UNA ESPLÉNDIDA GUERRITA O CÓMO LA GUERRA HISPANO-NORTEAMERICANA CAMBIÓ EL MUNDO

En cierta medida me resulta irrisorio que mucha gente piense que las cosas suceden por casualidad. Como si los diferentes imperios que han gobernado el mundo no hubiesen tratado por todos los medios mantener su supremacia a costa de lo que sea, y por su puesto, a costa de tener a la gente engañada.
Los medios tecnológicos de los que se disponen para este fin propician más que nunca un control instantáneo y casi milimétrico de todo aquél o aquellos que se salgan del tiesto.

Y es que todos los imperios quieren resistir hasta que su modelo "explota" o es barrido a la fuerza por otros. Las personas siempre suelen pensar que el momento en que viven es trascendental, y que siempre están en la transición de un modelo a otro, pero no es así. En la mayoría de los casos los modelos no cambian bruscamente, sino que van evolucionando, desechando las formas obsoletas y adquiriendo otras innovadoras de producción, de dominio, de intercambio.

Muchos pensaban después del desastre de 1898 que España había tocado fondo, que estabamos en un periodo negro pero que sería una época de transición hacia algo nuevo, que no se sabía exactamente qué sería. Lo mismo sucedió al final de los sesenta y principios de los setenta del pasado siglo, la gente pensaba que estaba en un periodo de cambio drástico. Lo mismo pasa ahora, y no es que eso sea falso del todo, pero si tiene mucho de engaño, pués en la mayoría de los casos sólo cambia el envoltorio. Tendemos a creer que vivimos o viviremos algo realmente importante, que cambie las cosas a mejor, que seremos testigos de algo que hará mejorar la vida de nuestros nietos respecto a la nuestra, que la época en la que vivimos será recordada y que uno estaba al lado de los buenos, un error humano bastante lógico. "Siempre pasan cosas importantes", esa sería una afirmación que podría reconciliar las posturas de los hombres de diferentes épocas históricas.

Sólo tenemos que echar un vistazo a lo que pasó en el siglo XX para darnos cuenta de lo que es capaz el hombre. Tanto de lo malo como de lo bueno. Es evidente que se hicieron cosas bien para la inmensa mayoría, porque seguramente en ese momento era lo que les convenía a esa élite que siempre dirige el Imperio dominante, trabaja para él o al menos se alimenta de sus migajas.

No obstante, todos los imperios se agrietean y dejan huecos por donde atacarlos, por donde reclamar un mayor reparto de los beneficios y donde puede generarse un "charco" de contrapoder que contradiga los postulados imperantes. Cuando esas grietas dejan filtrar demasiados argumentos en contra es cuando los imperios actuan con mayor crudeza y emplean las artimañas más sucias de las que disponen.

A finales del siglo pasado el capitalismo y su milicia se quedó sin enemigo, la temible Unión Soviética fue derrotada. Por primera vez se podía vivir en paz. Las personas que se sentían ciudadanos en los países occidentales veían claro ahora sus objetivos, éstos irían mucho más allá. Se empezaría a pedir al Imperio que respetara unas normas del juego basadas en principios realmente modernos. Medio ambiente, mantenimiento del Estado de Bienestar, trabajo digno, en definitiva, dar forma a una globalización que ya estaba aquí pero que se podía domesticar a favor de los ciudadanos. Cualquiera que lea la literatura de los movimientos sociales a partir del año 89 se dará cuenta de que surgió rápidamente un flujo transnacional de movimientos sociales al margen de los estados y del mercado. La marcha sobre washington del 93, las diferantes cumbres donde estos actores intervenían, las constantes demandas y quejas a las organizaciones mafiosas del imperio (FMI, BC) fueron pruebas de ello.

¿Cómo parar esto? Se trataba de un activismo realmente decidido, capaz de poner y quitar gobiernos en contra de los "grandes interéses". La gente ya podía formarse hasta bien entrada la veintena sin preocuparse de ayudar a la economía familiar, preocupándose de lo "globa"l con la idea de que eso sería bueno en lo individual, y además las nuevas tecnologías no sólo podían comunicarles al instante sino que proporcionaban fuentes de información y formación alternativas.

La respuesta ya la tenemos clara, las nuevas personas ya no habían sufrido las grandes guerras, eran más ambiciosas y algo "menos" manipulables, y sólo podían contrarestarse con un golpe de timón brusco, utilizando el "miedo y la confusión", creando una desconfianza con lo lejano y lo que nos és ajeno. Donde no se sabe cuál es la verdad porque no conviene, aunque si es bueno que coexistan todas las posibilidades en el ambiente, ¿Acaso alguién va a pensar que los buenos son realmente tan malos?

El golpe de timón dió como resultado el 11S, y ya saben todo lo que vino detrás, un enemigo a quién combatir a costa de nuestros derechos y de nuestros sueños de progreso, y a favor de que el Imperio siga fuerte y al servicio de sus benefactores. Los atentados terroristas de estos días en Europa no son más que la estrategia del Imperio por conservar su poder ante sus ciudadanos, aunque eso le suponga una lenta y agónica autodestrucción.

Estados Unidos es una plutocracia, hace tiempo que dejó de ser una democracia, la supremacía con la que cuentan no es moral. La impregnación cultural que ejercieron fuertemente desde 1945 hasta los noventa es la verdadera ventaja. Pero ahora se encuentra con un enemigo que ha aprendido con el tiempo a desenvolverse en el modelo impuesto, se trata del resto del Mundo.

Ese pensamiento único que exportaban era supuestamente libre porque no existía otro mejor. Pero cada vez hay más voces que contradicen ese paradigma tras haber aprendido de él, que se mueven dentro de un sistema donde todo se vuelve difuso, interactivo y la inercia no es hacia un mismo punto, sino que las mentes humanas tienden a dispersarse en un universo interconectado de diferentes gustos, culturas, maneras de vivir y de percibir las cosas. El modelo Hollywood - Coca Cola sigue funcionando pero cada vez cuesta más mantenerlo. Eso básicamente se hace a través de acumular deuda y de tener atemorizada a la gente siempre, con un enemigo inventado que en realidad apenas haría cosquillas por si mismo.

El día que ese resto del Mundo descubramos que hacemos la película o la hamburguesa igual o mejor que ellos se les acabará el chollo.