España moderna.
El paralelismo entre Fernando VII y Zapatero es impresionante. El Borbón decapitó a los mejores miembros del partido monárquico y sometió a sus partidarios a todo tipo de caprichos y arbitrariedades, mientras que Zapatero está haciendo lo mismo con el PSOE, donde las voces más críticas y las conciencias más lúcidas, pensantes y éticas están siendo masacradas por un líder vulgar al que, también como a Fernando VII, únicamente le importa su permanencia en el poder.
Uno y otro fueron engañadores profesionales y gobernaron muchas veces en contra del criterio de las mayorías. El felón juró la Constitución liberal y democrática de Cádiz (la Pepa) para después aplastarla. Zapatero, al aprobar el Estatuto de Cataluña y con otras muchas actuaciones tan innobles como "comprar" votos a los nacionalistas para mantenerse en el poder, también ha herido de muerte la Constitución de 1978.
Aunque la sociedad española se encuentra dividida, narcotizada, confundida y plagada de corruptos y de fanáticos, en gran parte gracias a la acción del propio gobierno y de una oposición lamentablemente vulgar y acobardada, todavía quedan espacios de lucidez suficientes entre los ciudadanos para percibir el deterioro de la democracia, el creciente divorcio entre ciudadanos y políticos, la corrupción generalizada, el hundimiento del liderazgo y el fracaso económico al que el país se dirige raudo, bajo el atolondrado y obtuso mandato de ZP.
Zapatero pasará a la historia, probablemente, como el gobernante español más incapaz y nefasto en los dos últimos siglos, desde aquel Borbón felón y traidor que reinó con el nombre de Fernando VII. Su herencia quizás sea todavía más dramática que la de Fernando, después de cuyo reinado la monarquía entró en crisis y cientos de miles de españoles empezaron a soñar con una república decente y justa. Seguramente, después de Zapatero, varias generaciones de españoles, al contemplar la patria deshecha que dejará como herencia, soñarán también durante décadas con una democracia auténtica, con la justicia, las dignidad y la decencia.
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