El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, debería saber que defender una evolución hacia la democracia en Cuba (algo que él no ha hecho) no es una opción sino un ineludible deber para un auténtico demócrata.
Al no haber emitido ni una sóla palabra de apoyo a la salida democrática del actual régimen despótico cubano, Zapatero se separa una vez más del comportamiento general de los gobiernos democráticos del mundo y se distancia también de la oposición democráticas cubana, que se ha mostrado "indignada" con la actitud de Zapatero y que espera que Cuba, tras la desaparición de Fidel Castro, protagonice una "transición" hacia la democracia inspirada en la que protagonizó España hace ya tres décadas.
Con sus palabras referidas al momento que vive Cuba, en las que sólo desea un pronto restablecimiento del dictador enfermo, Zapatero pone en entredicho su fe personal en la democracia y más bien proyecta la imagen de que se adapta a un sistema, el democrático, vigente en España, porque no tiene otro remedio.
Al no haber emitido ni una sóla palabra de apoyo a la salida democrática del actual régimen despótico cubano, Zapatero se separa una vez más del comportamiento general de los gobiernos democráticos del mundo y se distancia también de la oposición democráticas cubana, que se ha mostrado "indignada" con la actitud de Zapatero y que espera que Cuba, tras la desaparición de Fidel Castro, protagonice una "transición" hacia la democracia inspirada en la que protagonizó España hace ya tres décadas.
Con sus palabras referidas al momento que vive Cuba, en las que sólo desea un pronto restablecimiento del dictador enfermo, Zapatero pone en entredicho su fe personal en la democracia y más bien proyecta la imagen de que se adapta a un sistema, el democrático, vigente en España, porque no tiene otro remedio.
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