El Ejecutivo de Zapatero es capaz de congelar pensiones, despojar a los parados de larga duración de la única ayuda que recibían, de bajar el sueldo a los funcionarios y de liquidar numerosos derechos y logros sociales, pero sigue agasajando a los sindicatos UGT y Comisiones Obreras, a los que regaló otros 152 millones de euros en el tercer trimestre del año 2009, a pesar de la crudeza de la crisis y del ahorro en el gasto público que imponen los mercados.
De ese dinero, casi 80 millones de euros han ido a parar a las arcas de UGT, el sindicato preferido de Zapatero.
Zapatero, en franco declive como político y rechazado masivamente por los españoles, sigue obsesionado por contar con el apoyo de los sindicatos, a los que regala enormes cantidades de dinero público.
¿Por qué esa obsesión de Zapatero por contar con el apoyo del desprestigiado sindicalismo español? La única explicación posible es que los sindicalistas representan la fuerza de choque para hacer la vida imposible al futuro gobierno de Rajoy, desatando una catarata de reivindicaciones y conflictos que desgaste y acose al gobierno de derecha, cuando los efectos de la actual decadencia y pobreza se hagan todavía más dolorosos e hirientes en la sociedad española.
Para desgracia de los ciudadanos de España, los sindicatos mayoritarios han pasado ya la frontera y merecen ser tratados como traidores a la democracia y cómplices activos de la degeneración del país y del sistema político. Su sumisión al actual gobierno socialista y su voracidad con el dinero público los ha situado en el bando enemigo de la ciudadanía responsable y democrática.
Dios los cría y ellos se juntan porque las encuestas reflejan ya, con toda crudeza, que los sindicatos, junto con los políticos, son las instituciones más desprestigiadas y rechazadas por los ciudadanos en España.
De ese dinero, casi 80 millones de euros han ido a parar a las arcas de UGT, el sindicato preferido de Zapatero.
Zapatero, en franco declive como político y rechazado masivamente por los españoles, sigue obsesionado por contar con el apoyo de los sindicatos, a los que regala enormes cantidades de dinero público.
¿Por qué esa obsesión de Zapatero por contar con el apoyo del desprestigiado sindicalismo español? La única explicación posible es que los sindicalistas representan la fuerza de choque para hacer la vida imposible al futuro gobierno de Rajoy, desatando una catarata de reivindicaciones y conflictos que desgaste y acose al gobierno de derecha, cuando los efectos de la actual decadencia y pobreza se hagan todavía más dolorosos e hirientes en la sociedad española.
Para desgracia de los ciudadanos de España, los sindicatos mayoritarios han pasado ya la frontera y merecen ser tratados como traidores a la democracia y cómplices activos de la degeneración del país y del sistema político. Su sumisión al actual gobierno socialista y su voracidad con el dinero público los ha situado en el bando enemigo de la ciudadanía responsable y democrática.
Dios los cría y ellos se juntan porque las encuestas reflejan ya, con toda crudeza, que los sindicatos, junto con los políticos, son las instituciones más desprestigiadas y rechazadas por los ciudadanos en España.
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