La llamada telefónica que ayer hizo el presidente Obama a Zapatero, exigiéndole reformas urgentes, austeridad y drásticos recortes, constituyó una humillación de tal envergadura que sólo un descarado inconsciente puede soportar sin dimitir. Esa dura advertencia desde Washington, unida a su reciente descalificación en Europa, donde le han impuesto la política económica, humillándole, degradándole como dirigente y colocándole bajo vigilancia, demuestran que el presidente socialista español es un peligro mundial capaz no sólo de hundir a su propio país, sino también de provocar todo un desastre en la economía planetaria.
El mundo entero ha descubierto por fin que detrás de sus ojos claros y de su sonrisa angelical se escondía un inepto temerario, un despilfarrador desenfrenado y un pésimo político que, tras arruinar a España, ha puesto en peligro los más delicados equilibrios mundiales, convirtiéndose en el blanco de los especuladores y en el mayor peligro para la prosperidad internacional.
Parece increíble que sus obtusos defensores y correligionarios no se den cuenta de lo que el mundo entero ya ha asumido: que Zapatero es un pésimo gobernante cuya política errónea y dañina le ha convertido ya en el mayor riesgo del sistema económico internacional, un tipo tan nefasto que puede hundir todo el sistema.
Con la defensa a ultranza de Zapatero, el PSOE se está haciendo un incomprensible "harakiri" y enterrando su futuro. Cuando la sociedad española descubra y tome conciencia de los estragos que Zapatero ha provocado, la cobardía cómplice del PSOE al mantenerlo en el poder se convertirá en un pecado tan terrible que le cerrará las puertas del poder por muchos años, por lo menos mientras perdure la memoria y permanezcan vivas las generaciones actuales, a las que Zapatero ha llevado hasta la humillación y la pobreza.
Jamás un dirigente del Occidente desarrollado acumuló tanto fracaso y vergüenza en tan poco tiempo. Sus errores y estragos son causa más que suficiente para que cualquier político decente del planeta hubiera dimitido al menos una docena de veces.
Ha acumulado casi todos los errores que figuran en el manual del gobernante y ha traspasado casi todas las líneas rojas de la decencia y del liderazgo: ha degradado la democracia, ha desprestigiado a la casta política hasta convertirla en el tercer gran problema de los españoles, ha perdido la credibilidad, ha sembrado la sociedad española de desconfianza y miedo en el futuro, ha destruído buena parte del tejido productivo, ha llenado las calles de nuevos pobres desesperados, ha elevado el número de desempleados hasta casi cinco millones, ha llenado de mendigos las calles y ha llenado los comedores de caridad de gente humillada y vencida, ha negado la evidencia, ha mentido a sus ciudadanos, ha endeudado a su pueblo sin prudencia alguna, ha gastado como un manirroto, ha engordado al Estado convirtiéndolo en un monstruo insostenible, ha permitido niveles de corrupción nauseabundos, ha comprado voto en el Congreso con dinero público, ha comprado el voto de los españoles con el dinero del Estado, ha sellado pactos "contra natura" con partidos de ideología contraria, ha convertido a partidos minúsculos, algunos de ellos nacionalistas extremos que acumulan odio a España, en los árbitros del poder, ha legislado y gobernado contra la voluntad de las mayorías, ha perseguido a sus adversarios políticos con saña, ha dividido a los ciudadanos, ha comprado con concesiones, favores y dinero público a muchos medios de comunicación, convirtiéndolos en cómplices de sus desmanes y desastres, y, bajo su mandato, España se ha transformado en un país arruinado, sin prestigio, molesto y señalado como el gran enfermo del mundo.
La presidencia europea, que él contempló siempre como una ocasión para lucirse y para recuperar imagen, se ha convertido en su tumba política, tras haber perdido el respeto y el favor de todos sus colegas, que, en apenas un par de meses, ya le rechazaban y le colocaban en cuarentena.
¿Qué más necesita una persona decente para dimitir? ¿Qué otros estragos debe causar para que los socialistas españoles dejan de defender y sostener al peor dirigente de la historia moderna de España? ¿Qué hemos hecho los ciudadanos españoles para merecer semejante plaga?
Zapatero es un producto caducado, un símbolo mundial de todo lo que la política futura debe evitar para regresar a los caminos de la prosperidad, la decencia y la democracia.
El único mérito de Zapatero es haber provocado, sin quererlo, en medio mundo, con su ineptitud y mal gobierno, una reacción colectiva de rechazo y de miedo que conducen hacia la regeneración, un sentimiento generalizado de asco ante lo que representa la actual deriva política de las sociedades presuntamente avanzadas, que conduce a los pueblos a tomar conciencia de que se está perdiendo a chorros la decencia, la dignidad y la verdadera democracia.
El mundo entero ha descubierto por fin que detrás de sus ojos claros y de su sonrisa angelical se escondía un inepto temerario, un despilfarrador desenfrenado y un pésimo político que, tras arruinar a España, ha puesto en peligro los más delicados equilibrios mundiales, convirtiéndose en el blanco de los especuladores y en el mayor peligro para la prosperidad internacional.
Parece increíble que sus obtusos defensores y correligionarios no se den cuenta de lo que el mundo entero ya ha asumido: que Zapatero es un pésimo gobernante cuya política errónea y dañina le ha convertido ya en el mayor riesgo del sistema económico internacional, un tipo tan nefasto que puede hundir todo el sistema.
Con la defensa a ultranza de Zapatero, el PSOE se está haciendo un incomprensible "harakiri" y enterrando su futuro. Cuando la sociedad española descubra y tome conciencia de los estragos que Zapatero ha provocado, la cobardía cómplice del PSOE al mantenerlo en el poder se convertirá en un pecado tan terrible que le cerrará las puertas del poder por muchos años, por lo menos mientras perdure la memoria y permanezcan vivas las generaciones actuales, a las que Zapatero ha llevado hasta la humillación y la pobreza.
Jamás un dirigente del Occidente desarrollado acumuló tanto fracaso y vergüenza en tan poco tiempo. Sus errores y estragos son causa más que suficiente para que cualquier político decente del planeta hubiera dimitido al menos una docena de veces.
Ha acumulado casi todos los errores que figuran en el manual del gobernante y ha traspasado casi todas las líneas rojas de la decencia y del liderazgo: ha degradado la democracia, ha desprestigiado a la casta política hasta convertirla en el tercer gran problema de los españoles, ha perdido la credibilidad, ha sembrado la sociedad española de desconfianza y miedo en el futuro, ha destruído buena parte del tejido productivo, ha llenado las calles de nuevos pobres desesperados, ha elevado el número de desempleados hasta casi cinco millones, ha llenado de mendigos las calles y ha llenado los comedores de caridad de gente humillada y vencida, ha negado la evidencia, ha mentido a sus ciudadanos, ha endeudado a su pueblo sin prudencia alguna, ha gastado como un manirroto, ha engordado al Estado convirtiéndolo en un monstruo insostenible, ha permitido niveles de corrupción nauseabundos, ha comprado voto en el Congreso con dinero público, ha comprado el voto de los españoles con el dinero del Estado, ha sellado pactos "contra natura" con partidos de ideología contraria, ha convertido a partidos minúsculos, algunos de ellos nacionalistas extremos que acumulan odio a España, en los árbitros del poder, ha legislado y gobernado contra la voluntad de las mayorías, ha perseguido a sus adversarios políticos con saña, ha dividido a los ciudadanos, ha comprado con concesiones, favores y dinero público a muchos medios de comunicación, convirtiéndolos en cómplices de sus desmanes y desastres, y, bajo su mandato, España se ha transformado en un país arruinado, sin prestigio, molesto y señalado como el gran enfermo del mundo.
La presidencia europea, que él contempló siempre como una ocasión para lucirse y para recuperar imagen, se ha convertido en su tumba política, tras haber perdido el respeto y el favor de todos sus colegas, que, en apenas un par de meses, ya le rechazaban y le colocaban en cuarentena.
¿Qué más necesita una persona decente para dimitir? ¿Qué otros estragos debe causar para que los socialistas españoles dejan de defender y sostener al peor dirigente de la historia moderna de España? ¿Qué hemos hecho los ciudadanos españoles para merecer semejante plaga?
Zapatero es un producto caducado, un símbolo mundial de todo lo que la política futura debe evitar para regresar a los caminos de la prosperidad, la decencia y la democracia.
El único mérito de Zapatero es haber provocado, sin quererlo, en medio mundo, con su ineptitud y mal gobierno, una reacción colectiva de rechazo y de miedo que conducen hacia la regeneración, un sentimiento generalizado de asco ante lo que representa la actual deriva política de las sociedades presuntamente avanzadas, que conduce a los pueblos a tomar conciencia de que se está perdiendo a chorros la decencia, la dignidad y la verdadera democracia.
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