El acoso a Donald Trump sigue vivo porque la casta política mundial, al no poder controlarle, teme que descubra ante los ojos del planeta la grandes mentiras, arbitrariedades y abusos que rodean a los políticos. La "casta", que quiere desprestigiarlo y quitarle toda credibilidad, ataca a Trump llamándole "populista", pero él no es populista sino el peor enemigo del populismo. Los populistas quieren más Estado y un gobierno fuerte dominado por ellos, pero Trump hace justo lo contrario y está restando atribuciones y poder al gobierno federal de EEUU.
La primera gran diferencia que se percibe en Estados Unidos es que Obama y Hillary machacaban a lo que denominan "chusma" y Trump quiere beneficiarlos con el "Primero América". Por eso todos los políticos de la vieja escuela y sus aliados de los medios de comunicación le atacan y nadie, salvo los que le han votado, lo defienden. El multimillonario Soros, junto con las grandes finanzas, está financiando las furiosas protestas anti-Trump a nivel internacional.
La verdad descarnada tiene dos caras: la primera es que Trump es un maleducado, poco cuidadoso con las formas y sin sentido de la diplomacia, que utiliza palabras muy duras, a las que la sociedad no está acostumbrada, generando así oleadas de rechazo; la segunda es que en verdad Trump está machacando a lo que denominamos "casta" y esos poderosos, acostumbrados dominar el mundo, se defienden con todos los hierros.
Trump y otros partidos a los que quieren degradar llamándolos "extrema derecha" luchan para demostrar que desde el poder se puede beneficiar a los pueblos y crear una sociedad justa, donde los poderosos de las élites financieras y de las transnacionales no salgan siempre ganando. El gran problema es que es difícil percibir la verdad porque hay demasiada gente interesada en confundir y engañar para que la mentira siga reinando.
A la derecha tradicional y a la socialdemocracia solo les ha interesado hasta ahora el dinero, no el bienestar de sus pueblos y ponerse al servicio de los intereses mas mezquinos y espurios del establishment.
Nadie niega que las formas de Trump son narcisistas y tiránicas, pero si se trasciende a la forma y se penetra en el fondo se descubren las miserias de lo viejo: la hipocresía de Obama y Hillary Clinton destruyendo Libia, armando al Estado Islámico, destruyendo Siria y apoyando una políticas mundial que beneficia a los ricos y descapitaliza a las clases medias y trabajadoras. Esa senda hipócrita es la que siguen en todo el mundo la socialdemocracia y las derechas tradicionales.
En España, los discípulos aventajados de Obama, Hillary y la gran hipocresía son el PSOE y el PP, partidos corrompidos que afirman gobernar para el pueblo pero que solo lo hacen para ellos mismos y para sus aliados empresariales y financieros del establishment.
Esa política hipócrita, acostumbrada a desvalijar a los ciudadanos y a gobernar en contra de los intereses del pueblo y de la voluntad popular, estigmatiza a los partidos de derecha nacional llamándoles de "de extrema derecha", proteccionistas y populistas.
¿Acaso los políticos deben ir en contra de los ciudadanos? Estamos invadidos por un discurso torticero y falso, apoyado por los medios de comunicación sometidos al poder, que nos hace creer que lo blanco es negro. que no existe otra política posible, que la democracia que ellos han prostituido es la verdadera democracia y que un hombre puede ser una mujer solo con sentirlo. Esas mentiras, unidas al miedo y a la confusión informativa, es la receta que se imparte en la mayoría de las escuelas y televisiones occidentales, causando daños terribles. Al que se opone a esa falsedad inmunda, le llaman facha o retrogrado.
El tirano explota, aplasta y oprime a sus ciudadanos, sin trabajar nunca para que ellos estén mejor. Trump es un tirano para la élite global pero no para la clase media, trabajadores y empresas, a los que les ha bajado los impuestos y les va a facilitar puestos dignos de trabajo. Los tiranos son los que nos aumentan los impuestos, nos hacen recortes, nos bajan los sueldos. No nos equivoquemos de tiranos por las formas. Observemos sus obras.
Estamos en la fase de descubrir que Trump es un político distinto a los hipócritas que dicen trabajar para el pueblo y solo benefician a las élites, como Obama, Rajoy, Zapatero, Hollande, Merkel y muchos otros. En el futuro, si Trump se comporta como los demás, podemos llevarnos una decepción, pero no será mayor de la que nos llevamos con Obama o la que estamos sufriendo con los falsos demócratas de Europa. No tenemos seguridad plena de que Trump sea un demócrata que luche por su pueblo, pero al menos sabemos que los que hoy le critican nunca han hecho nada por los ciudadanos y por el ese progreso que tanto defienden. Ellos han gobernado para la guerra, las élites y la degradación de la democracia.
El mundo se está poniendo tan complicado y confuso que el ciudadano necesita acceder a información fiable y disponer de análisis y enfoques certeros que neutralicen y desmanteles las falsedades y engaños de los políticos y de sus medios de comunicación sometidos. Ese acceso a información certera y honrada es vital para la libertades y derechos ciudadanos en un mundo donde los piratas, los corruptos y los miserables siempre avanzan.
Francisco Rubiales
La primera gran diferencia que se percibe en Estados Unidos es que Obama y Hillary machacaban a lo que denominan "chusma" y Trump quiere beneficiarlos con el "Primero América". Por eso todos los políticos de la vieja escuela y sus aliados de los medios de comunicación le atacan y nadie, salvo los que le han votado, lo defienden. El multimillonario Soros, junto con las grandes finanzas, está financiando las furiosas protestas anti-Trump a nivel internacional.
La verdad descarnada tiene dos caras: la primera es que Trump es un maleducado, poco cuidadoso con las formas y sin sentido de la diplomacia, que utiliza palabras muy duras, a las que la sociedad no está acostumbrada, generando así oleadas de rechazo; la segunda es que en verdad Trump está machacando a lo que denominamos "casta" y esos poderosos, acostumbrados dominar el mundo, se defienden con todos los hierros.
Trump y otros partidos a los que quieren degradar llamándolos "extrema derecha" luchan para demostrar que desde el poder se puede beneficiar a los pueblos y crear una sociedad justa, donde los poderosos de las élites financieras y de las transnacionales no salgan siempre ganando. El gran problema es que es difícil percibir la verdad porque hay demasiada gente interesada en confundir y engañar para que la mentira siga reinando.
A la derecha tradicional y a la socialdemocracia solo les ha interesado hasta ahora el dinero, no el bienestar de sus pueblos y ponerse al servicio de los intereses mas mezquinos y espurios del establishment.
Nadie niega que las formas de Trump son narcisistas y tiránicas, pero si se trasciende a la forma y se penetra en el fondo se descubren las miserias de lo viejo: la hipocresía de Obama y Hillary Clinton destruyendo Libia, armando al Estado Islámico, destruyendo Siria y apoyando una políticas mundial que beneficia a los ricos y descapitaliza a las clases medias y trabajadoras. Esa senda hipócrita es la que siguen en todo el mundo la socialdemocracia y las derechas tradicionales.
En España, los discípulos aventajados de Obama, Hillary y la gran hipocresía son el PSOE y el PP, partidos corrompidos que afirman gobernar para el pueblo pero que solo lo hacen para ellos mismos y para sus aliados empresariales y financieros del establishment.
Esa política hipócrita, acostumbrada a desvalijar a los ciudadanos y a gobernar en contra de los intereses del pueblo y de la voluntad popular, estigmatiza a los partidos de derecha nacional llamándoles de "de extrema derecha", proteccionistas y populistas.
¿Acaso los políticos deben ir en contra de los ciudadanos? Estamos invadidos por un discurso torticero y falso, apoyado por los medios de comunicación sometidos al poder, que nos hace creer que lo blanco es negro. que no existe otra política posible, que la democracia que ellos han prostituido es la verdadera democracia y que un hombre puede ser una mujer solo con sentirlo. Esas mentiras, unidas al miedo y a la confusión informativa, es la receta que se imparte en la mayoría de las escuelas y televisiones occidentales, causando daños terribles. Al que se opone a esa falsedad inmunda, le llaman facha o retrogrado.
El tirano explota, aplasta y oprime a sus ciudadanos, sin trabajar nunca para que ellos estén mejor. Trump es un tirano para la élite global pero no para la clase media, trabajadores y empresas, a los que les ha bajado los impuestos y les va a facilitar puestos dignos de trabajo. Los tiranos son los que nos aumentan los impuestos, nos hacen recortes, nos bajan los sueldos. No nos equivoquemos de tiranos por las formas. Observemos sus obras.
Estamos en la fase de descubrir que Trump es un político distinto a los hipócritas que dicen trabajar para el pueblo y solo benefician a las élites, como Obama, Rajoy, Zapatero, Hollande, Merkel y muchos otros. En el futuro, si Trump se comporta como los demás, podemos llevarnos una decepción, pero no será mayor de la que nos llevamos con Obama o la que estamos sufriendo con los falsos demócratas de Europa. No tenemos seguridad plena de que Trump sea un demócrata que luche por su pueblo, pero al menos sabemos que los que hoy le critican nunca han hecho nada por los ciudadanos y por el ese progreso que tanto defienden. Ellos han gobernado para la guerra, las élites y la degradación de la democracia.
El mundo se está poniendo tan complicado y confuso que el ciudadano necesita acceder a información fiable y disponer de análisis y enfoques certeros que neutralicen y desmanteles las falsedades y engaños de los políticos y de sus medios de comunicación sometidos. Ese acceso a información certera y honrada es vital para la libertades y derechos ciudadanos en un mundo donde los piratas, los corruptos y los miserables siempre avanzan.
Francisco Rubiales
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